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19/02/2010 | Gastando hasta llegar al estancamiento

Daniel J. Mitchell

Muchos gobiernos han respondido a la crisis económica aumentando el tamaño del sector público. Fue sorprendente qué tan rápido resucitaron la teoría que asume que más gasto público puede estimular el crecimiento económico.

 

Popularizada por John Maynard Keynes en los 1930s, la teoría está basada en la noción de que el gobierno puede “apretar el acelerador” al gastar dinero, el cual luego empieza a circular a través de la economía. La teoría Keynesiana suena bien pero ignora el hecho de que, en el mundo real, el gobierno no puede inyectar dinero sin antes sacarlo de la economía.

Cualquier dinero que el gobierno pone en el bolsillo derecho de la economía debe ser prestado, lo cual significa que el dinero sale del bolsillo izquierdo de la economía. El Keynesianismo no infla el ingreso nacional, simplemente lo redistribuye.

La administración de Obama aseveró que gastar más dinero mantendría la tasa de desempleo debajo del 8% en EE.UU., aún así esta subió a 10%. El Reino Unido y Canadá también sufrieron un estancamiento continuo luego de adoptar los supuestos paquetes de estímulo. Irónicamente, las naciones estatistas como Francia y Alemania que resistieron el canto de sirena del Keynesianismo han soportado la tormenta económica global en mejores condiciones.

La moda reciente de cada vez agrandar más el Estado es particularmente preocupante porque gran parte de los países tienen sectores públicos demasiado grandes. El gasto público en las naciones industrializadas ahora consume, en promedio, aproximadamente 45% del PIB con Canadá y EE.UU. un poco debajo del promedio. Australia, Suiza, Corea del Sur y Eslovaquia son las únicas naciones en donde el sector público consume menos del 40% del producto nacional.

Para poner estos números en contexto, el gasto público en el mundo industrializado consumió alrededor de 30% del producto económico a mediados de los 1960s, menos del 20% del PIB entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial y solamente alrededor del 10% del PIB durante el siglo de oro entre el fin de las guerras napoleónicas y la Primera Guerra Mundial.

Mientras que muchos factores influencian el desempeño económico, el impacto negativo del gasto público es una razón por la cual jurisdicciones con gobiernos pequeños tales como Hong Kong (donde la carga del sector público esta por debajo de 20% del PIB) tienen tasas de crecimiento más altas que naciones que tienen un gobierno de tamaño mediano, tales como Canadá y EE.UU. El mismo principio explica parcialmente por qué los países con gobierno grande tales como Francia muchas veces sufren de estancamiento económico.

Interesantemente, numerosos estudios académicos intentan medir el tamaño de gobierno que optimiza la tasa de crecimiento. Estas investigaciones están basadas en la noción de que no hay mucha prosperidad en un estado de anarquía. Los gobiernos resuelven este problema imponiendo el Estado de Derecho (cortes, protección de la policía, etc). Esas funciones gubernamentales cuestan dinero, pero resultan en verdaderos beneficios. Además, el gasto público en “bienes públicos” tales como infraestructura básica también puede facilitar el funcionamiento de una economía de mercado.

Esa es la buena noticia. La mala noticia es que gran parte del gasto público de hoy es dedicado a programas para lo que es conocido como gasto de transferencias y de consumo. Estos gastos obstaculizan el crecimiento económico, de acuerdo a las investigaciones, en gran parte porque desplazan la actividad del sector privado y también requieren de tasas tributarias punitivas. Gran parte de los estudios utilizando información económica actual muestra que el desempeño económico es potenciado cuando el sector público es menos del 20% del PIB. Y si la información histórica es utilizada, la evidencia sugiere que el gobierno debería ser incluso más pequeño.

Irónicamente, John Maynard Keynes puede que no sea un Keynesiano si estuviese vivo hoy. Seguramente no sería un partidario del gobierno grande. De acuerdo con otro economista británico, el estaba de acuerdo con la premisa de “una proporción de tributación de máximo 25% [del PIB]”.

Canadá y EE.UU. ya están muy por encima de ese nivel y la carga del gobierno en ambas naciones llegará a estar por encima del 50% del PIB en el futuro si es que no se hace una verdadera reforma. Desafortunadamente, no hay manera de tener un Estado de Bienestar del tamaño europeo sin, a la vez, endurar un estancamiento económico al puro estilo europeo.

Este artículo fue publicado originalmente en National Post (EE.UU.) el 1 de febrero de 2010.

El Cato (Estados Unidos)

 



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