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20/02/2010 | Los Guiños de Mefisto: La Expansión de Irán en América Latina y sus implicancias para la seguridad de Chile y Argentina

Ivan Witker

“Los musulmanes dividen el mundo en dar-el-islam y dar-el-harb; tierra de paz y tierra de guerra” ----Samuel Huntington (El Choque de Civilizaciones)

 

Resumen

La penetración iraní en América Latina responde a la decisión política de Teherán de demostrar capacidad internacional. En 2008 inició una ofensiva hemisférica basada en acercamientos político-diplomáticos, apoyo a comunidades shií, y una asociación discursiva fuertemente anti estadounidense con sus interlocutores locales, Venezuela (+ ALBA), los cuales se han mostrado especialmente receptivos, aunque por motivos diferentes. El éxito de la estrategia iraní lo corrobora la posterior apertura brasileña. Chile y Argentina representan más bien una anomalía. Forman parte del interés iraní en la región, pero ninguno de los dos manifiesta disponibilidad. A diferencia de Brasil y del ALBA, ni Chile ni Argentina buscan por medio de la “carta iraní”, influir o demostrar capacidades internacionales. Incluso, la relación con Argentina, alguna vez promisoria, hoy se encuentra destrozada, producto del involucramiento de Teherán en el caso AMIA. Esta impasse, irreversible, y la preeminencia de la comunidad judía, ponen a la seguridad como tema condicionante de la relación Irán-Argentina. Chile ha tenido una relación históricamente cautelosa. Compras de petróleo e intentos de ventas de armas marcaron los 80. Tímidas inversiones petroleras, los 90. Entre Santiago y Teherán hay un vínculo de dinámica unilateral, donde no se palpa la finalidad de Teherán de haber incluido a Chile en su despliegue hemisférico.

 

In cauda venenum: Irán-América Latina

La expansión iraní en América Latina tiene un solo objetivo: demostrar capacidad internacional. Capacidad para  llevar su mensaje religioso y visión del mundo terrenal, para articular nuevos aliados e influir, pero, ante todo, para merodear en las cercanías mismas de quien ve como su principal enemigo, los EE:UU. Pari passu, la gran receptividad de parte de Venezuela y sus liliputienses aliados del ALBA, así como en los últimos meses también de parte de Brasil, responde a un impulso político-táctico análogo. Inmersos en sus respectivas cosmovisiones, aquellos países grandes y pequeños de América del Sur, que se muestran receptivos a los guiños de Teherán, más allá de su tamaño, su historia, sus posibilidades reales de influir en las grandes configuraciones globales, y probablemente en un estado de ignorancia supina respecto al significado de Irán en el mundo de hoy, buscan demostrar, mediante este exótico contacto, que algo pueden hacer en el plano internacional. Para Venezuela y sus cófrades del ALBA, ser parte de la expansión iraní –en tanto uno de los grandes elementos perturbadores de la post Guerra Fría- alimenta sus ignívomos discursos anti estadounidense; o antiimperialista en la retórica chavista y evista. Por lo mismo, más que cogitaciones con los ayatollas acerca del sentido de la espiritualidad o la trascendencia en el Islam, prefieren palmotadas, jocosidad y exposición mediática junto a Ahmedinejad, el emblemático representante del mal. Así, Venezuela y los diminutos ALBA se sienten parte activa del mundo político de hoy.

En consecuencia, desde hace ya algunos años es materia de discusión entre políticos, académicos y especialistas en Defensa, Seguridad e Inteligencia la activa y creciente presencia de Irán con América Latina. Se debate acerca de su profundidad y alcance, sus razones, naturaleza e impacto en general.

Todo indica que se trata de una estrategia de penetración llena de singularidades. No sólo por la periferalidad de América Latina. Y es que los antecedentes históricos tampoco entregan elementos indiciarios de que la expansión iraní a esta zona del mundo fuese esperable en esta época. Desde luego que están quienes argumentan que en un mundo crecientemente multipolar y multicivilizacional, los contactos entre naciones, etnias y tribus dejarán crecientemente de ser esporádicos para tornarse más y más frecuentes. Sería algo propio del mundo globalizado. Persas y latinoamericanos (tanto indígenas como las protonacionalidades postcoloniales), pese a haber estado separados en el tiempo y el espacio, estarían encontrando en la actualidad motivos para una cierta convergencia. Las causas y motivaciones de la penetración iraní deben ser encontradas, pues, en el ámbito de la política.

Acorde a esta primera delimitación, corresponde dilucidar si la estrategia de penetración se produce hacia la totalidad de países latinoamericanos o sólo hacia uno o algunos de ellos. Nuevamente aparecen consideraciones político-tácticas en el horizonte. El interés de Irán en América Latina es selectivamente diferenciado, lo que deja al descubierto un diseño conceptual y una praxis congruente con el mismo. La premisa básica para entender el problema es entonces que la política exterior iraní busca, a través de una penetración sistematizada en América Latina, activar un foco antiestadounidense en el corazón mismo del hemisferio. Mirado desde Teherán, el resultado de esta expansión es, hasta ahora, óptimo. Hacia fines del 2009, el interés persa empezó a confluir con el interés brasileño de actuar internacionalmente con mayor autonomía, lo que derivó en una vistosa invitación a Brasilia del Presidente Ahmed Ahmedinejad. Después de ese viaje, Teherán es un actor extrarregional relevante en el hemisferio. Luego, el conjunto de países latinoamericanos receptivos a la estrategia iraní ha terminado convergiendo en una colaboración muy útil en organismos multilaterales: ONU, OIEA, OPEP, Movimiento de los No Alineados y otros. Es entonces, el deseo de subrayar esa capacidad de proyección internacional inherente a cualquier Estado (dentro de sus posibilidades, se entiende), que la expansión iraní ha repercutido necesariamente en las cuestiones de seguridad hemisférica[1].

Mirado desde Occidente, de las opciones civilizacionales que se abren en el mundo de hoy y, muy especialmente en función del carácter de los conflictos actuales, es perfectamente comprensible y explicable que la inusitada receptividad a la expansión iraní en el hemisferio, sea motivo de análisis y, en algunos casos, de honda preocupación. Hic et  nunc.

Muy en la línea de definición de los conflictos mundiales actuales (de la violencia asimétrica y las amenazas híbridas, para ser más precisos), Israel, tomó durante 2009 tres decisiones importantes respecto a la expansión iraní en América Latina: a) alertar a los países integrantes de la OEA mediante una nota oficial sobre la peligrosidad del trabajo iraní en la región, la cual dirigió a la conferencia de la entidad en Tegucigalpa, b) viajes de su canciller Avigdor Lieberman y de Infraestructura, Uzi Landau, por varios países latinoamericanos explicando los nexos Irán-Hezbollah, y c) la posterior gira del Presidente Shimon Peres a Brasil y Argentina expresando su preocupación por una presencia iraní que va mucho más allá de lo diplomático y/o comercial.

Israelíes y estadounidenses han planteado que un foco central de sus preocupaciones es el comportamiento de Venezuela y su apoyo como base de operaciones para el despliegue iraní por la región. Se percibe una razonable inquietud sobre un posible suministro a Irán de uranio desde países sudamericanos, especialmente Bolivia y Venezuela, así como de ciertos implementos tecnológicos de uso dual desde Brasil y Argentina[2]. Complementariamente preocupan las ventajas que de esta colaboración pudiere obtener Hezbollah; apoyo logístico y financiero a actividades terroristas[3].

El despliegue iraní adquirió contornos más precisos y sistémicos con la Conferencia Internacional sobre América Latina, denominada “Desarrollo en América Latina: su papel y su estatus en el futuro sistema internacional” (febrero de 2007) y en la que participaron invitados de Argentina, Venezuela, Colombia, Cuba, Brasil, Uruguay y Ecuador aparte de latinoamericanistas de Italia, Rusia, y China”. Fue un seminario que contó con además con el auspicio del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní y sirvió para dar luces acerca del diseño conceptual y modelos de praxis para materializar la iniciativa. Procuró insertar conceptualmente el despliegue en las corrientes revolucionarias de la época, buscando asociar las figuras de los comandantes Chamran y Guevara como simbólicas del encuentro revolucionario entre Irán y América Latina. El gobierno iraní invitó a exponer al seminario a dos hijos de Guevara[4]. Pocos meses más tarde, en Teherán e Isfahan, también con auspicio de organismos de gobierno, se efectuó el Primer Congreso Internacional de Literatura Latinoamericana. Fue el mismo canciller Mehdi Mostafavi quien se refirió al despliegue, señalando que el epicentro del mismo sería la (re)apertura de embajadas en países latinoamericanos (Chile, Colombia, Ecuador, Nicaragua, Bolivia y Uruguay). Hasta ese momento, legaciones persas ya estaban presentes con antelación en Cuba, Venezuela, México, Brasil y Argentina. Mostafavi anunció también, en esa ocasión, el fomento a emprendimientos económicos bilaterales y a intercambios entre universidades y centros culturales con países latinoamericanos como componentes del despliegue.

Resulta interesante comprobar que el diseño conceptual y praxis de la iniciativa iraní es bastante más compleja de lo que pudiere desprenderse, prima facie, del entusiasmo chavista, evista, e incluso, más tarde de la actitud brasileña. La expansión del vínculo, si bien incluye a toda la región, lo hace de manera diferenciada. Dentro de tal distinción, la penetración hacia los dos países más meridionales del cono sur del hemisferio, Chile y Argentina, registra particularidades, a la vez que ambos reciben los guiños con cierta distancia, cuando no una abierta falta de disposición a la reciprocidad.

En efecto, Chile y Argentina representan una cierta anomalía en el despliegue iraní. Ninguno de los dos pretende materializar sus deseos de influencia y proyección externa mediante señas y susurros compartidos con Teherán, por lo que el entusiasmo es claramente unidireccional.

Aún más, los dos países exhiben una trayectoria de vínculos difícil y compleja, de tal manera que el despliegue iraní es visto entre inconducente, en el caso chileno,  hasta traumático y desestabilizante, en el caso argentino. Si fuese por simples deseos, los palacios San Martín y Carrera –por razones distintas- sentirían gran alivio si, mediante acto mágico, Irán no existiese.

Por lo tanto, una primera constatación, es que, con ambos, Irán ha ensayado conductas de acercamiento diferenciadas.  

En el caso argentino, no se divisan motivos demográficos (o migratorios si se prefiere), ni económicos como tampoco para una gran colaboración en el plano militar, aunque sí hay versiones, no confirmadas, de interés en la industria nuclear argentina a comienzos de los 90. Sea como fuere, ninguno de estos puede ser considerado factor crucial para explicar el marcado interés iraní por Argentina. Sí tiene fuerza explicativa la numerosa población judía en Argentina. Al asumir a los aproximadamente 250 mil judíos argentinos como blanco de su despliegue global, se advierten elementos coherentes con el esquema antijudío que marca la diplomacia iraní desde fines de los 80. La trayectoria y los eventos dramáticos ocurridos en la capital argentina apuntan a un diseño conceptual y praxis específicas.

En el caso de Chile, la estrategia de penetración se basa en motivaciones distintas al caso argentino y exhibe especificidades. Tampoco hay antecedentes históricos relevantes ni asuntos demográficos (migratorios) plausibles, ni intereses económicos o potencial militar. La única línea explicatoria eficaz para entender el interés en Chile, es la tranquilidad relativa de su sociedad, la predictibilidad de sus instituciones y las crecientes conexiones políticas y económicas de Santiago con la región, con EEUU y el Asia-¨Pacífico. Estas cualidades harían del país un cierto remanso para observar algunos movimientos hemisféricos relevantes para Teherán. Secundariamente se podría tener en consideración un potencial nicho de trabajo en la inmensa población de descendencia palestina, que sin ser musulmana en su mayoría, no elude su profunda simpatía por la causa palestina, sin hacer mayores distingos entre la OLP y el pro-iraní Hamas. Se podría entonces tener como hipótesis que el acercamiento de Irán hacia este país ocurre bajo el supuesto principal que le sirve de observatorio y apoyo lateral a su despliegue en la región. 

Orbis non sufficit: Irán - Argentina

La relación de Irán con Argentina es una de las más antiguas del continente y se remonta a 1902. Sin embargo, en sus tiempos actuales, como bien señalan Malamud y García Encina, la relación ha estado marcada por el caso AMIA. Ese es el nervus rerum de una profunda tensión bilateral, que no parece distenderse en un lapso previsible. Pocas dudas existen (no sólo en Argentina) sobre el involucramiento del régimen de los ayatollahs en el atentado contra la AMIA en Buenos Aires en 1994, que mató 86 personas y dejó más de 200 heridos[5]. Dos años antes, una explosión similar en su potencia, aunque sin la presencia de un suicida como en el caso AMIA, había destrozado la embajada de Israel sin que pudiera esclarecerse judicialmente la autoría hasta la fecha. ¿Hezbollah?, ¿Pasdaran?. Estos dramáticos atentados, en un país que no tenía registro de eventos de esta naturaleza, ni menos de tal magnitud, revelan que la expansión del terrorismo musulmán por el mundo entero es in toto una evidencia incuestionable[6]. Argentina es para Irán un blanco, un componente de su diseño conceptual y una praxis global.   

Aunque las investigaciones han confirmado la responsabilidad directa de Hezbollah y el apoyo de personeros iraníes -lo que ha derivado en una orden de captura a Interpol para varios ex altos cargos diplomáticos que servían en Buenos Aires en el momento del atentado- la negativa de Teherán a extraditar, encausar o reconocer su involucramiento, ha deteriorado la relación bilateral en lo más profundo[7].

Esta tensión alcanzó un primer punto álgido en 2004, cuando el entonces Presidente argentino, Néstor Kirchner y el exjefe de Estado iraní, ayatollah M. Khatami asistían a la cumbre del G15. En la ocasión, el mandatario persa rehusó un encuentro bilateral con Kirchner (solicitado por éste) hasta no mediar una disculpa oficial por el curso que habían tomado las investigaciones del caso AMIA. Las versiones sobre este episodio son contradictorias hasta el día de hoy, y la parte argentina niega que Kirchner haya solicitado dicha reunión bilateral[8]. Más tarde, en 2007, el mandatario argentino, hablando ante la Asamblea General de la ONU, insistió en la necesidad de contar con la colaboración iraní para dar con pistas que lleven a los autores del criminal atentado, lo cual nuevamente fue rechazado por el gobierno de Teherán.

Sin embargo, el gran clímax de la controversia fue la designación en agosto de 2009, como ministro de Defensa iraní, de Ahmad Vahidi[9] directamente involucrado en las investigaciones judiciales del atentado.

Un reflejo del actual estado de deterioro es la mención que hizo a este atentado la Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, durante la apertura del período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2009. Pese a sus formas algo barrocas, el mensaje de Fernández no fue ambiguo ni difuso. “No puedo tampoco dejar de mencionar, por ser mi país, junto a los Estados Unidos los únicos dos países que sufrieron un atentado del terrorismo global, del terrorismo internacional (sic). El primero en 1992, en la Embajada de Israel, el segundo en la AMIA. Cientos de personas murieron como resultado de estos atentados. Me acompañan en esta Asamblea el titular de la AMIA, la entidad que fue volada, y familiares de víctimas. En el año 2007, el entonces presidente Kirchner pidió aquí en esta Asamblea a la República Islámica de Irán, que accediera a la extradición de funcionarios de ese país que la justicia argentina reclamaba para poder investigar acabadamente y deslindar responsabilidades en materia de este grave atentado. El año pasado, aquí mismo, yo volví a solicitar a las autoridades de la República Islámica de Irán que accedieran a este pedido, que en mi país regían garantías constitucionales, que el principio de que nadie es culpable hasta tanto sea demostrado con sentencia firme es una realidad que se da a lo largo y a lo ancho de mi país. Que hay garantías, de libertad, de justicia, de administración de justicia. Sin embargo, nada de esto ocurrió, sino, que, este año, precisamente uno de los funcionarios cuya extradición era solicitada por el fiscal que interviene en la causa fue ascendido al grado de ministro. Yo sé que tal vez dentro de cuatro, cinco, quince oradores, haga uso de la palabra el señor Presidente de la República Islámica de Irán. Seguramente volverá, tal vez, a negar tragedias históricas que Occidente ha sufrido durante el siglo XX. Seguramente invocará la amenaza de otros imperialismos, seguramente también invocará a Dios. Yo quiero decirle que mi país, la República Argentina, no es ni por historia ni por convicción un país imperialista, es un país que, al contrario, ha sufrido en su origen el rigor colonial y también sufrió durante el mundo bipolar, la Doctrina de la Seguridad Nacional. Quiero decirle que yo también, como él, creo en Dios. Tal vez en credos diferentes, pero que, en definitiva, (…) ninguno (…) puede obligarnos a proferir amenazas o a no cumplir con la justicia. Por eso, humildemente, como Presidenta de la República Argentina, voy a volver a reiterar, una vez más, ese pedido de lograr que los funcionarios, a los cuales la justicia argentina les asigna responsabilidades, puedan ser extraditados. No para ser condenados, sino para ser juzgados y para poder hacer uso de todos los derechos y garantías de los que tienen todos los ciudadanos argentinos y extranjeros en nuestro país. Garantías que da la democracia y, además, un gobierno que ha hecho de la defensa irrestricta de los derechos humanos su ADN institucional e histórico”[10].

Tras este elocuente discurso, se rumoreó una ruptura de relaciones, pero el Encargado de Negocios de Irán en Argentina, Moshen Baharvand se apresuró a negar tal posibilidad. El diplomático persa destacó que el volumen del comercio de Irán con la región supera los US$ 30.000 millones de dólares lo que impediría que Teherán promueva el terrorismo[11].

En términos históricos, las relaciones diplomáticas entre Buenos Aires y Teherán nunca han sido intrínsecamente significativas para ambas partes, salvo cuestiones episódicas, poco sustantivas y algo borrosas en sus contornos[12]. A lo largo de los años, Teherán y Buenos Aires firmaron una serie de acuerdos, que ratifican esta idea de cierta inestabilidad en los vínculos políticos, diplomáticos y culturales[13]. En la actualidad, el comercio bilateral representa poco más US$ 1.000 millones anuales.

En el terreno de posibles adquisiciones de material de uso dual en Argentina, existen ciertas versiones de difícil comprobación. En los últimos dos años, circularon versiones de venta de un reactor argentino a Irán, operación tercerizada por el gobierno venezolano. Aunque ello no ha podido ser confirmado con fuentes fidedignas, cabría advertir al lector la imposibilidad de referirse a la (in)verosimilitud de dicha versión. La reconocida picardía criolla, más la laberíntica capacidad iraní para imaginar vericuetos en materia de suministros de bienes sensibles, bien podría haber conseguido materializar una operación de esta naturaleza, pese a los elevados estándares de vigilancia que impone la OIEA[14]

En síntesis, Irán y Argentina viven un  proceso de relaciones bilaterales destrozadas, extenuativas, y difícilmente reversibles, al menos bajo las condiciones actuales. En consecuencia, su recuperación podría ser posible una vez que el régimen de los ayatollahs haya concluido.

Cui bono?: Irán - Chile

Las relaciones entre Santiago y Teherán se encuentran en un estado de no reciprocidad;  nada parece converger en el horizonte bilateral. Ambos se ven de manera distante, ajena, extrínseca. Tampoco dan a entender que haya un especial interés en explorar potenciales nichos de cooperación. Esto deriva en que, si bien Chile forma parte del despliegue iraní para lo cual ha abierto embajada residente en Santiago, Santiago opta por la distancia y un recelo poco disimulado. La diplomacia chilena teme verse enfrascada en cuestiones claramente irrelevantes para el país y que probablemente terminen en disgustos. Chile ha optado por relaciones diplomáticas atentas, pero estáticas, casi inertes, y en lo formal, concurrentes. En el diseño conceptual y praxis del despliegue iraní se pretenden con Chile relaciones activas, aunque no demasiado sonoras, una  misión reposada, diligente y escudriñante, dirigida por un embajador residente.

La historia bilateral muestra un verdadero páramo de altibajos. Ambos países iniciaron sus vínculos, al igual que en el caso Irán- Argentina, en los prolegómenos del siglo 20, cuando Eshaq Khan Mofakham-od-Dowleh, por entonces ministro plenipotenciario persa en Washington, visitó varios países latinoamericanos, entre otros Chile y Argentina, para inaugurar relaciones diplomáticas entre su país y esta parte del mundo.

El diplomático persa visitó en esa oportunidad también México, Brasil y Uruguay, dejando entrever un interés político relativo en ampliar el espectro de sus vínculos. La Persia de entonces buscaba mostrarse como potencia emergente. Darse a conocer también en la periferia del mundo.

No obstante, las relaciones entre Teherán y Santiago (al igual que con el resto de Latinoamérica) se mantuvieron por casi 30 años en un plano formal, casi meramente administrativo, y no fueron más allá del reconocimiento formal. Fue con el ascenso al trono del Sha, Mohammed Reza Pahlevi, que la formalidad burocrática se tradujo en algunos pasos concretos. Se inauguraron las primeras embajadas en América del Sur (México, Brasil y posteriormente Argentina). Con Chile no hubo grandes cambios. Sí comenzaron los primeros saludos protocolares y encuentros esporádicos. Uno de los escasos registros de reuniones de alto nivel entre los dos países es la recepción oficial ofrecida al diplomático chileno acreditado en Turquía, Manuel Antonio Garretón por parte del Sha en diciembre de 1950. En esa oportunidad, el diplomático chileno pidió audiencia para informar al gobierno persa su designación como embajador concurrente. En otros registros de la época, Garretón se lamenta del escaso entusiasmo que percibía en Teherán[15].  

Ya avanzada la década del 50, la cancillería iraní entregó nuevas tareas a su representación en Río de Janeiro, asumir  la concurrencia de las relaciones con Chile. Gaffary Hassanali fue el embajador que cumplió la nueva misión. Desde entonces, prácticamente ex officio, las relaciones bilaterales fueron manejadas a nivel de concurrencia (Chile a través de su embajada en Ankara e Irán por medio de su legación en Río). Aparte de eso, la relación se limitó al nivel protocolar y los saludos esporádicos.

Tras la revolución de los ayatollahs en 1979, que provocó una violenta ruptura de las relaciones de Teherán con Washington, varios países latinoamericanos (entre ellos, México y Chile, aunque por motivos diferentes) creyeron ver una oportunidad de oro para enviar señales de alineamiento con Washington y suspendieron (de forma separada) sus relaciones con Teherán. Por razones muy distintas, Chile y México vivían turbulencias con el gobierno de Jimmy Carter. La ruptura con Teherán fue vista como medio para suavizar las citadas desaveniencias con una Casa Blanca dominada por los demócratas. Romper con Irán tenía bajo costo, por el contexto de entonces, y abría posibilidades de ser interpretado como signo amistoso por parte del Departamento de Estado. Más allá de los agradecimientos, la señal chilena no tuvo repercusiones.

Sin embargo, muy pocos años después, la guerra entre Irán e Irak presentó un cambio cualitativo del escenario y la cancillería chilena nuevamente tuvo a Teherán en la mesa de trabajo.

Por un lado, la cuestionada diplomacia de los ayatollahs inició una cautelosa apertura al exterior con el fin de encontrar nuevas fuentes de aprovisionamiento, ante el deterioro de su situación regional producto de la guerra y el bloqueo económico que le afectaba en su relación con los países centrales, especialmente los europeos, por la tirantez con Washington. Producto de este despliegue, Irán inauguró embajadas en Chile, Uruguay, Cuba, Nicaragua y Colombia[16]. Nuevamente señales interesantes.

El gobierno militar chileno interpretó esto como un posible e interesante nicho, susceptible de ser explorado. La Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) comenzó a importar crudo desde Irán; cantidades modestas, debido a los altos costos del transporte. Sin embargo, esta relación comercial gozaba de alta consideración en Santiago. Teherán, obligado por sus propias realidades, se transformaba en un suministrador seguro. Luego, y ante el éxito de empresas privadas de armamentos chilenas que habían encontrado en el Irak de Saddam Hussein un cliente de apetito muy voraz, la estatal FAMAE también decidió arriesgarse en la volátil zona del golfo. Teherán, ávido también de encontrar fuentes de aprovisionamiento de armamento ante la escalada del conflicto bélico con su vecino, aceptó tratativas con FAMAE. Razones muy diversas (fundamentalmente de índole técnica) impidieron que la iniciativa comercial prosperara[17]. Las relaciones bilaterales fueron paulatinamente decayendo a niveles anteriores a la revolución islámica.

Al asumir el poder la Concertación en Santiago en 1990, hubo encuentros bilaterales formales en Naciones Unidas, donde las partes manifestaron su deseo de fortalecer lazos. Los respectivos embajadores  ante la ONU viajaron a Santiago y Teherán para dar señales de tal interés. Sin embargo, el letargo y desinterés prosiguieron y por largos años las relaciones diplomáticas fueron servidas por la vía de la concurrencia.

Sin embargo, en el plano económico, se detectó, años más tarde, el 2004, una señal de cierto interés chileno por el mercado petrolífero iraní. ENAP, a través de su subsidiaria para negocios en el exterior, Sipetrol, asociada en partes iguales con la austríaca OMV y la española Repsol obtuvo licencias de exploración petrolera cerca de la localidad de Bushehr. El 18 de enero de 2005, el joint venture informó del descubrimiento de un buen yacimiento on-shore llamado Band-e-Karkheh, integrante del bloque Mehr, así como de la decisión de explotar dicho yacimiento. Una perspectiva que claramente pudo haber cambiado el curso de altibajos en la relación bilateral. Sin embargo, debido a dificultades financieras y la peligrosidad de la ubicación, que obligaba a tomar seguros muy elevados, lo que encarecía la materialización del proyecto, ENAP re-evaluó su participación. Lo mismo Repsol y OMV. Ya en marzo de 2009 informaron su decisión de vender sus respectivas participaciones. Hasta el cierre de este escrito en febrero de 2010, no han encontrado compradores interesados[18].

En el plano político, la situación bilateral volvió a cambiar en 2008. Como parte de su despliegue hemisférico, Teherán decidió reabrir su embajada en Santiago, enviar un diplomático de carrera a dirigirla, e ir paulatinamente ampliando el número de integrantes de la misma. Desde entonces, la no reciprocidad es más que evidente. El palacio José Miguel Carrera ha decidido mantener la relación a nivel de concurrencia (desde Ankara) y no salirse un ápice de la cautela y sobriedad respecto a Teherán.

La legación iraní en la capital chilena fue abierta por Jambiz Jalali, quien con anterioridad había ejercido funciones de embajador en Uruguay y otras de menor rango en Caracas. Desde su llegada a la capital chilena, Jalali ha desarrollado una intensa actividad, acepta una gran cantidad de invitaciones a exponer en universidades, centros culturales y medios de comunicación. Compró una nueva y amplia casa para que sirviera de embajada y varios departamentos para los funcionarios de la misma. Uno de sus intereses principales es fomentar el acercamiento religioso con las pequeñas pero activas comunidades shií en el país, donde tiene especial figuración, Fuad Musa, líder del Centro Islámico de Las Condes, quien, además, oficia de anfitrión de jeques y clérigos shií que con cada vez mayor frecuencia visitan el país. Jalali ha promovido la hermandad de Puerto Montt con la ciudad de Ramsar (febrero de 2009) y ha invitado al alcalde de esa ciudad, el dirigente socialista Rabindranat Quinteros, quien incluso ha viajado a Irán. En Puerto Montt tiene su sede otra pequeña comunidad shií.

Los escasos nexos comerciales con potencial de crecimiento y la falta de puntos en común respecto a los problemas políticos globales, así como la cero convergencia en temas multilaterales, hacen difícilmente explicable una presencia activa como la que exhibe la misión diplomática que encabeza Jalali. Lo único plausible sería la opción de levar a cabo un trabajo exploratorio de penetración en la comunidad musulmana chilena (pequeña incluyendo la sunní) y una labor de complemento al resto del despliegue iraní por el hemisferio. Chile, al estar relativamente al margen de la efervescencia chavista y con muy buenas relaciones con Washington, le podría servir a los iraníes para ir ajustando y calibrando su despliegue en el resto del hemisferio. En este último sentido, parecería lógico suponer que la embajada en Chile se dedique al monitoreo de percepciones hemisféricas respecto a la presencia iraní. De ahí entonces la justa duda: ¿a quién sirve la relación bilateral?

A modo de conclusiones.

La continua expansión iraní por el hemisferio (y sus conexiones con Hezbollah y grupos similares) representa un problema, diferenciado, pero con puntos en común, tanto para Chile como para Argentina.

Para el primero, significa una demanda de atención integral, ante eventuales desafíos a su seguridad, sea por la utilización, directa o indirecta, de su territorio para nuevas operaciones en el hemisferio, sea contra blancos judíos, británicos, estadounidenses u otros. La apertura, que tanto distingue a la economía chilena, trae consigo la eventualidad que sus bancos, sus casas de cambio, su infraestructura financiera, o las  mismas comunidades shií, sean utilizados por grupos terroristas como Hezbollah o similares. No debería descartarse que Hamas (tan afín a Hezbollah) intente lograr reconocimiento, aunque sea parcialmente, de la numerosa comunidad palestina en Chile y termine triangulando actividades con Irán, algo para nada infrecuente. En el plano político-diplomático, la creciente tendencia brasileña a obtener márgenes de autonomía estableciendo nexos con el régimen iraní, podría tener consecuencias negativas (al menos incómodas) para las diplomacias de la región, incluyendo la chilena, especialmente si Washington estima que se sobrepasan líneas razonables. Por lo tanto, el continuo monitoreo a las visiones estadounidense, brasileña y venezolana, respecto a nuevos pasos que planifiquen o ejecuten los iraníes en el hemisferio, será el principal requerimiento que podría tener Chile en materias de seguridad en los próximos años. El foco será, obviamente, tanto la lucha antiterrorista como la contraproliferación.

Para Argentina, la gravitación de la comunidad judía, y el contexto internacional que se prevé para los años post-Kirchner, harán que el restablecimiento de la confianza diplomática entre Buenos Aires y Teherán se consiga sólo una vez clarificada la conexión persa con Hezbollah en relación a los atentados perpetrados en Buenos Aires a comienzos de los 90. En materia de seguridad, la vigilancia en la Triple Frontera, y en otras fronteras porosas del país (especialmente si se consolidan los nexos Bolivia-Irán y Paraguay-Irán), serán prioritarios. Del mismo modo, el monitoreo a la política exterior de Brasil respecto a Irán tendrá suma relevancia para las próximas definiciones del Palacio San Martín. Y, desde luego, la estricta observancia de las medidas impuestas por la OIEA para la exportación de tecnología de uso dual será también un desafío importante para la Argentina en el período que se avecina.

Para los romanos, el poder descansaba en la naturaleza de las cosas -in rerum natura-, y hoy dichas definiciones no han cambiado sustancialmente. En consecuencia, el juego de Irán, de inmiscuirse en las inmediaciones estadounidenses, así como el de Venezuela y Brasil (por razones distintas y con dinámicas diversas) de aceptar los guiños de un Irán, convertido en un actor que desafía al sistema mundial, encuentra su epítome en las tentaciones de Mefisto. Tentaciones que el mismo doctor Fausto sabía, tenían un precio.



[1] Una de las aproximaciones más comprensivas de la presencia iraní en América Latina es la de Karmon, Ely  “Iran and its proxy Hezbollah: strategic penetration in Latin America” Real Instituto Elcano, WP 18, 8.4.2009 disponible en http://www.realinstitutoelcano.org/ . Otros dos trabajos muy  interesante son  los de Malamud, Carlos y Carlota García Encina “Los actores extrarregionales en América Latina (II): Irán”, Real Instituto Elcano, ARI  Nº 124, 26.11.2007, bajado el 1.2.2010 http://www.realinstitutoelcano.org/ , así como Gratius, Susanne y Henner Fürtig “Iran and Venezuela: bilateral alliance and global power projections” FRIDE, abril, 2008 disponible en http://www.fride.org/ . Hay también varios analistas que han escrito artículos en diarios y revistas sobre el tema a lo largo de los últimos años, destacando: Miami Herald (Ian James y Andrés Oppenheimer), El Espectador (Fabian Calle) La Nación de Buenos Aires (Kevin Casas) , Aviation Week (Paul McLeary), Los Angeles Times (Daniel Erikson), Kaveh Afrasiabi (Asia Times), entre otros. Todos disponibles en sus respectivos sitios de internet a través de cualquier motor de búsqueda. En términos generales a la fecha de este escrito (enero, 2010), el Presidente iraní ha hecho cuatro viajes a América Latina y ha recibido a los Presidentes Correa, Chavez, Morales y Ortega en Teherán. El Presidente Lula, por su lado, tiene agendado (sujeto a confirmación)  un viaje a la capital persa a fines de este año. El viaje de Ahmedinejad a Brasilia provocó mucho revuelo en las principales ciudades del país anfitrión especialmente de parte de la comunidad judía que protestó oficialmente.

[2] Durante diciembre de 2009 se observaron en la prensa internacional numerosas notas acerca de las advertencias hechas a los países latinoamericanos por parte de la Secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton y la respuesta de su homólogo iraní, Manoucher Mottaki.

[3] Existen numerosos estudios que describen y alertan esta situación. Frecuentemente se mencionan a la Triple Frontera y la isla Margarita en Venezuela como puntos desde donde se canalizan grandes sumas de dinero hacia los líderes de la milicia en el Medio Oriente y financia campamentos de entrenamiento. De acuerdo a estimaciones del Comando Sur de los Estados Unidos, Hezbollah recauda U$S 300 - U$S 500 millones por año en América Latina. Ver: Lewis, Daniel “A South American frontier: The tri-border región, The Chelsea House Publishers, NY, 2006. Principal referencia sobre estos temas es el trabajo de Karmon, E.,  mencionado ut supra.

[4] Más detalles en Witker, Ivan “La conversión de terroristas en íconos o el síndrome de Herostratos”, Estudios Públicos N°111, Centro de Estudios Públicos, Santiago de Chile, 2008

[5] El caso AMIA ha generado incluso roces entre Argentina y Venezuela, cuyas relaciones durante el mandato de Nestor Kirchner fueron óptimas por los generosos préstamos para superar el default financiero bonaerense. El embajador de Chávez en Buenos Aires, Roger Capella debió ser sustituido después que criticase a la Justicia argentina en su proceder respecto a Irán. Los roces también provocaron que Nestor Kirchner no asistiera a la asunción de su aliado Rafael Correa para no encontrarse en Quito con el Presidente Ahmedinejad. Es altamente probable que la actitud de los Kirchner en este punto se deba básicamente a la gravitación de la comunidad judía en Argentina. En ambientes informales, funcionarios del gobierno argentino han señalado que Néstor Kirchner tendría, por lado paterno, ascendencia judía, asunto que ninguna autoridad del país se muestra a confirmar oficialmente. Tampoco existen terceras fuentes sobre el punto.

[6] Inicialmente, las investigaciones tropezaron con las enormes dudas acerca de qué pudo haber motivado esta expansión terrorista hacia América del Sur. También se hicieron públicas varias hipótesis argentino-céntricas de un presunto descontento del mundo musulmán por la participación de Buenos Aires en la primera guerra desatada por Estados Unidos contra Irak, aunque Irán era muy hostil al Irak de Saddam Hussein 1980-1988. Ese resentimiento musulmán se habría visto alimentado también por otros motivos. Los daños causados a Irak, financista de Egipto, y potencial beneficiario del proyecto misilístico Cóndor (desarrollado por Argentina y Egipto), abandonado por Menem por imposición de Estados Unidos. Luego estaría la decepción de Trípoli tras haber invertido fondos en la campaña electoral de Menem. Otro elemento de resentimiento musulmán con Argentina sería  la distancia que tomó Buenos Aires respecto del Movimiento de No Alineados en 1991 y su acercamiento a Estados Unidos. Por último, la desilusión experimentada por Damasco ante los diversos viajes de Menem a Medio Oriente en los que no visitó Siria (el país de sus ancestros), a la vez que se convertía en el primer Presidente argentino en viajar a Israel. Todas hipótesis excesivamente argentino-céntricas y carentes de efectivo poder explicativo.  En el proceso judicial se menciona que el atentado contra la AMIA sería en represalia por el fin de la asistencia técnica prestada por Argentina al desarrollo nuclear de Irán, decretada por el entonces Presidente Carlos Saúl Menem.

[7] Se trata del ex Presidente, Alí Akbar Rafsanjani, los ex ministros de Relaciones Exteriores Alí Akbar Velayati y de Información y Seguridad, Alí Fallahijan, así como del ex comandante de la Guardia Revolucionaria, Mohsen Rezai; también el ex comandante de las Fuerzas Quds Ahmad Vahidi y tres antiguos funcionarios de la embajada de Irán en Buenos Aires, Hadi Soleimanpour, Moshen Rabbani y Ahmad Reza Ashgari. Estos tres últimos eran miembros del Pasdaran y recibían órdenes directas de Vahidi. Rabbani, “agregado de prensa” de la embajada es mencionado en diversos actos terroristas de Hezbollah en el mundo.

[8] Según fuentes iraníes, la cancillería argentina pidió la reunión para tratar temas comerciales bilaterales. Tehran Times 28.2.2004.

[9] Antiguo comandante de la Fuerza Quds para operaciones especiales en el exterior. Desde el 2005 servía como viceministro de Defensa.

[10] Discurso pronunciado ante la Asamblea General de la ONU, 24 de septiembre, 2009.

[11] Baharvand reaccionó de esta forma al hecho que dirigentes de la comunidad judía en la Argentina y de la organización  Familiares y Amigos de las Víctimas del Atentado a la AMIA salieron a pedir que el Gobierno rompa relaciones diplomáticas con Irán.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Hasan Ghashghavi, aseguró que "los jueces argentinos son de los más corruptos que hay en el mundo", según la agencia de noticias oficial iraní IRNA."Argentina es bien conocida   todo el mundo por sus jueces corruptos", declaró Ghashghavi en su rueda de prensa semanal en Teherán a propósito de la investigación. Información obtenida en el sitio de la agencia oficial iraní IRNA, http://www.irna.ir/  

[12] Tras la nacionalización del petróleo iraní durante el gobierno de Mossadegh, Gran Bretaña amenazó con un bloqueo a las exportaciones petroleras iraníes. Teherán quiso re-orientar sus exportaciones petroleras hacia otros países, entre ellos, Argentina, país con el que compartía su declarada neutralidad durante ambas guerras mundiales (al menos, en el caso iraní, hasta la invasión de su territorio por la URSS y Gran Bretaña en 1941); un Tratado de Amistad suscrito en 1937; y la generalmente ignorada preferencia del sha Reza, padre del depuesto en 1979, de exiliarse en Buenos Aires y no aceptar la oferta de Isla Mauricio, adonde había sido enviado.
La oferta iraní de re-direccionar su petróleo hacia Argentina, a precios preferenciales, se oficializó en 1952-1953. Irán propuso una rebaja del 30% y aceptó cobrar en mercancías. Sin embargo la validación del negocio quedó sujeta a un acuerdo anglo-iraní. Sin ese acuerdo la operación difícilmente podía concretarse. A pesar del fuerte interés económico argentino no se cerró el trato. Presionado por Londres, a fines de 1952, el gobierno de Juan Perón suscribió una extensión a su acuerdo comercial de 1949 con el Reino Unido, que lo comprometía a adquirir a ese país 4 millones de toneladas anuales de crudo y derivados.

[13] Tratado de Amistad y Comercio, 1902, con entrada en vigencia en 1905. Tratado de Amistad, 1937. Acuerdo Cultural, 1965 con entrada en vigor en 1969. Acuerdo para evitar la Doble Imposición en la operación de sus compañías navieras en el transporte internacional, 1987. Acuerdo de Cooperación Nuclear (CONFIDENCIAL), 1988. Acuerdo Nuclear entre Argentina-Irán-OIEA (CONFIDENCIAL), 1988. Acuerdo de Cooperación Nuclear (CONFIDENCIAL), 1990. Memorándum de Entendimiento para el Desarrollo de Relaciones entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de Irán, 1990. Acuerdo de Cooperación Comercial, 1990.

[14] Mayor  información en León, Mariela y Marianna Parraga “Negotiations to purchase nuclear reactor from Argentina”, El Universal, México, 11.10.2005 y Niebieskikwiat, Natasha “Venezuela quiere comprarle un reactor nuclear a la Argentina” Clarín, 9.10.2005.

[15] Datos del viaje de Garretón y su entrevista con Reza Pahlevi se encuentran disponibles en “Fondo Histórico” del sitio del Ministerio de Relaciones Exteriores: http://www.minrel.cl/ 

[16] Mohammad Ali Ziaei, History of Diplomatic Relations between Iran and Latin American Countries, Hamshahri Online, January 5, 2007

[17] Información contrastable sobre este punto no existe. Versiones de prensa indican que en 1987 se habría efectuado la fallida “Operación Foxtrot” en cuyo marco el entonces coronel de Ejército Carlos Carreño (el mismo que fuera secuestrado por el Frente Manuel Rodríguez) viajó varias veces a Teherán. El 13 de enero de 2009, Carlos Cardoen  propietario de Cardoen Industries, que se había convertido en un importante fabricante de armas para el régimen iraquí, afirmó al diario La Tercera, que FAMAE intentó venderle a Irán un tipo de bombas, cuyo modelo original le fue robado a una de sus empresas. Según Cardoen, un ensayo con estas bombas habrían provocado un grave accidente de aviación en Irán, lo que motivó el enojo de las autoridades de Teherán y el fin del negocio.

[18] El Diario, Santiago de Chile 12.3.2009. Además, informes sobre la materia en la Superintendencia de Valores y Seguros de Chile, accesibles en su sitio http://www.svs.cl/ .

Offnews.info (Argentina)

 


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