Inteligencia y Seguridad Frente Externo En Profundidad Economia y Finanzas Transparencia
  En Parrilla Medio Ambiente Sociedad High Tech Contacto
Frente Externo  
 
30/06/2010 | Sin democracia

Sergio Sarmiento

En vísperas de las elecciones de este 4 de julio, los políticos me dicen que debo estar agradecido, que gracias a ellos vivo en una democracia. Quizá soy un desagradecido, pero no me parece que México esté realmente viviendo en una democracia.

 

En vísperas de las elecciones de este 4 de julio, los políticos me dicen que debo estar agradecido, que gracias a ellos vivo en una democracia. Quizá soy un desagradecido, pero no me parece que México esté realmente viviendo en una democracia.

Una democracia es un sistema en el cual el pueblo puede escoger a sus gobernantes e influir sobre las decisiones que afectan a la sociedad. El sistema político que tenemos en México no lo permite. Y lo lamento.

He dedicado la mayor parte de mi vida a tratar de construir una democracia. Participé en manifestaciones estudiantiles en 1968 y en los años subsecuentes. En 1971 publiqué mis primeros artículos en revistas y periódicos cuestionando el régimen autoritario. En 1976 voté por primera vez y me encontré con un sistema que se preciaba de democrático pero que nos negaba todo derecho a los ciudadanos. José López Portillo fue electo entonces presidente con el 100 por ciento de los votos oficiales, a pesar de que yo deposité un voto a favor de otro candidato, Valentín Campa, cuyos votos fueron anulados.

Desde esa elección supuestamente unánime, hemos tenido en México siete reformas electorales. Algunas han abierto caminos por lo menos a una pluralidad política. La de 2006 fue un enorme paso atrás. Después de todas estas reformas, el sistema político en México sigue siendo un pobre remedo de una democracia.

Es verdad que los políticos nos permiten cada tres años escoger entre varios miembros de su clase a quienes quieren ocuparán los jugosos cargos de gobierno o de legislación. Pero ellos y sólo ellos deciden quién puede tener el privilegio de postularse. A los votantes sólo se nos pide escoger entre el menos malo y el peor. Si queremos postularnos sin un partido a un puesto de elección, los políticos anularán todos nuestros votos, igual que lo hicieron con los sufragios por Valentín Campa en 1976.

A los ciudadanos se nos prohíbe contratar tiempos de radio y televisión para cuestionar o apoyar a algún candidato. Discutir temas políticos es un monopolio de los partidos. Pero a los ciudadanos, a quienes se nos prohíbe aspirar a cargos de elección popular, a quienes no se nos deja comprar tiempos en medios electrónicos para expresar nuestros puntos de vista, a quienes sólo se nos permite escoger entre las opciones que nos dan los partidos el día de elección, se nos obliga a pagar todos los gastos de la clase política.

El dinero que nos quitan es manejado por unos cuantos líderes. Ellos se encargan de escoger a los candidatos, de administrar el dinero de los partidos y de las campañas, de decidir qué mensajes pueden difundirse en radio y televisión.

Cuando los miembros de esa clase política llegan a cargos de responsabilidad, toman medidas para beneficiarse a sí mismos y a sus líderes sin preocuparse nunca por los ciudadanos que dicen representar. Cobran impuestos sin otorgar servicios a los ciudadanos. Mantienen un sistema que ha hecho que un país con tanto potencial productivo como México siga sumido en la pobreza.

No, no tengo por qué estar agradecido. Los mexicanos no vivimos en una democracia real. Sufrimos bajo un sistema autoritario que en poco se distingue del que en 1976 anuló todos los votos por el candidato que no había sido previamente aprobado por la clase política.

Asuntos Capitales (Mexico)

 



Otras Notas del Autor
fecha
Título
18/10/2013|
27/02/2013|
22/09/2011|
30/04/2011|
30/04/2011|
26/12/2010|
24/01/2010|
21/11/2009|
21/11/2009|
03/10/2009|
31/08/2009|
25/08/2009|
29/08/2008|
29/08/2008|
15/06/2006|
24/05/2006|

ver + notas
 
Center for the Study of the Presidency
Freedom House