El comercio, no la política, ha sido el factor de desarrollo y crecimiento en todos los países del mundo. Si se observa a países que hace unas décadas estaban sumergidos en la pobreza y hoy han salido o están saliendo adelante, mejorando el nivel de vida de su población, se podrá constatar que primero desarrollaron el mercado externo insertándose en el mercado internacional y luego, como consecuencia natural de ello, se desarrolló su mercado interno.
Es curioso que personas con cargos públicos y supuesta experiencia en la materia sostengan exactamente lo contrario: que primero hay que desarrollar el mercado interno y luego salir a vender afuera. Ningún país se desarrolló de esa manera. Los ejemplos abundan: Corea, Japón, Taiwán, Singapur, Tailandia, Chile, México, Irlanda.
En cuanto a la política en sí misma, en Europa el Parlamento Europeo adquirió importancia solamente desde el momento en que el mercado común (es decir, el aspecto económico y comercial) ya estaba constituido y funcionando a pleno. En el Mercosur hacer funcionar un Parlamento, como se pretende, cuando existen tantas tareas pendientes, tantos incumplimientos, tanta olímpica ignorancia de la vigencia de las normas comunes y obligatorias, parece un despropósito. Sería poner el carro delante de los caballos.
Por otra parte, dado que solamente, según cifras oficiales, un 47 por ciento de las normas se internalizan y aún dentro de las mismas una proporción aún menor se cumple, tendríamos un Parlamento que dictaría más normas que tampoco en gran parte, dados nuestros díscolos antecedentes, se cumplirían.
Finalmente, una entidad supranacional con tales poderes sería inconstitucional en los cuatro países miembros. El Dr. Lacalle, firmante del Mercosur original, comercial y económico, no político, nos da su punto de vista de oriental y nacionalista. Coincidimos plenamente con él y lo felicitamos por su constante tarea de defensa del Mercosur del Tratado de Asunción.
