La detención de Strauss-Kahn revoluciona la carrera de las presidenciales de 2012 La noticia de la detención de Dominique Strauss-Kahn, director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), en Nueva York, acusado del intento de violación de una limpiadora en un hotel, ha sacudido de arriba abajo a la clase política francesa.
Los especiales continuos de televisión y de radio en el que desfilaban
políticos y analistas que iban de la estupefacción a la sorpresa se sucedieron
durante todo el día. No en vano, Strauss-Kahn, de 62 años, más allá de su
importante cargo en el FMI, considerado uno de los hombres más poderosos del
planeta, era, además, el dirigente político francés con más probabilidades de
convertirse, en 2012, en el nuevo presidente de la República, descabalgando a
Nicolas Sarkozy del cargo.
Campeón
recurrente de los sondeos y de las encuestas políticas desde hacía más de un
año y medio, DSK, como se le conoce en Francia, se había convertido, desde la
lejanía de Washington (tenía prohibido hablar de temas nacionales en virtud de
su cargo) en una suerte de mesías para cierta parte del socialismo francés. Y
para el presidente, Nicolas Sarkozy, que ayer guardó un explícito silencio
sobre el asunto, era simplemente el enemigo a batir.
Así, el bombazo
informativo de su ingreso en una comisaría de Harlem acusado de asaltar a una
empleada del hotel y de haber huido después a toda prisa dejándose el móvil en
la habitación, amenaza con cambiarlo todo en el mapa político francés, imbuido
ya en la dinámica de las elecciones del año que viene.
De hecho, desde
hacía casi un año, todo el mundo se hacía la misma pregunta en París: ¿cuándo
decidirá Dominique Strauss-Kahn presentarse a las primarias socialistas?
¿Cuándo aceptará el reto de aspirar a derrotar a Sarkozy en las elecciones
presidenciales de 2012?
Ayer mismo, dos
periódicos, Le Parisien y Le Journal du Dimanche, publicaban sendas encuestas
(efectuadas antes de que Dominique Strauss-Kahn fuera detenido) en las que el
actual director gerente del FMI aparecía, por una parte, como favorito para
ganar las primarias socialistas de otoño y, por otro, como el mejor colocado
para ganar las elecciones presidenciales del año que viene.
Pero todo eso ha
cambiado, claro. El Gobierno de Sarkozy -y la mayoría de los diputados del jefe
del Estado- prefirieron guardar silencio sobre el asunto. El portavoz del
Gobierno, François Baroin, se limitó a recordar "la presunción de
inocencia". Pero el diputado conservador Bernard Debré aseguró que la
noticia constituía "una humillación para el Fondo Monetario Internacional
y para Francia". Marine Le Pen, la presidenta del ultraderechista Frente
Nacional, siempre presta a saltar y a comentarlo todo, afirmó, que la carrera
de Strauss-Kahn "está completamente desacreditada", añadió que la
fama de obseso sexual que le persigue "era algo que todo el mundo conocía
en París" y concluyó: "No me extraña lo que ha ocurrido".
[Sin embargo, el
ministro francés de Cooperación, Henri de Raincourt, no excluyó que se le
hubiese tendido una trampa a Strauss-Kahn. Pero abogó por dejar que la justicia
haga su trabajo antes de sacar conclusiones precipitadas.]
Si la noticia
resultó una conmoción en la vida política de Francia, dentro del socialismo
francés tuvo el efecto simple de un terremoto. Los rostros estupefactos,
expresando en televisión a la vez la irrealidad y el asombro de los principales
líderes socialistas eran suficientemente explícitos. Dentro de un mes y medio
se acaba el plazo para presentar las candidaturas a las elecciones primarias
que el Partido Socialista francés (PS) va a celebrar en septiembre y de las que
saldrá el futuro rival de Nicolas Sarkozy. Y la detención del principal
favorito a ganar estas primarias -aunque aún no había decidido presentar su
candidatura- y su descrédito creciente lo revoluciona todo.
Martine Aubry,
primera secretaria del PS, que guardaba una suerte de pacto de no agresión con
DSK consistente en no presentarse uno en contra del otro, decidirá seguramente
dar un paso adelante y postularse. Aubry, seria, tensa, parca en la defensa de
su compañero, aseguró ayer que los socialistas deben permanecer "unidos y
responsables".
Ségolène Royal, candidata
ya declarada a estas primarias, apeló a la "presunción de inocencia".
François Hollande, ex primer secretario del PS y ex marido de Royal, también
candidato declarado a estas primarias, se declaró "estupefacto" y
calificó la noticia de "terrible".
La más que
probable salida de la carrera de Strauss-Kahn recoloca a todos los candidatos:
empuja a Aubry a decidirse, reflota a Royal, que desfallecía en los sondeos,
empuja a la primera posición a Hollande y, muy probablemente, hará que surjan
nuevos nombres, atraídos por llenar el gran vacío que, si las acusaciones se
confirman, dejará Dominique Strauss-Kahn.
Mientras, la
sociedad francesa asistía con la misma boca abierta a algunas de las variantes
de la noticia: algunos dirigentes socialistas seguidores de DSK hablaban de un
complot internacional, de una trampa tendida a su líder, al que no reconocían
en la figura de un violador. La mujer de Strauss-Kahn, Anne Sinclair, aseguraba
que no creía "una palabra de la acusación" y Le Figaro, en su página
web, desempolvaba el caso de una periodista que acusaba a Dominique
Strauss-Kahn de haber querido abusar de ella en 2007.