El exitoso resultado electoral de Bildu, una alianza de socialdemócratas, soberanistas y la izquierda abertzale, en las elecciones municipales del último 22 de mayo en España, consolida la opción de abandono de la violencia de los que hasta hace muy poco formaban parte de la base política de la organización terrorista ETA.
Marian Beitialarrangoitia y Txelui Moreno, acompañados por otros dirigentes
de la ex Batasuna (brazo político de ETA), señalaron en una conferencia de
prensa que los “excelentes” resultados obtenidos en las municipales, legitiman
la opción adoptada por su ilegalizada organización de apostar por “las vías
exclusivamente políticas y democráticas”. Así mismo, Pello Urizar, líder de
Eusko Alkartasuna, una de las tres fuerzas que integran Bildu, fue más allá al
destacar que a su juicio, los resultados electorales “implican la retirada
definitiva de ETA”.
Aunque claro, es a los clandestinos dirigentes de ETA a quienes corresponde
ahora reconocer su fracaso y proclamar su disolución. La banda terrorista no
sólo se encuentra golpeada y reducida al mínimo por los órganos de seguridad
españoles, sino que, ya rechazados por la sociedad vasca, ahora está aislada de
sus propias bases políticas.
En este contexto de aislamiento y fracaso, no es casual que hasta el propio
gobierno cubano, en una muestra de realismo político, haya cortado el apoyo
operativo que les facilitaba a los militantes de la banda refugiados en Cuba,
para desplazarse hacia España y Francia u otros países.
En todo caso, el cambio de actitud hacia ETA del gobierno de Raúl Castro ha
acentuado las divisiones en el seno de la ya convulsionada comunidad etarra en
la isla, pues por un lado, los más radicales, en un gesto de indisciplina sin
precedentes, han hecho pública esta situación y de hecho acusan a las
autoridades cubanas de ser sus carceleros. Otros prefieren el silencio.
En una carta fechada en La Habana, el 8 de febrero del 2011, y enviada a
medios de comunicación allegados a la izquierda abertzale, los veteranos etarras
Elena Bárcena Argüelles, alias Tigresa, y Francisco Javier Pérez, alias Niko,
dicen rechazar “la actitud de las autoridades de este país, que nos condena de
facto a cadena perpetua, en un marco además de absoluta inseguridad jurídica”.
Según los autores de la misiva “la única opción que han dejado abierta es acudir
a la embajada española y confiar en que allí se dignen a conceder un pasaporte…”
Hay que señalar que ambos tienen sus causas penales prescritas en España,
pero se niegan, “por cuestiones de principio”, a proveerse de pasaportes legales
en la Embajada española. O será que necesitan de la documentación falsa,
provista hasta hace poco por el gobierno cubano, para poder continuar sus
actividades delictivas sin ser detectados por las autoridades en Europa.
Otros miembros del colectivo de ETA en Cuba
hubieran preferido que la carta no se publicara por temor a que la
descalificación del régimen castrista irrite al gobierno cubano y provoque un
mayor deterioro de las relaciones. Aunque no es de extrañarse que algunos de
ellos ya hayan optado por la opción política. De hecho, no fue ningún medio de
la izquierda abertzale el que publicó el texto, sino el periódico El País a mediados del mes de mayo pasado.
Vale la pena señalar, de paso, que al gobierno de Raúl Castro la crisis de
ETA le ha servido para incrementar el grado de comunicación con las autoridades
españolas y no comprometer, a causa de una organización terrorista derrotada y
dividida, sus relaciones bilaterales con España. Así mismo, quizá estemos
presenciando el fin de la amalgama hecha por el castrismo entre terrorismo y
movimientos de liberación nacional. Incluir a ETA entre estos últimos sólo ha
servido para descalificarlos.
Más allá de que ETA se encuentre sin santuarios y en franca retirada, siempre
existe el riesgo, que los más recalcitrantes, como los firmantes de la carta de
La Habana, persistan en la práctica del terrorismo y continúen en una lucha
fracasada. Ojalá no se produzca; de lo contrario será el momento de observar si
de verdad la izquierda abertzale ha optado realmente por “las vías
exclusivamente políticas y democráticas”, pues su condena y rechazo no puede
hacerse esperar. Se juega su prestigio.
Periodista argentino
residente en París.