En una comparación chabacana pero bastante ilustrativa Tabaré Vázquez comparó la actitud de bloqueo terrestre  que sufre Uruguay hace más de dos meses, con esa imagen tanguera en que el malevo "faja" a la "mina" de antemano porque algún día le va a ser infiel. Hace solo unos días el Presidente Kirchner al abrir las sesiones de la Legislatura Nacional improvisó una lacrimógena letra, digna del gran Homero Manzi, que con música de Fiorentino podía haber hecho furor en las noches porteñas de la década del 40. Confieso que al observar la escena supe que el gobierno Uruguayo iba a ceder.

La respuesta en cambio me sorprendió: Como si fuésemos un país en serio el vicepresidente uruguayo Nin Novoa dijo que el planteo de Kirchner era impertinente, y todo el elenco gubernamental afirmó que Uruguay es un estado de derecho en el que las autorizaciones para estas cosas no se dan y se quitan según el antojo de los gobernantes sino según normas conocidas, estables e iguales para todos. ¡Chapeau! ¡Estamos en el camino correcto!

Hasta el momento en que nos enteramos de lo contrario los uruguayos estábamos convencidos de que la suspensión de las obras no era un tema negociable y que Uruguay no negociaba con los puentes cortados; Vázquez lo reiteró en una conferencia de prensa que dio en el propio aeropuerto antes de tomarse el avión que lo llevaría a Chile. ¡Pues el gobierno negoció la suspensión de las obras y negoció con los puentes cortados! ¡Giramos 180 grados en unas pocas horas, la velocidad angular de la diplomacia uruguaya merece figurar en el libro Guiness!

¿Qué va a cambiar de aquí al 9 de junio? No existe experto en el mundo que pueda convencer de nada a quien no quiere ser convencido. No existe informe que pueda convencer a los "ambientalistas" que desde hace dos meses bloquean los puentes.

La posición de los ambientalistas no ha tenido hasta este momento sustento racional alguno, han bloqueado por tres meses a un país vecino, socio y amigo porque tal vez dentro de varios años unas plantas de celulosa contaminen el río. ¿Dentro de noventa días se van a volver razonables por arte de magia?

Por otra parte, ¿Qué técnico serio va a producir un informe categórico respecto del grado de contaminación que eventualmente producirían un par de plantas que apenas han comenzado a construirse? Este tema lleva años de discusión ¿Hay algo para decir en estos noventa días que no se haya dicho ya? ¿Queda alguien por opinar? Si esta era la solución a la que estaba dispuesto el gobierno uruguayo nos podríamos haber evitado dos meses de bloqueo. Si es producto de la convicción y no de la presión, ¿Por qué no se hizo antes de la temporada turística?

Detener definitivamente la construcción de las plantas de celulosa en Uruguay es políticamente imposible. Es una inversión que entre ambas plantas representa cerca del 15% del PBI anual del país. Entre Ence y Botnia hoy dan trabajo directo a 1500 personas y en virtud de la compra de insumos y servicios otros tantos son empleados por diferentes proveedores. Tal vez pueda paliarse esta situación por tres meses apelando a algún seguro de paro que se invente a medida a costo del erario ¿Pero pararlas definitivamente y dejar a la gente a la vera del camino? Es imposible.

Si las plantas de celulosa no se construyen después de haber obtenido la habilitación luego de un proceso de años y si esa chimenea queda allí como vestigio de una ilusión, el daño a la seguridad jurídica de los potenciales inversores será de tal magnitud que nadie estará dispuesto a arriesgar en Uruguay un capital mayor que el necesario para abrir una panadería.

Argentina ha mandado su mensaje a los inversores: "Uruguay está bien para inversiones chicas, pero los negocios grandes se hacen de este lado o se atienen a las consecuencias".

A la interna de la política Uruguaya la sensación es que Vázquez ha dado un salto mortal sin red, que ha cometido  un grave error, posiblemente el más grave de lo que va de su mandato. Hace unos días señalábamos el excelente negocio político que hacía el gobierno con este conflicto al contar con el respaldo unánime de la sociedad.

Pero además, los partidos de oposición le habían dado todo su respaldo al gobierno. Vázquez los reunió en Casa de Gobierno, les pidió el apoyo y estos se lo dieron. Lo menos que correspondía era que los consultaran o al menos que les avisaran. Va a ser muy difícil para Vázquez volver a contar con blancos y colorados cuando enfrente otra situación difícil y todavía le quedan cuatro años para enfrentar problemas.

A pesar de que solo han pasado unas horas del anuncio del acuerdo, el sentimiento de haber sido defraudados por el Presidente es generalizado y trasciende las definiciones partidarias. Los incondicionales a lo sumo dicen: "El sabrá por qué lo hizo".  Pero no hay que ser muy sagaz para saber cómo iba a caer esta decisión en los uruguayos.

Lo más asombroso de esta situación es que la propuesta de Kirchner tiene más de una semana y durante ese lapso fue claramente rechazada y ninguna declaración de ningún funcionario alentaba una salida sobre esas bases. Incluso la conferencia de prensa en el aeropuerto delata que Vázquez no sabía que veinticuatro horas después iba a aceptar la propuesta tal y como fue formulada originalmente. ¿Qué le prometió Kirchner a Vázquez para que este diera un aparente salto al vacío? Si algo caracteriza al Presidente uruguayo es su fina percepción de lo que le beneficia y lo que le perjudica políticamente. ¿Cayó en una trampa? ¿Tiene un as en la manga y terminará sorprendiéndonos a todos o ha perdido súbitamente esa percepción? A lo sumo en  91 días lo sabremos.

Carlos Álvarez es Coordinador de Programas en Uruguay del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina www.cadal.org