Raras veces, afirma el analista conservador Rich Lowry, un candidato ha parecido “tan inevitable y tan débil” como Mitt Romney.

Mientras Romney expresaba confianza en su triunfo, sus ayudantes y algunos analistas subrayaban que es matemáticamente imposible que pierda la candidatura.

Pero seguidores del ex senador Rick Santorum exhortaban a los otros dos aspirantes –el ex presidente de la Cámara, Newt Gingrich, y el diputado Ron Paul– a dejar la carrera para dejar de dividir el bloque conservador, lo que según ellos facilita la marcha de Romney.

Pero es el señalamiento de Lowry, en la página internet de la revista derechista The National Review, lo que mejor refleja el estado de las elecciones primarias del Partido Republicano, convertidas en una batalla entre la realidad y la percepción, en la que hasta el momento gana la percepción.

Para muchos especialistas políticos y partidarios de Romney el punto es simple: el aspirante puntero en la carrera por la nominación del Partido Republicano tiene mejor organización y más financiamiento que los demás candidatos juntos, ha logrado más delegados que la suma de sus rivales y está en una situación que lo hace el candidato ineludible.

Rich Beeson, jefe de campaña de Romney, divulgó a los medios un memorando en el que señalaba que “ninguno de los oponentes tuvo éxito en reducir la ventaja (de Romney)” y hacía notar que sólo hay dos fechas en el calendario de las elecciones primarias cuando se ponen en juego más de 200 delegados a la vez: el 24 de abril, con 231, y el 5 de junio, con 299.

Y según Beeson, aún si Romney quedara en segundo lugar en cada uno de los 30 estados donde faltan por realizarse las elecciones internas, acumularía suficientes delegados para ser electo candidato.

Pero sus rivales aún tienen la esperanza de evitar que la Convención Nacional Republicana de agosto se convierta en una coronación.

Ganó sin convencer

En alguna medida, se esperaba que el Supermartes, llamado así porque concentró esta vez la votación en diez estados, sería el momento en que Romney confirmaría el aura de inevitabilidad que ha tratado de cultivar. Pero otra vez, aunque ganó, no convenció.

De acuerdo con todos los análisis en Estados Unidos, salvo los más partisanos, Romney tiene aún problemas para convencer a una parte importante de las bases de su partido y “cerrar el trato” con quienes supuestamente deben aceptar su liderazgo para tratar de evitar la reelección de Barack Obama y sacarlo de la Casa Blanca.

La renuencia a aceptar la candidatura de Romney refleja las divisiones internas entre los republicanos.

Pero al mismo tiempo, según la contabilidad oficiosa de la cadena NBC, Romney tiene 338 delegados, Rick Santorum 114, Newt Gingrich 112 y Ron Paul 30, lo que refleja lo que ya parece una abrumadora ventaja. El aspirante que gane será el que loge conjuntar mil 144 delegados, una suma que algunos creen que Romney podría lograr a fines de mayo.

El propio Romney subrayó ayer que “tenemos el tiempo, los recursos, y un plan para lograr todos los delegados. Creemos que eso estará hecho antes de la convención” de agosto en Tampa, Florida.

En declaraciones a la cadena de televisión por cable CNBC, el aspirante aseguró además que “de seguro puedo decir que no habrá una convención negociada en la que llegue alguien nuevo y se convierta en el nominado. Va a ser una de las cuatro personas que aún estamos en competencia”.

No conecta con la gente

Pero la percepción política es otra cosa y de hecho, aunque puede alegarse que Romney tiene afianzada la candidatura de su partido, no ha logrado asegurar el entusiasmo ni la fidelidad de sus bases, y mucho menos “conectado”con ellas.

Santorum y Paul, el cuarto candidato, son vistos como los más cercanos a sus votantes, los que “comprenden” sus circunstancias y sus problemas.

Romney, en cambio, es el hombre del aparato republicano, el rico ex gobernador hijo de otro ex gobernador, capaz de hacer apuestas de diez mil dólares, que considera ganar 320 mil dólares anuales por discursos como “un poco de dinero” y que consigna que su esposa maneja “un par de Cadillacs”.

Así las cosas Romney puede ser el vencedor final, pero eso no quiere decir que sus adversarios vayan a rendirse o estén dispuestos a allanarle el camino: luego de semanas de abstenerse de ataques directos, los principales adversarios de Romney comenzaron ya no tanto a criticarse entre sí, sino en el caso de Santorum, a llamar a través de sus allegados para que Gingrich abandone la campaña y deje de dividir el voto y los recursos del bloque conservador.

Con todo, es de esperarse que alguno de ellos, si es que no los tres aspirantes en desventaja, busquen llegar a la convención menos con la esperanza de negarle a Romney la candidatura presidencial republicana que de presionarlo más para que asuma compromisos mas firmes con la derecha.

Religión de Mitt Romney le restó votos del Supermartes

El ex gobernador de Massachussets y aspirante a la candidatura presidencial, Mitt Romney, tuvo poco arrastre en cuatro de los diez estados que votaron el Supermartes debido a su religión mormona.

Jemila M. Woodson, vocera del Foro sobre Religión y Vida Pública del Centro Pew de Investigación (Pew Research Center), reveló a Excélsiorque, de acuerdo con sus encuestas de salida, Romney no convenció a los votantes blancos evangélicos ni a los cristianos conversos en Georgia, Dakota del Norte, Oklahoma y Tennessee, entidades que perdió en el Supermartes.

Según la profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Emory, Andra Gillespie, la religión de Romney despertó incluso “un debate en los círculos cristianos sobre si el mormonismo es una parte de la corriente principal del cristianismo. Este tipo de debate pudo perjudicar a Romney entre los evangélicos”, apuntó.

“Muchos votantes republicanos de los bastiones más conservadores (en el sur del país) ven a Romney con recelo y piensan que es inconsistente o incluso hipócrita”, agregó.

Romney le da votos a Obama

Por su parte, la organización Proyecto para el Voto Inteligente consideró que las declaraciones de Romney contra los indocumentados ha unido a los latinos en torno a Barack Obama.

Obama prometió el martes presentar una propuesta de reforma migratoria si es reelegido.

**José Carreño Figueras/ Especial y Carmen Álvarez con información de AFP