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02/05/2006 | Nacionalismos, Terrorismo ideológico y el mal llamado Proceso de Paz

Francisco Alcaraz Albero

Desde los inicios de nuestra Democracia se ha acusado siempre de excesivo centralismo a los diferentes Gobiernos que se han ido sucediendo y actualmente se ha debatido sobre la idoneidad de nuestra Constitución respecto a los tiempos que vivimos.

 

Por desgracia, su interpretación al antojo de algunos ha posibilitado que nuestra España de hoy empiece a despedazarse.

Gracias al proceso de globalización imparable, al impacto y efecto de las telecomunicaciones y medios de comunicación, en menos de treinta o veinte años, o quizás en menos tiempo, ha sido posible cambiar el destino de una nación como España a través de la Formación y Educación de sus ciudadanos. En la actualidad podríamos introducir el término de terrorismo mediático al uso de algunos medios en toda esa labor educativa. En algunos casos, la percepción de la realidad y la modificación de la misma durante varias décadas ha desencadenado un sentimiento ultranacionalista político que ha dado lugar a su vez a un terrorismo ideológico al servicio de destruir o cimentar un nuevo "orden", de crear una sociedad nueva, un modelo estatal diferente.

Durante todo este tiempo, en varias Comunidades Autónomas se ha impuesto una educación basada en unos nuevos valores nacionalistas que ha posibilitado que generaciones actuales hayan crecido con el convencimiento de que España es una nación que oprime a otras "naciones". No se respeta el principal idioma oficial de todos los españoles y el uso fluido y titulado de otras lenguas regionales está premiado por encima del castellano en el acceso a su Administración local. Ni tan siquiera muchos de nuestros pequeños tienen la opción de una Educación íntegra en castellano puesto que la mayoría de las asignaturas no responden a ese criterio. Es por tanto una cuestión de imposición y no de respeto. No se da la oportunidad de elegir y eso no es en absoluto democrático por mucho que otros piensen demostrar todo lo contrario. Según argumentan en voz alta, es una revancha por imposiciones pasadas, ¿alguien lo entiende? Si ZP, seguro que si.

Tratar el tema del terrorismo ideológico o ultranacionalista es sin lugar a dudas una cuestión de Estado pero principalmente de educación. La importancia de la educación en valores puede hacerse de varias formas, en diferentes grados y en múltiples direcciones. Según se lleve a cabo se logrará una mayor efectividad en un sentido u otro. El papel de la educación es asimismo esencial para que logre sus objetivos. Mediante la enseñanza reglada se prepara el camino de nuevas generaciones dispuestas a defender nuevos ideales que han absorbido durante su proceso de aprendizaje escolar y que posteriormente y de modo generacional le han acompañado en su desarrollo evolutivo personal condicionando un clima muy similar y dando lugar a su vez a un radicalismo político dispuesto a todo con tal de alcanzar sus objetivos. Seguramente, hoy, el sentimiento nacionalista de muchos ciudadanos de varias regiones de nuestra nación no es ni mucho menos el mismo que el de hace varias décadas.

Nuestra Constitución del 78 ofrece una cobertura harmoniosa más que coherente. Todos tenemos cabida en ella y nos ofrece una estabilidad que algunos se atreven a cuestionar. Quizás para los objetivos de ZP no. El Partido Socialista ha acelerado todo el proceso y ha dado un gran impulso a la pérdida de nuestra propia identidad nacional. La situación política española ya no es preocupante es ahora alarmante. Nuestra vieja piel de toro empieza a tener alguna fisura y los responsables de coserla se encargan de rasgarla aún más si cabe. Muchos son los personajes notorios y visibles en la Historia de España que en los momentos más decisivos la han llevado a las fronteras del abismo. Actualmente, son innumerables los que posee este desastroso Ejecutivo que actúa como si de inmortales se tratasen obviando la realidad del día a día y las demandas de sus ciudadanos. Las irresponsabilidades políticas de este Gobierno se han ido sucediendo hasta llegar al convencimiento de que la España de hoy es mejor que la anterior al 11M.

Tras dos años de desgobierno socialista los editoriales de ciertos medios de comunicación hablan por si solos y hacen gala de un terrorismo mediático que no ofrece dudas. Señalan que en el ecuador de esta legislatura España es más moderna, más rica y más pacífica. Al Partido Socialista le faltó en su programa decir muchas verdades. Es cierto que ha cumplido con lo prometido. Supuestamente se retiró de Irak, nos mandó a otros escenarios, no menos peligrosos, y terminó por cargarse nuestra política exterior. En definitiva, gente con un "talante" irresponsable que ha tomado decisiones precipitadas y que ha anulado nuestro papel en el mundo. Pero para poder empezar a verlo todo claro es necesario ir al trasfondo del proyecto de ZP. Su idea principal y única finalidad no es España, es desgajar y despedazar al principal partido político de la oposición y mantenerse en el poder a costa de lo que sea.

Seamos francos, contentando a los nacionalistas pretenden tener aliados incondicionales que les sujeten a la silla de Madrid de forma indefinida y la cuestión principal reside en la cesión de soberanía, en la concesión política. El silencio vasco durante todo este otoño e invierno, mientras se negociaba el Estatuto catalán, ha sido cuanto menos sospechoso e inquietante. Ahora ya todo se ve mucho más nítido. Por fin van a lograr sus objetivos y una vez más, como de costumbre, una minoría queda por encima de la inmensa mayoría. Tanto el Estatuto como el mal llamado Proceso de Paz o Alto el Fuego son una burla y un insulto a los cientos y cientos de muertos y familias destrozadas que han luchado por unos ideales que no son negociables.

La única vía posible con asesinos que disparan por la espalda y que matan a mujeres y niños indefensos no es darles lo que piden, no es pagar un precio político, no es sentarse a negociar con gente encapuchada, es simplemente usar nuestra Democracia con toda la firmeza posible para acabar con ellos. Sólo hay una única solución, es hora de reinventarse para poder parar todo este proceso. Es el momento de alzar la voz.

Francisco Alcaraz Albero es Doctor en Historia y ex Asesor del Ministerio de Asuntos Exteriores.

Diario Exterior (España)

 



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