Las tropas francesas y malíes se adentraron el sábado en Gao, la mayor ciudad del norte de Malí que permanecía en manos de varios grupos armados desde el año pasado. Sin dejar de ser importante, pues Gao -80.000 habitantes- era en cierto modo la capital de ese especie de estado yihadista nacido en 2012, los militares tienen un símbolo pendiente: Tombuctú.

La ciudad puede caer en breve, según anunciaba ayer París, mientras militares de los dos países llegaban a la localidad sin apenas resistencia. De esta forma, sólo quedaría en manos rebeldes una capital regional, Kidal.

¿Qué hay detrás de esa simbología de Tombuctú, de apenas 50.000 habitantes? La mítica ciudad africana, fundada hace mil años por los tuaregs, ha sido meca de decenas de viajeros y aventureros, albergue de caravanas, inspiración de novelistas, taller de artesanos, músicos y arquitectos, conservadora de archivos con parte importante de la historia de África y el Islam y con un patrimonio arquitectónico y religioso sin igual en la región.

Las barbaridades cometidas en los últimos meses por yihadistas y terroristas en Tombuctú, 900 kilómetros al norte de Bamako, han ido más allá de las ejecuciones y amputaciones de ciudadanos, prohibición de música y obligación de taparse a las mujeres al amparo, supuestamente, de la versión más radical de la «sharía» (ley islámica), como ha ocurrido también en otras localidades bajo su autoridad.

Los habitantes de Gao celebraban este domingo la liberación de la ciudad bailando y tocando instrumentos por las calles, informa Reuters.

Patrimonio de la Humanidad

El riquísimo patrimonio histórico y cultural de Tombuctú, Patrimonio de la Humanidad desde 1988, ha sido objeto constante de ataques denunciados por la población local y la Unesco, que teme seriamente por la suerte que hayan podido correr los riquísimos archivos de la villa.

Miembros de Ansar Dine, uno de esos grupos yihadistas que controlan la ciudad, se responsabilizan de la destrucción de numerosos mausoleos en los que se encontraban enterrados santones y sabios cuyos legados siguen muy enraizados en la tradición local. Pero no prevé el Islam, entienden los radicales, que nada ni nadie haga sombra a Alá.