El ritual vaticano tiene una grandeza y una sofisticación extraordinarias. Las columnas del altar mayor de la basílica de San Pedro, obra de Bernini, simbolizan muy bien el sentido escénico de la Iglesia de Roma. Esa columnata fue construida con el bronce arrancado del Panteón, el templo pagano del centro de Roma, desde hace siglos convertido en iglesia. "Lo que ni hicieron los bárbaros lo hicieron los Barberini", decían los romanos, irritados con la decisión del papa Urbano VIII. Una barbaridad, pero el baldaquino de Bernini es bellísimo.

La misa pro eligendo romano Pontifice ha sido todo un compendio de la ritualidad romana. Ha oficiado el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado con Juan Pablo II y actual decano del colegio cardenalicio. Ha cumplido ya los ochenta años y en consecuencia no podrá votar en el cónclave.

Sodano, sin embargo, ha tenido estos días un papel muy importante. En tanto que cardenal decano, a él le ha correspondido la dirección de los debates previos al cónclave. Sodano, un hombre que sigue siendo muy influyente en la curia romana, aparece estos días como el gran propulsor de la candidatura del obispo brasileño Odilo Pedro Scherer, que iría acompañada de un secretario de Estado italiano de línea continuista. Que todo cambie para que algunas cosas sigan igual a orillas del río Tíber.

Frente a la candidatura de Scherer, de interesante resonancia mediática, el cardenal de Milán, Angelo Sodano, apoyado especialmente por los obispos centroeuropeos, dibuja un perfil más doctrinal -en la línea de Benedicto XVI- y menos vinculado a la curia. Las dos candidaturas podrían llegar a bloquearse mutuamente, dando paso a una tercera vía, que podría recaer en el cardenal canadiense (quebequés) Marc Oullet, el estadounidense Timothy Dolan, o en el cardenal húngaro Peter Erdö. La elección, por tanto, se presenta muy abierta.

Sodano representa la quintaesencia de la curia. Su homilía, seca, precisa, casi administrativa, ha puesto énfasis en la unidad de la Iglesia y ha pedido al nuevo Papa entusiasmo y capacidad de sacrificio. El agradecimiento a Benedicto XVI, frío. Fríos, también, los aplausos.

¿Será Angelo Sodano, piamontés, corpulento, sólido, frío, político, el king maker del cónclave que hoy comienza?