La elección del papa Francisco ha cogido por sorpresa a la ciudad de Roma y a buena parte del mundo. El nombre del cardenal Jorge Mario Bergoglio no figuraba en la rosa de candidatos elaborada por los medios de comunicación con el apoyo inestimable de fuentes eclesiales. Nadie -o casi nadie- especulaba con la posibilidad de que un jesuita fuese el sucesor de Benedicto XVI; un jesuita que en el cónclave de 2005 recibió unos 40 votos en la primera votación, votos testimoniales (más que ser alternativa a Joseph Ratzinger, recogióvotos de agradecimiento a Carlo Maria Martini, entonces ya enfermo, también miembro de la Compañía de Jesús y gran contrapunto del pontificado de Juan Pablo II.

 A título de borrador, unas primeras claves de la elección:

1) El 'partido americano'. Muchos cardenales del continente americano han asistido al cónclave con fuertes deseos de reforma, conmovidos por la renuncia de Benedicto XVI y preocupados por las noticias escandalosas provinentes de Roma en los últimos tiempos. Los cardenales de Estados Unidos han sido especialmente activos. La Iglesia de EE.UU. tiene peso en el mundo católico, pero un cardenal estadounidense difícilmente podría ser elegido Papa.

 2) La 'tercera vía'.  Parece evidente que las candidaturas incialmente más fuertes, la del cardenal brasileño Odilo Pedro Scherer, especialmente apoyada por la Curia, y la del cardenal italiano Angelo Scola, muy vinculado al movimiento eclesial Comunión y Liberación, pueden haberse neutralizado mutuamente, estimulando la búsqueda de una tercera vía.

 3) La edad. El papa Francisco tiene 76 años. Un Papa mayor para un tiempo corto de reformas. La mayoría de los nombres que se citaban como posible 'tercera via' (Ouellet, Dolan, Tagle, Ravasi...) son bastante más jovenes. El cónclave no ha querido elegir un Papa para los próximos 25 años.

 4) Cambio de estilo. Después de un gran líder carismático (Juan Pablo II) y de un teólogo (Joseph Ratzinger) un Papa del pueblo. Francisco. Parroquia, austeridad y sencillez. Lenguaje claro y apertura al mundo contemporáneo (El sábado encuentro con la prensa en el aula Pablo VI del Vaticano, un gesto inédito).

 5) Energía. El papa Francisco es mayor, pero es un hombre enérgico. Dispone de la fuerza necesaria para llevar a cabo las reformas que Benedicto XVI no ha podido emprender. Su elección, por tanto, no puede leerse como una censura al Papa emérito. Una estricta continuidad curial habría sido una gran desautorizacion del gesto de renuncia.

 6) Adiós Italia, adiós Europa. Pese a los lejanos orígenes piamonteses del papa Francisco, su elección significa un cambio en el centro de gravedad de la Iglesia católica. La post Europa no es una posibilidad, es ya una realidad inapelable.

 7) La Compañía de Jesús. Los jesuitas no tomarán el control de la Iglesia, pero los equilibrios internos se corrigen. Decae el veto a los jesuitas de Juan Pablo II, tan inclinado en favor de los nuevos movimientos eclesiales.

 8) La Iglesia se dispone a defender con fuerza el catolicismo en Lationamérica. Argentina ha sido el primer país latinoamericano en importar la legislación de costumbres del zapaterismo español. El papa Francisco no es amigo del régimen peronista de la señora Kirchner.

Roma eterna, Roma cambiante, Roma con sabor a Buenos Aires.