Todo empezó con 31 deserciones. Todos eran miembros del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), el cuerpo del ejército mexicano que más sabe de contrainsurgencia, de combates extremos, de explosivos, de comunicaciones...
Algunos incluso fueron entrenados en EEUU. En 1999, la misión de esos
militares era acabar con el Cartel del Golfo pero el líder de ese grupo
en aquel momento, Osiel Cárdenas Guillén, los convenció para cambiar de bando y
convertirse en su guardia personal. Nacían Los Zetas.
Una década después, el grupo cobraba vida propia. Uno de aquellos desertores,
Heriberto Lazcano Lazcano, fue el líder desde 2002 hasta octubre del año pasado,
cuando murió, al menos oficialmente (robaron el cadáver y no se supo más del
cuerpo). 'El Lazca', como le apodaban, lideraba lo que estudiosos como
la investigadora de la universidad de Texas, Guadalupe Correa-Cabrera, llaman el
'ala militar'.
Por otro lado, y parece que enfrentados, estaba el 'ala civil' de
Miguel Treviño, el
Z-40, uno de los pocos líderes zetas que no proceden del ejército y quien fue
arrestado ayer de madrugada.
Pero aunque los líderes puedan tener cierto peso simbólicco, la mayoría de
los expertos subraya que Los Zetas no son un cártel con los liderazgos típicos.
"Son un ejército y un ejército no muere por matar a un mando", subraya
la académica.
De hecho, una de las claves de su ascenso fue precisamente esa "lógica
paramilitar" que, como apunta el sociólogo Luis Astorga, les da una
ventaja potencial muy grande con respecto a otras organizaciones
criminales: les permite capacitar más gente. "Llevaron el
paramilitarismo al mercado mexicano de la droga", ésa fue su diferencia,
sentencia Astorga.
"Revolucionan el panorama del crimen organizado", coincide
Correa-Cabrera. Porque además de ese espíritu militar, cambian las formas de
matar. Pasan del tiro en la nuca a las decapitaciones, desmembramientos
y hasta a 'cocinar' cadáveres en ácido para eliminar todo rastro.
Nuevas formas del horror que luego copiarán otros grupos y
que, según el periodista Ricardo Ravelo, se deben a la incorporación en las
filas zetas de miembros de las fuerzas especiales guatemaltecas, los kaibiles,
muchos también entrenados en EEUU, como los GAFES mexicanos.
El miedo, su mejor arma
El resultado es la generación de miedo y esto se convierte en su mejor arma.
Un miedo que, como dice el autor de "La guerra de los Zetas", Diego Enrique
Osorno, se mete hasta en los sueños de la gente y les impide hasta
pronunciar la última letra del abecedario.
Porque no solo se trata de asesinar, son las amenazas, las extorsiones... "La
última vuelta de tuerca es que los propios extorsionados, por turnos,
son obligados a reclamar los pagos de quienes están como ellos y si no,
les matan", contaba recientemente a ELMUNDO.es un religioso de Tampico
que intentaba dar consuelo espiritual a alguien en esta situación.
Con miedo y una sofisticada organización, Los Zetas se sintieron imbatibles
aunque tras su ruptura con el Golfo los principales cárteles se aliaron
contra ellos. A principios de 2012, la agencia de inteligencia
estadounidense Stratford los consideraba el grupo de mayor presencia geográfica
en México al estar en 22 de los 32 estados. Un estudio posterior de la
universidad de Harvard, citado por la organización Insight Crime, asegura que ya
operan en todas las regiones.
El control del territorio, su clave
Su epicentro es Tamaulipas, y no por casualidad. Según el
autor de "La Guerra de los Zetas", con el fin de la hegemonía del PRI y la
llegada del PAN al gobierno federal en 2000, muchos jefes policiales
quisieron reafirmar su poder frente a la capital y una forma de lograrlo fue
aliarse con Los Zetas, el grupo que defiende la tesis de 'la plaza es
para quien la trabaja'.
De ese modo, el nuevo cártel comenzó a cuajar en los estados donde el
PRI siguió gobernando, donde persistían estructuras "anquilosadas" que
facilitaban que todo lo que allí pasara, quedara invisible, explica Osorno. Hoy
su fuerza es el control de los territorios.
Aunque quedan muchos puntos por conocer de cómo funciona la red Zeta, todos
los investigadores coinciden en que es horizontal, es decir, "formada
por células aisladas que ni se conocen", explica la investigadora de
Texas. "Son franquicias que no solo operan en México sino en muchos países de la
región", añade el profesor de la universidad de Columbia, Edgardo Buscaglia.
Los hilos que construyen esta tela de araña son los ranchos de entrenamiento
y una red de comunicaciones que, como poco, conecta todo el Golfo de México. Del
libro de los estadounidenses George W. Grayson y Samuel Logan, titulado "El
verdugo de hombres" y de las declaraciones de un zeta desertor al periodista
Ricardo Ravelo, se extrae que la formación es dura, se prolonga unos
seis meses y conlleva especialización: a cada miembro se le asigna una
función concreta por lo que unos se encargan de la seguridad, otros del pago de
narconóminas y de las recaudaciones, otros hacen labores administrativas...
Todo tipo de negocios
La "violencia es la mercadotecnia", asegura Guadalupe Correa-Cabrera, pero el
objetivo son los negocios. «Mueven miles de millones de dólares, son como una
empresa transnacional gigantesca», añade. El Z-40, por ejemplo, llevaba encima
en el momento de su detención dos millones de dólares.
Según Edgardo Buscaglia, se lucran a través de 17 delitos distintos.
La droga solo es uno de ellos. La DEA atribuye a 'El Lazca' el haber
diversificado las actividades criminales. Dicen que fue él quien comenzó con los
secuestros y las extorsiones para financiar su guerra contra los cárteles
contrarios.
Hoy, los Zetas cobran a otros cárteles que pasen por sus
plazas; controlan el tráfico de personas no solo cobrando a los coyotes
o polleros (que es lo que hacen otros cárteles) sino extorsionando a los propios
migrantes; lavan dinero, por ejemplo en carreras de caballos (el año pasado
detuvieron en EEUU al hermano del Z-40 por este motivo), controlan gran parte de
la piratería; compran a policías y autoridades; roban recursos
energéticos; y hasta concesionan obras, presionando a las autoridades
locales.
Además, "fueron los primeros en lograr un control reticular del
mercado minorista en un país lleno de mercadillos callejeros", explica
Buscaglia, lo que garantiza que tengan ojos e informantes (halcones) por todas
partes.
Todos estos negocios 'al alza' les permitieron su expansión internacional
que, más allá de América Central (donde tienen una gran penetración) y
Sudamérica llega a EEUU (para vender allí su droga) e incluso, según
algunos autores, hasta la N'drangheta italiana o Irán (el propio
Departamento de Estado dijo que los iraníes querían contratar un mercenario de
los Zetas para atacar una embajada).
Todas estas actividades funcionan de forma independiente. Por eso los
expertos consideran que por la desaparición de un líder no se cae toda
la red. Correa-Cabrera incluso duda que pudiera considerarse a Treviño
el líder de los Zetas.
"Es un robacoches con fama de sanguinario pero sin formación, que hasta la
muerte de 'El Lazca' se encargada del reclutamiento de sicarios. Cuesta verlo al
frente de toda esta sofisticada organización". Por eso lanza una
pregunta que deja en el aire: "¿Quiénes son los Zetas de más
arriba?".