A nivel nacional es imposible una elección de Estado, básicamente porque hoy, el Estado mexicano, integrado por los tres niveles de gobierno y los tres poderes de la Unión, está controlado en forma plural por los tres partidos principales. La pluralidad que se da en los gobiernos de los estados hace imposible que el Presidente de la República, aun cuando así lo quisiera, pudiera utilizar los recursos y los programas públicos a favor de un candidato.

Programas como Oportunidades, Procampo, y apoyo a la comercialización, aun cuando son federales, están controlados por los gobiernos estatales que se opondrían a cualquier intento de usarlos a favor del candidato de un partido diferente al suyo.

Ya no vivimos los tiempos del partido casi único, en donde el Presidente de la República era el centro del Estado mexicano, tanto por la fuerza propia de la Presidencia como por la autoridad que tenía sobre los gobernadores y el Congreso. La situación actual es radicalmente diferente, y la voz del Presidente no pasa de ser la voz del Ejecutivo y no la voz, o la opinión, de todo el Estado mexicano.

El Presidente representa, a nivel internacional, al Estado mexicano, pero en el interior no pasa de ser la voz del Ejecutivo. La gran mayoría de los programas del gobierno federal se han descentralizado, y han dejado de ser programas presidenciales para ser auténticos programas del Estado, controlados por los gobiernos estatales.

La situación en el DF es radicalmente diferente, y los programas sociales del gobierno capitalino están totalmente controlados por el gobierno central sin ninguna participación de los gobiernos delegacionales.

Por otro lado, en el DF, 13 de las 16 delegaciones están en manos del PRD, por lo que el uso partidista de los programas puede darse con la opción de sólo dos delegaciones después de la renuncia del jefe delegacional de Miguel Hidalgo al PAN. El gobierno capitalino sí está llevando a cabo una verdadera elección de Estado, utilizando personal, recursos, y programas públicos a favor del candidato del PRD. Alejandro Encinas no se equivoca, y sabe a quién le debe el puesto, sabe que la principal trinchera de López Obrador es el DF y está dispuesto a usar el poder de su puesto para beneficiar a los candidatos presidencial y del DF del PRD.

Hay muchas muestras de la elección de Estado que se está preparando en el DF. Bastan dos ejemplos: el caso de Eumex, en donde el gobierno de Encinas utilizó todas las instalaciones de esa empresa para descalificar los ataques que se han hecho al gobierno de López Obrador, es una intervención ilegal del gobierno de Encinas en los procesos electorales; el otro caso son los 50 mil promotores del voto que tiene Marcelo Ebrard a su servicio en la campaña electoral. Él mismo ha dicho que cuenta con ese número de promotores e insiste en que trabajan en forma gratuita, por lo que lo único que se puede pensar es que el Gobierno del DF los está presionando para que apoyen la campaña. Por otro lado, se sabe que se sigue presionando a los funcionarios públicos de niveles altos y medios del gobierno capitalino para que aporten parte de su sueldo a la campaña de López Obrador y de Ebrard.

Todo lo anterior, y muchas otras cosas que podrían comentarse, sí constituyen una auténtica elección de Estado, que está llevando a cabo el Gobierno del DF a favor del PRD y sus candidatos. La pregunta que habría que hacerle a los perredistas es: ¿dónde quedaron la ética política y el compromiso con elecciones limpias y competitivas?

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Senador de la República