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02/06/2006 | La alianza oriental de Irán

Robert T. McLean

El miércoles, el Presidente Mahmoud Ahmadinejad rechazaba cualquier posibilidad de que Irán aceptase las potenciales ofertas europeas de incentivos a cambio de suspender el enriquecimiento de uranio. ¿Qué explica la terquedad de Ahmadinejad?

 

Una explicación es que Irán podría haber descubierto la estrategia ideal para satisfacer sus ambiciones nucleares al tiempo que evade la presión de los Estados Unidos y sus aliados europeos.

Específicamente, los mulás y el Presidente Ahmadinejad han decidido que mirarán a Oriente para lograr sus objetivos. Como resultado, hoy han convertido en prioridad de la política exterior convertirse en miembro de pleno derecho (actualmente Irán solamente ostenta estatus de observador) de la Organización de Cooperación de Shangai (SCO). La SCO, liderada por Rusia y China y que también abarca las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central de Kazajstán, Kyrgyzstán, Tajikistán, y Uzbekistán, es una alianza en expansión que compite cada vez más con Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en influencia internacional.

Mientras que la organización está aún por provocar preocupación extensa en Occidente -- un enorme error de cálculo por parte de los geoestrategas occidentales -- los sucesos recientes ciertamente dan motivos de preocupación. El 14 de abril, en Moscú, el Ministro de Exteriores iraní en funciones, Mohammed Manuchehr, expresaba el deseo de su país de convertirse en miembro completo de la SCO, explicando que “Irán ha iniciado una política de mirar hacia Oriente". Mohammadi añadía que Teherán percibe "importantes prerrequisitos en la organización de Shangai para asegurar sus intereses, puesto que puede hacer que el mundo sea más justo”.

Más preocupantes fueron las recientes declaraciones del Secretario General de la SCO, Zhang Deguang, de que la próxima cumbre de Shangai debatirá enmendar la carta de la organización con el fin de facilitar la admisión de las naciones con presente estatus de observador. La reunión del 15 de junio celebrará el décimo aniversario de los Cinco de Shangai originales y podría tener un impacto dramático sobre la presente estructura del sistema internacional. La India, Pakistán y Mongolia son otras tres naciones con estatus de observador en la alianza, y su incorporación podría ser un avance geopolítico de proporciones colosales. 

Existe una vasta red de factores que determinarán el resultado de la consideración este verano de una expansión de la SCO. Ni China ni Rusia han decidido una postura aún -- públicamente al menos -- acerca de si apoyar la inclusión de Irán como miembro de pleno derecho. Ambos han afirmado en una ocasión u otra que no existe mecanismo en vigor para admitir miembros nuevos. Cada uno también ha afirmado que podrían admitir a determinados estados como miembros de pleno derecho.

China y Rusia comparten intereses con Irán en un amplio abanico de asuntos. Así, existen motivos para creer que Beijing y Moscú podrían apoyar la apuesta de Teherán por un estatus de pleno derecho. Según Iran News, el Ministro de Exteriores chino Li Zhaoxing afirmaba en octubre del 2005 que Beijing y Teherán “’tienen visiones comunes en muchos temas internacionales’, y animó la necesidad de impulsar la cooperación en materias internacionales tales como la Organización de Cooperación de Shangai [y] la ONU". El Ministro de Exteriores ruso en funciones, Alexander Alexeyev, destacaba en marzo en Itar-Tass "la proximidad y la coincidencia de las posturas de Moscú y Teherán en un amplio abanico de problemas regionales e internacionales”.

Beijing y Moscú temen que Washington quiera instaurar un régimen amistoso en Teherán en un esfuerzo por establecer la hegemonía regional. Ambos países también tienen intereses económicos significativos en Irán. Por tanto consideran una prioridad mantener la estabilidad en el país. Al mismo tiempo, mientras que el Ministro de Defensa ruso Sergei Ivanov ha afirmado que la SCO no intervendría militarmente en favor de Irán, la alianza puede jugar la carta "de la implicación" para obtener concesiones en aras de Teherán al tiempo que mejora la posición internacional del grupo como potencia diplomática. 

Pero los miembros de la SCO no comparten un sistema idéntico de intereses. Mientras que todos quieren un incremento de la influencia de la organización, afrontan bastantes dificultades. Como observaba la publicación rusa Kommersant, “Uno de los problemas se reduce a esto: China promueve activamente el ingreso de pleno derecho de Pakistán, pero Rusia sólo lo aceptará si la India también ingresa en la SCO al mismo tiempo”. China y Pakistán han estado reforzando su alianza tradicionalmente dinámica, y el Kremlin no tiene ningún deseo de convertirse en el socio menor de China en la dirección de la organización.

Por otra parte, la perspectiva de que la India reciba una invitación y acepte la oferta es altamente improbable. Si no lo ha hecho ya, Washington debería dejar claro a Nueva Delhi que los intereses de la India son satisfechos mejor con la cooperación con Occidente. Adicionalmente, Kazajstán y Kyrgyzstán -- dos países que equilibran sus intereses entre Estados Unidos y las potencias regionales -- serán presionados por Washington para oponerse a la expansión.

A pesar de los intereses contradictorios de sus miembros, la probabilidad de que la SCO incremente el número de sus miembros no debería ser despreciada a la ligera. El Secretario General Zhang Deguang ha sido un importante defensor de un papel extendido de la organización en los asuntos mundiales. En una entrevista en Rossiiskaya Gazeta a principios de abril, el diplomático chino afirmaba que los dos países principales de la Organización de Cooperación de Shangai, “deben darse cuenta claramente de que tienen que permanecer juntos". Para aclarar, Zhang añadía, "No me refiero a que China y Rusia deban permanecer unidas para atacar a alguien más. Deberían permanecer espalda contra espalda para defender sus intereses con eficacia". Cautivado con la perspectiva de una expansión que incluya a la India, el secretario general de la alianza observaba: "Si logramos consolidar nuestra interacción con la SCO, verdaderamente su significado no tendrá precio para nuestra región y el mundo entero, puesto que la SCO abarca casi a la mitad de la humanidad”.

Richard Giragosian escribía recientemente en el China and Eurasia Forum Quarterly que la SCO “continúa estando dominada por la táctica rusa y china de utilizar a la SCO para presionar a Estados Unidos y lograr mayor influencia. Esto es especialmente evidente en la maniobra encaminada a incorporar a los iraníes". Se cree que Washington ha solicitado el estatus de observador en la organización, pero se le ha negado. Mientras que la localización geográfica de los Estados Unidos ciertamente podría ser un motivo -- el Ministro de Defensa ruso Sergei Ivanov ha afirmado que una solicitud similar de Bielorrusia podría ser denegada porque no se trata de un país asiático -- está claro que muchos de los intereses de la organización discurren en oposición a los de Estados Unidos.

Teherán y la SCO comparten por tanto un enemigo común: Estados Unidos. Esto no sólo proporciona las motivaciones geopolíticas de una creciente presencia iraní en la SCO, sino que también conlleva enormes implicaciones estratégicas. Además de reducir la presencia americana en Asia Central, el Primer Vicepresidente de Irán, Mohammad-Reza Aref ha observado que la aceptación de Irán como miembro de pleno derecho en la organización podría catalizar la influencia de la SCO en el Golfo Pérsico y sus estados circundantes, y potencialmente en Europa.

Si Irán emerge como miembro de pleno derecho de la alianza será un golpe devastador para los esfuerzos de la comunidad internacional por evitar que Irán adquiera un arsenal nuclear. El motivo es que la entrada de Irán probablemente redundaría en mayor cooperación política entre las partes en conflictos internacionales. En calidad de miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, Rusia y China ya han brindado mayor apoyo a Teherán que a Washington y sus aliados en las negociaciones nucleares. No obstante, después de que el Ministro de Exteriores iraní Manouchehr Mottaki elogiara públicamente el enfoque de Beijing en el tema nuclear de su país el pasado otoño, una delegación iraní viajaba a Moscú para reunirse con los primeros ministros de los estados miembros de la SCO. Según la Agencia de Noticias de la República Islámica (IRNA), el servicio de información oficial del país, el jefe en funciones de la Organización de la Energía Atómica de Irán, Mohammad Saeedi, también realizó el viaje. Esto sugiere que Teherán ve la SCO como vehículo para promover su postura sobre su programa nuclear, y la alianza ha adoptado desde entonces la postura oficial que pide que la disputa sea zanjada en la Agencia Internacional de la Energía Atómica.

Con Irán, la SCO afronta una decisión difícil. Rusia, y en mayor medida China, prefieren alejar la atención de Estados Unidos de sus acciones nacionales e internacionales. Esto ha contribuido a su resistencia a adoptar medidas fuertes para contener tanto las ambiciones nucleares iraníes como las norcoreanas. Dar a Teherán pertenencia total a la SCO podría atraer sobre ellos la atención de Washington. Sin embargo, los beneficios de estabilidad antes mencionados en Irán y su incorporación a la alianza también son extensos. Así, Beijing y Moscú, junto con otros miembros del grupo, deben decidir cómo pueden utilizar a Irán en su mayor beneficio propio.

El Kremlin no celebra la idea de un Irán con armamento nuclear, pero está igualmente preocupado por unos Estados Unidos cada vez más intrusivos. Rusia y China podrían decidir que tienen mucho más que perder con la inestabilidad en Irán que con las condenas de Washington por recibir oficialmente a Teherán en la entidad. La influencia occidental también podría resentirse si la SCO juega un papel ostensiblemente constructivo con Irán. Es completamente posible que la agitación iraní sobre el acuerdo potencial de transferir el proceso de enriquecimiento a territorio ruso esté siendo negociada (a puerta cerrada) con la entrada iraní en la SCO como tentación principal. Es dudoso, sin embargo, que el régimen iraní vaya a preferir la entrada en la SCO sobre el progreso nuclear, aunque una invitación a ingresar bien podría producir concesiones temporales.

Para aquellos no familiarizados con las acciones e intenciones de la SCO, tal avance parecería un logro significativo, pero parece más probable lo contrario. Las concesiones intermitentes sobre el programa nuclear de Irán servirían de poco a Estados Unidos sí Teherán se convierte en miembro de pleno derecho de la SCO. En tal panorama, los intereses americanos en Oriente Medio y Asia Central no sólo afrontarían una amenaza constante del principal patrocinador del terrorismo del mundo; también a tendrían que hacer frente a un Irán respaldado por una alianza oriental en expansión.

Robert T. McLean es miembro de investigación del Center for Security Policy de Washington D.C.

Grupo de Estudios Estratégicos (España)

 


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