Se las llamaba semivírgenes y mantenían las formas para futuros y felices matrimonios, a los que llegaban lo que se llamaría íntegras en la jerga. Su teoría y su práctica se parecen bastante a las de los autócratas en las semidemocracias surgidas en diferentes momentos, sistemas políticos autoritarios (hasta donde puedan la imaginación y la realidad), pero en medio de una utilería democrática que aparente decencia presentable. Con la caída del comunismo comenzó a hablarse de "sociedad pos totalitaria" para definir la degradación colectiva, la miseria, la mentalidad opresiva y oprimida, la sociedad malograda hasta lo más hondo por el paso del "reino de la felicidad" comunista, y que tendrían como destino evolucionar firmemente hacia la democracia y la alegría.

En muchos casos fue así, como en Alemania (aunque, por cierto, el renacimiento del nacionalsocialismo tiene su fortaleza en lo que fuera la República Democrática), Hungría, Polonia, la República Checa y varias otras, pero no en Rusia y Bielorrusia, por ejemplo, atascadas hoy en un híbrido semiautoritario o semidemocrático, vaso medio lleno o medio vacío según se vea. Países donde durante el siglo XX existieron dictadu ras tradicionales, han experimentado procesos de modernización y disminuido la rudeza de la opresión, pero sin pasar de la semidemocracia y eso sólo a veces. Muchos países del Medio Oriente como Egipto, Arabia Saudita, los Emiratos, Kuwait se dividen entre satrapías suaves y semidemocracias.

El concepto lo hace conocer originalmente Giovanni Sartori, pero lo desarrolla la politóloga Marina Ottaway en la obra La democracia desafiada: el auge del semiautoritarismo (Carneigie Endowment: 2003) Otros países, como Perú y Venezuela, retrocedieron de democracias interferidas pero democracias al fin, a regímenes como el de Fujimori y Chávez, el prime ro de derecha y el segundo descha vetado.

La semidemocracia es la mutación genética de la dictadura y también la degeneración de la democracia. Con una apariencia de instituciones constitucionales, como dijimos, una cierta vigencia restringida de la libertad de expresión, del régimen de partidos, de los sindicatos y algunas las individuales, lo cierto es que el gobierno maneja según su voluntad la Justicia, el sistema electoral e incluso el Parlamento (que en todo caso tiene las funciones que le permite el gobierno). Más allá del interés teórico del asunto, su mayor importancia es política.

Qué debe hacerse frente a ellas. Afortunadamente hasta ahora los movimientos opositores en países semidemocráticos han tenido suficiente falta de cretinismo como para no marginarse de la participación en los maltrechos y deformes procesos y mecanismos institucionales, con resultados diferentes de acuerdo con la aptitud y el coraje de los dirigentes. Mientras la democracia ganó con Yushenko en Ucrania, perdió con Lukashenko en Bielorrusia y mientras ganó con Toledo, perdió sin liderazgo en Venezuela. Hoy existe un número abrumador de países democráticos y América Latina, a diferencia de lo que pregona el pesimismo agorero, se estableció con firmeza en medio de muchas dificultades.

Resplandece como la izquierda se ha ido transformando en izquierda democrática y salvo los descolocados que nunca faltan, el camino escogido permite ser optimistas.