El mar Caribe bañó al Mercosur con el ingreso de la petrolera Venezuela. El protagonismo de su presidente, Hugo Chávez Frías, un acuerdo de complementación económica del bloque con Cuba -uno de los aspectos asociados al ingreso de Venezuela, que puso como condición el mismo- y la asistencia del dictador Fidel Castro marcaron la cumbre que concluyó el pasado viernes en la ciudad argentina de Córdoba. La habilidad para las relaciones internacionales del comandante parece perenne.

Con sólo una breve visita a la cumbre del Mercosur en Córdoba cambió en las últimas horas la dimensión del encuentro. Demostrando un buen estado de salud para un octogenario, provocó la conmoción que suelen tener sus viajes en Iberoamérica y recibió el implícito aval de más de media docena de líderes democráticos iberoamericanos en un momento sensible para el régimen.
     

Condiciones preferentes. Castro firmó con sus colegas del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela) un pacto de complementación económica que compromete a Cuba y al bloque a reducir o eliminar aranceles aduaneros. Cuba podrá ahora importar más de dos mil productos del área en condiciones preferentes. En la rueda de prensa posterior a la cumbre, el dictador cubano habló durante más de una hora mientras el resto de mandatarios, que tan sólo contaron con 10 minutos, escuchaban atentamente al orador. Incluso la presidenta chilena Michelle Bachelet, asentía complaciente mientras Castro profería su acostumbrada sarta de consignas antiimperialistas y hacía continuas alusiones a su edad.
   

«Si Matusalén vivió 800 años», dijo Fidel Castro, «¿por qué se preocupan por mí, que apenas voy a cumplir el 10 por ciento de eso?». Los mandatarios no pararon de reír complacidos durante la intervención del comandante, que supo meterse a sus colegas en el bolsillo.   Es de suponer que todos ellos sufrieran una especie de amnesia temporal y olvidaran los encarcelamientos y torturas que padecen los disidentes en la isla y las ejecuciones que practica el régimen arbitrariamente. Por no hablar de la ausencia total de libertades políticas o sindicales, entre otras.

Nadie se acordó tampoco de que Cuba está expulsada de la Organización de Estados Americanos desde enero de 1962 por imposición de Washington? Más aún ¿quién se acuerda de la OEA? Sólo en una ocasión Castro fue interrumpido. Cuando el presidente venezolano preguntó «y tú, ¿por qué me miras así, Fidel?», el cubano contestó: «Te escucho como un alumno». Chávez se llevó también de Córdoba el fuerte respaldo del bloque suramericano a la candidatura de Venezuela a un puesto como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para el período 2007-2008. En el acto, participó además Hebe Bonafini, máxima representante de las Madres de la Plaza de Mayo, asociación que oficialmente organizó el mitin. El presidente boliviano, Evo Morales, finalmente no asistió.
   

Entre la condescendencia hacia Castro y el paternalismo que dedicó al resto de mandatarios, el anfitrión argentino, Néstor Kirchner, hizo un llamamiento a favor de una integración con «la solidaridad como bandera», y traspasó luego la presidencia temporal del bloque a su colega de Brasil, Lula Da Silva, al entregarle el pequeño martillo que se usa para abrir y cerrar las sesiones.
   

Bolivia, tras los pasos de Cuba. «Te prometo que voy a usar este martillito para que Chávez se porte bien», le dijo Lula Da Silva a Kirchner, en una broma que tiene trasfondo. Al igual que Néstor Kirchner, el presidente brasileño invitó al boliviano, Evo Morales, a que sume a su país al Mercosur como socio, como acaba de hacer Venezuela. «Si Fidel entra al Mercosur, los pueblos y los movimientos sociales me van a obligar a entrar al Mercosur», manifestó el presidente boliviano, un poco en broma, un poco en serio.