La candidatura unitaria sembró algo más que una semilla de esperanza: hoy el país es un hervidero, donde la gente _sorprendida ante las cualidades del contendor_ comienza a recuperar su viejo espíritu de lucha... La voz de la calle suena fuerte y toda ella habla de volver a la batalla... El "plan B" se desempolvó como tema de conversación, mientras los voceros del chavismo _descolocados por esta suerte de emboscada_ hurgan una respuesta que no logran hilvanar porque el jefe, para variar, no se encuentra en el país.

El desconcierto generado por la impetuosa arrancada del abanderado zuliano abarca al propio mundo opositor que, ponderando la unidad como una necesidad vital, jamás imaginó, sin embargo, el profundo impacto positivo que ella tendría sobre la sociedad venezolana. El asombro es general: tanto como en el oficialismo, que _hasta la aparición del acuerdo_ no tenía motivos para preocuparse. La multiplicidad de candidaturas, el engatillamiento del debate en el tema del CNE y la pugna entre abstencionistas y participacionistas, representaban un estupendo escenario electoral para Chávez, cuya mayor fortaleza ha sido siempre el fraccionamiento de sus oponentes...

Con apenas una semana en el ruedo, Rosales ha logrado transformar radicalmente la agenda... Los ciudadanos parecen haber comprendido _mejor que muchos dirigentes_ que el líder debe tener libertad para colocar en la mesa temas que lo conecten con otros complejos segmentos del país. El resultado que comienza a obtener es más que visible, y aunque todavía le queda un largo camino para convertir la suya en una candidatura nacional, sus primeros discursos demuestran que tiene atributos para hacer de esta jornada presidencial un momento fértil para exponer las deficiencias de la administración revolucionaria _lo que Chávez elude permanentemente_ y, lo más importante, para ofertarse como una alternativa matizada con el ingrediente popular, capaz de entusiasmar, incluso, a los sectores decentes favorables a Chávez, cansados de la confrontación y del discurso del odio. El esfuerzo proviene de una convicción estratégica: sólo un fenómeno de calle puede robustecer la pelea por las condiciones y el desarrollo exitoso del _plan B_, al que Rosales denomina "cobrar".

A juzgar por la calurosa acogida que ha tenido la figura de Rosales, no cabe dudas de que los ciudadanos de un lado y de otro están esperando un cambio. Hasta ahora no lo creían viable, pero la presencia del zuliano los ha dotado de optimismo. Ahora le toca a Rosales ofrecer confianza y contraste. Confianza en lo que se refiere a la defensa de los votos y en la organización popular para alcanzarla. Y contraste frente a la prepotencia del poder establecido. Frente a la vulgaridad y la patanería de los viejos tiempos, que se han instalado de nuevo como síntoma de la descomposición del sistema...

Si lo consigue, el 3D será el día de la revancha.

Por lo pronto, Chávez viaja para ignorarlo como contendor y evitarse la evaluación de su desempeño.