El mundo entero está pendiente del precio del petróleo, que no deja de caer e inquieta a mercados y Gobiernos. El crudo ha bajado casi un 70% desde el máximo de 115 dólares el barril en 2014, y debemos hacernos a la idea de que no se va a recuperar a corto plazo. El brentseguramente volverá a acercarse a los 45 dólares este año, cuando los precios baratos obliguen a cerrar parte de la producción norteamericana, pero para que subiera más tendría que pasar algo muy inesperado que interrumpiera el suministro. La producción en EE UU está disminuyendo, pero no tanto ni tan deprisa como preveían muchos analistas, y con las nuevas tecnologías es posible volver a incrementarla rápidamente para aprovechar la subida de precios, así que los precios volverían a caer. Además, el fin de las sanciones contra Irán puede hacer que aumente sus exportaciones en un millón de barriles diarios antes de que acabe el año. Irak también está produciendo más. Y Libia, pese a sus dificultades, sumará entre 200.000 y 300.000 barriles diarios en primavera.
La verdad es que ningún Gobierno tiene motivos reales para frenar la producción con la esperanza de que suban los precios. Si Arabia Saudí recorta la suya, probablemente reducirá su cuota de mercado, pero los precios no subirán, porque otros aprovecharán para producir más. Rusia, acosada por las sanciones y en recesión, no tiene motivos para producir menos. Irán lleva años esperando a vender más petróleo y eso es lo que va a hacer, aunque sea a un precio más barato.