Inteligencia y Seguridad Frente Externo En Profundidad Economia y Finanzas Transparencia
  En Parrilla Medio Ambiente Sociedad High Tech Contacto
Frente Externo  
 
06/10/2006 | Nicaragua: entre el desarrollo y el populismo

Ariel Montoya

El 5 de noviembre próximo se realizarán las cuartas elecciones presidenciales en Nicaragua, en las que, al igual que en 1990, 1996 y el 2001, persiste como una latente amenaza para la democracia y el plausible desarrollo social el retorno de Daniel Ortega, de ganar él los próximos comicios, representando un retroceso sin precedentes no sólo en Nicaragua, sino para toda la América Central y para todo el continente, sobre todo por los lazos estrechamente camaraderiles con Chávez y Castro, sus cuates inseparables.

 

Ortega, aferrado tercamente a su obsesión presidencial, no ha cambiado, como él ha querido hacerles creer a moros y cristianos de aquí y de allá. Y aunque quiera hacerlo, aunque quiera hacer un gobierno democrático, abierto a las inversiones y generador de desarrollo, es difícil que lo haga pues está comprometido hasta el copete con la agenda castrista y chavista --ya que los tres son un solo equipo, como el propio Ortega lo ha dicho a la prensa regional-- y todos sabemos cómo actúa y razona ese trío de caudillos autoritarios.

Pero vamos a suponer que Ortega tenga toda la buena voluntad para querer hacer bien las cosas, y que sus socios en mención se lo permitan. ¿Qué pasaría?

Sencillamente, que el país volvería a la quiebra y al desastre, pues él ya fue incapaz de generar progreso, de consolidar la democracia con autenticidad ética, de atraer caravanas de inversionistas, de generar empleos y de sociabilizar armónicamente con Estados Unidos, entre otras de sus múltiples debilidades administrativas que él y los sandinistas en general cometieron al desgobernar Nicaragua.

Su incapacidad volvería a estar a prueba. En estos años de transición democrática, únicamente se ha dedicado a conspirar y a gobernar ''desde abajo'' como lo dijo entre amargas rabietas tras imponerle la banda presidencial a Violeta Chamorro, en aquel memorable 1990.

Además, difícilmente Ortega podría continuar con la agenda del Tratado del Libre Comercio con Estados Unidos pues sus resabios tercermundistas se lo impedirían. Sobre todo, porque ya existe una agenda populista y ausente del ensamblaje jurídico necesario para competir y crear riqueza en Latinoamérica, la del ALBA, que representa el contragolpe ideológico y cultural del CAFTA en las Américas.

En un plano más regional, si Ortega gana las elecciones se derrumbaría una vez más el ya avanzado proceso de unión aduanera centroamericana, hoy por hoy el paso más sólido que se ha dado para la integración comercial interna y externa de la región; en otras palabras, se rompería el marco institucional y comercial que acertadamente viene consolidándose e irrumpiría una espiral social intrarregional producida por el retorno de una confrontación política compleja, que traería como consecuencias inmediatas escenarios de violencia, migración y caos social.

Este eventual panorama está motivado por varias causas entre las que sobresalen el control que ejerce Ortega en los poderes del Estado, el poder económico del partido sandinista hecho a la sombra de la piñata, las concesiones personales hechas por el ex presidente Arnoldo Alemán a Ortega en el viciado pacto de alternabilidad que ambos mantienen, así como por las variantes de la desunión entre el liberalismo, y el surgimiento de fuerzas emergentes como el movimiento vegetariano sandinista creado por el fallecido Herty Lewites.

Estas variantes, sumamente complejas para los nicaragüenses, quienes además cuentan con un sector privado conceptualmente no definido aún hacia qué propuesta electoral respaldar, son las que podrían darle la victoria a Ortega, de no lograrse una reagrupación del liberalismo en torno al candidato que más alternativas de renovación y liderazgo represente, como es el caso de Eduardo Montealegre, quien al día de hoy compite con José Rizo, el otro candidato liberal cuya cúpula es fuertemente cuestionada por actos de corrupción.

Nicaragua también atraviesa por la opción entre el pasado derrotista y paupérrimo que creó y heredó Ortega o el desarrollo social, la paz y la libertad que paso a paso, en medio de sobresaltos y tropiezos, también el país ha conquistado.

Escritor y periodista nicaragüense.

Miami Herald (Estados Unidos)

 



Otras Notas del Autor
fecha
Título
06/09/2007|

ver + notas
 
Center for the Study of the Presidency
Freedom House