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07/10/2006 | Moraleja Zen

Francesco Zaratti

En tiempos de fusiles máuseres y ponchos rojos metafóricos o de borrosas experiencias de la niñez elevadas a verdades universales, sobre cuyas bases se pretende refundar el país, mis veinticinco lectores me perdonarán por reproducir una digresión parabólica del mítico maestro zen Chong Huang con el fin de contestar a la pregunta existencial de todo cronista deportivo: ´¿Cuál es su pálpito?´.

 

Un hombre tenía un caballo que amaba mucho, no sólo porque se decía (aunque nunca se comprobó) que era de pura sangre sino porque esperaba ganar con aquel corcel carreras nacionales e internacionales, incluyendo el célebre y añorado trofeo Litoral, perdido y nunca reconquistado desde hacía más de un siglo.

Un día el jamelgo se enfermó de gravedad, cayó al suelo y vanos fueron los esfuerzos para que volviera a levantarse. Vino el veterinario y, después de examinarlo atentamente, miró serio al dueño y le dijo: ´Chico, tu rocín está muy enfermo, pero aún tiene un 52% de probabilidad de salvarse. Para eso hay que colocarle estas inyecciones y esperar dos días. Si no reacciona, habrá que sacrificarlo´.

El chancho, que había escuchado toda la conversación, corrió asustado adonde el potro y le habló cerca de la oreja así: ´Amigo alazán, tienes que reaccionar rápido, caso contrario te matarán´. Pero todo fue en vano; el penco siguió en su estado de torpor, sin inmutarse ante el remedio suministrado ni ante el apelo desesperado del chancho.

A los dos días, constatado que no había mejora, el veterinario dio un ultimátum al dueño: ´Chico, vamos a intentar una terapia extrema: si este bruto no reacciona en un par de horas, tienes que abatirlo a tiros´.

Otra vez el chancho, enterado del ultimátum, corrió donde el palafrén y, gritando fuerte a su oído, le imploró durante un buen tiempo: ´Amigo equino, reacciona de una vez; ya han cargado el fusil para abatirte si no te levantas pronto´. Esta vez la reacción del cuadrúpedo no se hizo esperar: de un brinco se paró y empezó a correr por el campo.

Al ver a su amado jaco restablecido en salud, el dueño no pudo contener su alegría. Con las lágrimas en los ojos corrió donde el veterinario, lo abrazó agradecido y, dirigiéndose a los ayudantes de la granja, ordenó: ´Chicos, hoy es un día de alegría y de regocijo: mi querido caballo se ha sanado. Hagamos fiesta. ¡Maten al chancho!´

Este cuento zen, como todo cuento, tiene varias enseñanzas. Primero, que existen en castellano más de 10 sinónimos del vocablo ´caballo´, señal inequívoca de la importancia que tiene ese animal en la cultura ibérica. Segundo, que, para no correr la suerte del chancho, es preferible pensar en nuestros propios negocios o, como se dice popularmente, no meter la cuchara en la sopa ajena, pero eso contrasta con los valores solidarios, tan enraizados en la conducta humana. Finalmente, sospecho que muchos analistas y expertos que tratan, con sinceridad y buenas intenciones, de evitar un trágico desenlace en la presente coyuntura, llegado el momento, podrían correr la suerte del chancho.

*Francesco Zaratti es físico.

La Razón (Bo) (Bolivia)

 



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