Las noticias sobre el descenso ocurrido en las últimas semanas ($13/b desde julio) señalan una tendencia que puede ser de cuidado hacia 2007, pero de todas formas, el promedio estará por encima de los 55 US$ por barril, con lo que la exportación se colocará rondando los $60.000 millones, valor que (casi) duplica al de 2004, triplica al de 2000-2003 y cuadruplica al de 1997-1999! Esta bonanza en la bonanza ha enceguecido al jefe financiero y obnubilado a todo aquél que tiene alguna aspiración de participar en el reparto de los réditos. El gasto fiscal ha crecido 70% este año, mientras los bolsillos donde el régimen guarda las divisas (desde el ex BCV hasta el Bandes, pasando por Fondespa y Fonden, Pdvsa y quizá otros), pueden contar con más de $ 50.000 millones.

La nueva Libia, con el mismo Gadafi, aprovecha la coyuntura para hacer paces y relanzar el potencial de su producción; algo parecido ocurre en los Emiratos, donde el boom de construcción es grandioso; o en Arabia Saudita y Katar. Nigeria, por el contrario, se ve sumergida en un nuevo tumulto donde muchos en desorden quieren echar mano de súbitas riquezas.

En lo nacional, el gobierno venezolano desperdicia la oportunidad para relanzar el desarrollo económico, y se concentra en repartir bolsas de comida, bebidas, franelas, algunas becas y servicios médicos elementales, como si esta fuera una nación rupestre. Ni urbanismo, ni casas, ni empleos modernos, ni seguridad social, ni industrias. A eso llama Rosales las burusas. En realidad es peor. Es una enorme oportunidad que se pierde en la improvisación y la obsesión por una supuesta revolución.

Pero no es así en lo internacional. Allí el objetivo no es tanto comprar masas sino convencer gobernantes y otras gentes importantes, la mayoría de los cuales no se conforma con poco. Allí el objetivo es conseguir armamento de lujo y aliarse con países como Irán que también aplica súbitas riquezas a potenciar su ejército y adquirir otros medios para intimidar a vecinos y chantajear su camino a la dominación regional.

Aunque el régimen de acá no ha comprado tanques, sino aviones, fusiles, helicópteros y barcos de guerra, el armamentismo es evidente.

Despilfarros que se añaden a los de la búsqueda de un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Liderazgos como los que buscan convertir en "potencias" a países con otra vocación, y por encima de valores como la vida, la libertad y la propiedad, llevan a destinos similares a los de otros países confrontacionales, como Cuba, Norcorea e Irak, que con sus provocaciones causaron y causan miseria y muerte entre su gente.

En lugar de emancipar a sus pueblos, con educación y salud, ingenio y creatividad, empleo, producción y calidad de vida, el despotismo mesiánico prefiere pueblos sumisos, condicionados al estímulo demagogo y temerosos de buscar por su cuenta un propio camino. Parodiando a un viejo "gigante", puede decirse que nunca tantos pierden tanto por culpa de tan pocos. Un nuevo tipo de liderazgo sigue siendo primera prioridad.

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