Todavía se desconoce la fuente del nuevo coronavirus que ha llevado al bloqueo de 34 ciudades chinas y que ahora se ha extendido a 35 países fuera de la región.
Los primeros informes de China afirmaban que la fuente era un mercado de alimentos vivos en
Wuhan, la capital de la provincia de Hubei, y que podría haber sido causada por murciélagos.
Otros informes afirmaban que la
fuente podía haber sido el Instituto de Virología de Wuhan, administrado
por el Estado, cerca del mercado, donde el virus podría haberse
filtrado desde el primer laboratorio de alto nivel “P4” del país
asiático, que maneja todo tipo de agentes patógenos de lo más
peligrosos.
El informe original en el que se afirma que el laboratorio P4 es una fuente potencial fue publicado por GreatGameIndia,
una revista sobre geopolítica y relaciones internacionales. Le
siguieron otras publicaciones, como The Washington Times, con
afirmaciones adicionales basadas en entrevistas.
Mientras
que la narrativa del virus proveniente del laboratorio no ha sido
desacreditada, fue criticada por varios medios de comunicación, ya que
algunas de las conexiones aún no han sido probadas.
Independientemente de dónde vino el
coronavirus, la atención en el laboratorio P4 se enfoca en los supuestos
programas de guerra biológica del régimen chino y plantea preguntas
sobre la naturaleza del laboratorio P4 en Wuhan.
El principal argumento contra la idea
de que el régimen chino tiene un programa de guerra biológica es el
hecho de que China se convirtió en un Estado que forma parte de la
Convención sobre Armas Biológicas (CAB) en 1984, tratado que le
prohibiría desarrollar armas biológicas.
Sin embargo, una breve lectura de
documentos y estrategias oficiales alimenta rápidamente las dudas sobre
el grado de cumplimiento de la CAB por parte del régimen chino. En un informe
del Departamento de Estado de EE.UU. de agosto de 2019 se señala sobre
la evaluación de Estados Unidos de que China tuvo un programa de armas
biológicas ofensivas por lo menos desde el decenio de 1950 hasta finales
del decenio de 1980 y, a pesar de haber firmado la CAB, “no se dispone
de información que demuestre que China haya tomado medidas para cumplir
sus obligaciones en virtud del tratado” de “desviar o destruir”
cualesquiera armas biológicas ofensivas que haya desarrollado
anteriormente.
En el informe también se señala que
el régimen chino “participó durante el período del informe en
actividades biológicas con posibles aplicaciones de doble uso, lo que
suscita preocupación en cuanto al cumplimiento de la CAB”.
En otras palabras, algunos programas
de investigación realizados por el régimen chino podrían ser utilizados
tanto para fines pacíficos como hostiles. El informe señala: “La
información disponible sobre los estudios de los investigadores de las
instituciones médicas militares chinas a menudo identifican actividades
biológicas de naturaleza posiblemente anómala (…) con posibles
aplicaciones de doble uso”.
Rick Fisher, investigador senior del
Centro Internacional de Evaluación y Estrategia y colaborador de Epoch
Times, dijo en una entrevista que las evaluaciones de EE.UU. en el
gobierno y las comunidades de inteligencia sostienen que “China ha
estado desarrollando estas armas todo el tiempo”.
Fisher señaló que se sospechaba que
los programas de guerra biológica en China estaban relacionados con la
fuga del virus del SARS, tras su brote en 2002 y 2003, y con una
epidemia viral a finales del decenio de 1980 en Xinjiang.
“Siguen siendo los desastres —fallos—
en el proceso de estos laboratorios los que permitieron que estos virus
tan dañinos se filtraran al público y produjeran una extensa muerte,
pero claramente innecesaria”, dijo Fisher.
El laboratorio P4 en Wuhan tiene
conexiones con el ejército chino, el Ejército Popular de Liberación.
Cuando la empresa estadounidense Gilead Sciences envió recientemente a
China un nuevo medicamento (remdesivir) que podría tratar el nuevo
coronavirus, el Instituto de Virología de Wuhan se apresuró a solicitar
una patente.
En una declaración
del 4 de febrero publicada en el sitio web del instituto sobre la
patente, el instituto señala que realizó una investigación junto con el
Instituto de Investigación Médica Militar de la Academia Nacional de
Medicina de Emergencia para la Prevención y el Control de Drogas.
También señala los vínculos con el Centro de Investigación de Tecnología
de Ingeniería de Prevención del Instituto de Investigación Médica
Militar, y con el Instituto Nacional de Control de Medicina de
Emergencia y el Centro de Investigación de Ingeniería para la
Investigación Médica Militar.
El laboratorio P4 de Wuhan es parte de la Academia China de las Ciencias, que tiene estrechos lazos con el ejército chino en sus programas de investigación.
Mientras tanto, la doctrina militar
china ha identificado la guerra biológica como una parte clave de las
estrategias militares del régimen, especialmente en cualquier escenario
de guerra con Estados Unidos. Entre los programas clave está su
estrategia de Maza Asesina (“Sha Shou Jian”).
Michael Pillsbury, consultor del Pentágono, advirtió de
la estrategia en su libro “La Maratón de Cien Años” de 2016, en el que
señaló que la única vez que China ganó en un juego de guerra simulado
con Estados Unidos, el equipo de China utilizó la estrategia de la Maza
Asesina. Además escribió, “siempre que el equipo de China usó tácticas y
estrategias convencionales, Estados Unidos ganaba de forma decisiva.
Sin embargo, en todos los casos en que China empleó los métodos de la
Maza Asesina, China fue la vencedora”.
Fisher dijo que la Maza Asesina está
diseñada para usar varias armas no convencionales en conjunto para un
ataque sorpresa brutal, y que “cuando se usa en el momento adecuado, y
se apunta contra una debilidad específica del enemigo, puede resultar en
el rápido colapso de la amenaza militar de ese enemigo”.
También señaló que los oficiales
militares chinos no han evitado hablar del uso de ataques y armas
brutales, incluidas las armas biológicas. Sin embargo, algunas de las
declaraciones son tan descaradas y extremas que muchos en la comunidad
de analistas de defensa de EE.UU. tienden a descartarlas.
Con respecto a los rumores sobre el
nuevo coronavirus que se está propagando en China, indicó que aunque
todavía no están probados, tampoco deberían ser descartados sin alguna
investigación.
“Los científicos de renombre están
empezando a unirse en torno a la idea de que, como mínimo, el
coronavirus al que nos enfrentamos hoy en día es el producto de un
laboratorio [y] no el producto de algún tipo de proceso natural”, dijo
Fisher.
Afirmó que el “consenso creciente de que este coronavirus es un virus
creado por el hombre lo relaciona naturalmente con las capacidades y
programas de bioguerra de China”.
“El mundo debería tomar esto como una
posibilidad muy seria, y debería afectar nuestra política y relaciones
con la República Popular China”.
***Sigue a Joshua en Twitter: @JoshJPhilipp