El Kremlin afirma que el enorme resultado positivo es un “voto triunfal de confianza” al líder ruso.
Un resultado a medida de Putin. Con una votación
extendida y unas normas hechas ad hoc para la consulta, la oposición y las
organizaciones civiles han denunciado manipulación en la consulta de la reforma
de la Constitución para obtener una victoria avasalladora. Como así ha
ocurrido, con un 77,9% de respaldo a las enmiendas; incluida la que permitiría
al líder ruso eternizarse en el poder. El partido Yábloko presentó una denuncia
ante la fiscalía por “compra de votos” debido al gran número de premios y sorteos
ofrecidos a los electores, y la organización de monitorización electoral
independiente Golos afirma que ha recopilado más de 600 infracciones. Califican
el proceso de “cocinado”.
Mientras, el Kremlin ha cambiado su discurso. Hasta este
miércoles, remarcaba que los rusos acudían a las urnas para opinar sobre la
reforma clave de la Constitución y que la consulta no era un plebiscito sobre
el presidente. Este jueves, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha afirmado
que el enorme resultado positivo es un “voto triunfal de confianza” a Vladímir
Putin. El líder ruso agradeció el “apoyo”. “Necesitamos estabilidad interna y
tiempo para fortalecer el país y sus instituciones”, remarcó durante una sesión
de trabajo televisada. La participación fue de casi el 68%, según los datos
finales.
“Fue una feria de la locura, en cualquier elección normal
se consideraría soborno al votante; comprar la participación es soborno”,
critica Nikolái Rybakov, líder del partido Yábloko, que ha llevado a la
fiscalía el maremágnum de sorteos y concursos en un buen número de ciudades de
todo el país en los que quienes votaban podían ganar desde jugosos vales
descuentos y hasta electrodomésticos, teléfonos móviles, coches o apartamentos.
“Según las leyes sobre los derechos electorales y sobre los sorteos, no se
admiten juegos de azar durante las campañas electorales o campañas de los
referendos; eso es un delito de compra de votos”, señala Rybakov. El partido pide
procesar a las autoridades locales o electorales que organizaron o participaron
en la organización del sorteo.
“Se estableció un récord en la falsificación de votos en
Rusia”, dijo el jueves el opositor y conocido bloguero anticorrupción Alexei
Navalny en una publicación de Facebook. “El resultado anunciado no tiene nada
que ver con la opinión de la gente”, dijo el político, que pidió a sus
seguidores votar en las próximas elecciones locales para derrotar al partido
del Gobierno, Rusia Unida. “La mejor reacción a lo que ha sucedido no es
desesperación y ansiedad, sino movilización”, añadió. La votación, opinó en las
redes sociales el analista y ex redactor de discursos del Kremlin Abbas
Gallyamov, ha costado al Gobierno “una grave abolladura en su legitimidad”.
La Comisión Central Electoral se vio obligada a anular el
resultado de un colegio de Moscú después de que se difundiesen en las redes
sociales las imágenes de videovigilancia del centro en las que se aprecia cómo
una mujer rellena una urna con un gran taco de papeletas que lleva debajo de la
camisa. En el mismo distrito donde está localizado ese colegio se anularon
también por irregularidades los votos recogidos a domicilio por dos grupos de
la comisión electoral local, tras la denuncia de un miembro del Partido
Comunista. No fue el único sitio. Los sufragios de otro punto de votación en
San Petersburgo fueron invalidados y dos miembros de la comisión electoral del
centro suspendidos después de que otro vídeo mostrase el relleno de una urna.
Otro caso se está investigando en Mordovia.
Sin embargo, las autoridades rusas salieron al paso de
las críticas y afirmaron que no había ninguna razón para dudar de la
legitimidad de la consulta, cuya participación fue de casi el 68%, según los
datos finales. La Comisión Central Electoral recalcó que más de 520,000
observadores, incluidas organizaciones públicas y partidos políticos, pudieron
seguir los procedimientos de votación.
La votación duró, de forma inédita, una semana con el
objetivo de evitar las muchedumbres en los centros de votación por la pandemia
de coronavirus pero también para facilitar la participación. Y ese proceso
extendido facilita el fraude, dice por teléfono Andréi Buzin, jefe del
departamento de monitoreo del movimiento Golos para la Defensa de los Derechos
del Votante, el principal grupo independiente de supervisión electoral de
Rusia. “El control popular y de los observadores del proceso fue muy difícil porque
se votó durante siete días y cada noche trasladaban las papeletas a algún
sitio, al día siguiente las devolvían al colegio electoral; así era imposible
ver quién voto cada día y cómo”, afirma. La consulta “entrará en la historia
como un atentado contra la soberanía de un pueblo”, dice la organización. Y
añaden: “Golos no evalúa este voto como libre y justo”.
Los críticos llaman la atención sobre la diferencia entre
el resultado final de casi el 78% de votos positivos, las encuestas
independientes antes de la votación —que daban un 44% al sí—, y los sondeos a
pie de urna de la llamada Campaña del no —compuesta por políticos y activistas
de distintas fuerzas políticas e independientes—, que arrojaban un 63% en
contra en San Petersburgo y un 55% en Moscú. En la ciudad del Nevá el sí obtuvo
un 77% y en la capital rusa hubo un 65% de votos positivos. Los observadores
ponen el acento también en que el creciente descontento social y la menguante
popularidad de Putin no casan con el paisaje que ofrecieron las urnas. El líder
ruso obtuvo un índice de aprobación del 59% en mayo, según el centro
independiente Levada, el más bajo de sus dos décadas en el poder.
“Han sido las falsificaciones más grandes de la historia
moderna de Rusia”, asegura Tatiana Usmánova, Coordinadora de la campaña del no,
impulsada por Rusia abierta. Su organización ha documentado centenares de quejas
de coacción para participar en el plebiscito —sobre todo en Moscú y San
Petersburgo— de médicos, maestros, trabajadores de servicios comunales y
empleados de las empresas de transporte. Como los empleados del servicio de
ferrocarril de Riazán o los trabajadores de las instituciones presupuestarias
de Moscú, que recibieron presiones para registrarse online para votar –y enviar
el comprobante—a ellos mismos y a sus familiares, según denuncio el servicio
ruso de la BBC.
También fue singular la difusión de sondeos justo antes
de las elecciones y de datos antes del cierre de todos los colegios
electorales; algo que está prohibido en una elección o un referéndum. Sin
embargo, esta consulta no se regía por esas reglas, remarcó la presidenta de la
Comisión Electoral Central, Ella Pamfílova, que aseguró que se habían difundido
los resultados del conteo de los colegios ya cerrados –en el lejano Oriente
ruso, por ejemplo, con hasta ocho horas de diferencia con Moscú— en aras de la
transparencia.
Mientras tanto, en Chechenia, con un amplio historial de
irregularidades electorales y donde Ramzám Kadírov, su líder y fiel aliado de
Putin, propuso esta semana que el presidente ruso se quedase en el cargo de por
vida, se registró la participación más alta –95%— y el apoyo más grande:
97,92%.
Los líderes de las antiguas repúblicas soviéticas de Asia
Central, se apresuraron en felicitar a Putin. La enhorabuena no llegó desde
Occidente. Citando las informaciones sobre irregularidades, la portavoz del
portavoz del departamento de Estado de Estados Unidos, Morgan Ortagus, mostró
su preocupación por la “coacción electoral, presión sobre los opositores a las
enmiendas y restricciones a los observadores independientes”. También el
portavoz del jefe diplomático de la UE, Peter Stano, insto a Moscú a investigar
las irregularidades denunciadas.