El partido de López Obrador culmina en el Senado la militarización por decreto de las tareas de seguridad pública frente a las crÃticas de la oposición y la sociedad civil.
El mayor cuerpo policial de México es ya un apéndice del
Ejército. Lo anunció hace un mes el presidente Andrés Manuel López Obrador y la
madrugada de este viernes Morena ha consumado la entrega de la Guardia Nacional
a la secretaría de Defensa Nacional (Sedena). El partido oficialista, con
mayoría en ambas cámaras, ha sacado de nuevo el rodillo para desatascar por la
vía rápida una reforma que culmina la progresiva militarización de la seguridad
pública iniciada desde el comienzo del sexenio. El primer paso fue precisamente
la creación en 2019 de la Guardia Nacional, un cuerpo de espíritu castrense
pero sometido al mando civil de la secretaría de Seguridad Pública. Y que ahora
pasa a manos del Ejército por órdenes expresas de López Obrador, el gran
crítico de militarización de las labores policiales durante sus largos años en
la oposición.
Tras una maratoniana sesión en el Senado, con toda la
oposición y gran parte de la sociedad civil en contra, Morena aprobó la medida
con 70 votos a favor, 51 en contra y una abstención. Los cambios implantados
por decreto afectan a cuatro leyes secundarias, esquivando así el mucho más
farragoso camino de la reforma de la Constitución. Morena perdió en las
elecciones del año pasado la mayoría necesaria que abre las puertas de los
cambios en la Carta Magna y ya ha visto caer alguna de sus medidas estrella, como
la reforma del mercado eléctrico, ante el bloqueo de la oposición.
La vía rápida y unilateral del decreto ha sido también
criticada por la bancada opositora, que ya ha anunciado que interpondrá
acciones de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte. Las dudas sobre el
procedimiento legislativo llegaron incluso al interior de las filas morenistas.
Su coordinador de la bancada en el Senado, Ricardo Monreal, uno de los cuadros
más influyentes del partido, había planteado durante los días previos los
problemas jurídicos de sortear un cambio constitucional, abriendo la posibilidad
a un debate a fondo en el parlamento. La postura de Monreal, que está a su vez
inmerso en una agenda propia como posible candidato a la sucesión presidencial,
no gustó a la cúpula del partido. Finalmente, el jefe del grupo morenista se
abstuvo.
La estrategia legislativa del decreto,sin embargo, no es
nueva. López Obrador ya ha echado mano de decretos presidenciales para, por
ejemplo, quitar el control de las aduanas al fisco y entregarlo a las Fuerzas
Armadas. Otro ejemplo más de la política de mano tendida a los militares. Desde
su llegada al poder, Sedena ha acaparado desde negocios inmobiliarios,
concesiones logísticas o la gestión de muchos de los grandes proyectos de
infraestructura, una de las banderas del Gobierno.
La postura actual del presidente contrasta con su
discurso como líder opositor durante los peores años de la llamada guerra
contra el narco, iniciada en 2006 por el presidente panista Felipe Calderón. La
orden fue sacar a los soldados de los cuarteles para patrullar las calles y
hacer frente al crimen organizado. Y desde entonces, no han regresado. López
Obrador fue uno de los mayores críticos de aquella estrategia, que se ha
cobrado desde entonces más 200.000 muertos y 60.000 desaparecidos.
Incluso durante la campaña de 2018, el hoy mandatario
mantuvo su crítica a la militarización con eslóganes como “abrazos y no
balazos”. Sus nuevos mantras han cambiado hacia “El Ejército es bueno, porque
el Ejército es pueblo”. O como reconoció esta misma semana: “He cambiado de
opinión ante la violencia que heredé”. Para López Obrador, el Ejército es uno
de los pocos cortafuegos de la corrupción. Durante esta semana ha puesto como
ejemplo el caso de la extinta Policía Federal, el cuerpo al que vino a relevar
la Guardia Nacional, y que, en su opinión, “se echó a perder” por la
corrupción.
La creación de un nuevo cuerpo de espíritu militar nacido
ex profeso para controlar la violencia en el país no ha sido la única pista del
viraje en la estrategia de seguridad. En 2020, el segundo año del sexenio,
López Obrador ya blindó en una ley la presencia del Ejército en las calles, una
petición recurrente de la cúpula castrense. La polémica medida tenía como plazo
2024, el final de su mandato, pero puede que se alargue aún más. Esta misma
semana Morena ha anunciado su adhesión a una propuesta del PRI que busca
prologarla hasta 2028. Un proyecto que, además, está dinamitando internamente a
la oposición y aclarando todavía más el camino al partido en el Gobierno.
***David Marcial Pérez: Reportero en la oficina de Ciudad
de México. Está especializado en temas políticos, económicos y culturales. Ha
desarrollado la mayor parte de su carrera en El País. Antes trabajó en Cinco
Días y Cadena Ser. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de
Madrid y máster en periodismo de El País y en Literatura Comparada por la UNED.