Quienes han venido leyendo esta columna desde septiembre de 2021 y en especial desde la publicación de mi libro "Testigo de una revolución traicionada" (Buenos Aires, editorial Dunken, 2022), quizá se han habituado a mi doble condición de politólogo y diplomático (retirado) políticamente incorrecto.
Luego de dedicarme durante nueve años a Cuba, tres como
residente en la isla y seis más como investigador y escritor de su historia
desde 1959, se comprende que la mayoría de mis columnas se ocupen de la isla
caribeña. El problema, la razón de lo políticamente incorrecto, es que lo hago
con una mirada crítica, desmitificadora y contundente, anteponiendo la realidad
tangible que conocí in situ a la ideología soñadora de lo que no fue.
Para variar, lo que sigue va en la misma línea. Mis
disculpas, nuevamente, a los cultores del idealismo dogmático.
REVOLUCION IMPERIALISTA
Hoy sostengo, como politólogo, que la revolución cubana,
que ha hecho del imperialismo estadounidense el leit motiv de su victimización
para justificar todas sus acciones durante más de seis décadas, es también
imperialista. Una de las primeras cosas que aprendemos en la facultad es que,
en política, las palabras suelen ser multívocas, poseen más de un significado.
Un artículo del académico y político venezolano Jesús
Caldera Ynfante, publicado en 2019 en el sitio Academia.edu bajo el título
"El Imperialismo Militar Cubano. El largo historial de injerencia e
intervencionismo de Cuba en los Asuntos Internos de otros Países",
sistematiza datos que se conocen de otras fuentes. ¿Acaso sólo existe el
imperialismo de Estados Unidos, según pretenden la izquierda en general y la
revolución cubana en particular? Ese catedrático, que fue también candidato a
presidente de Venezuela, afirma que el gobierno cubano, desde 1959, ha venido
cuestionando conductas que, según el relato de La Habana, sólo son propias de
EE.UU. Podríamos sumar al Reino Unido, más antiguo, como otro caso emblemático.
Sin embargo, el imperialismo posee diversas
manifestaciones. No sólo consiste en la apropiación lisa y llana de otros
Estados, como el imperio de Alejandro Magno, el imperio romano o los de
Napoleón, Hitler y Stalin.
Imperialismo es también el control absoluto de la vida
política, militar, social y económica de otros países. Es el medio de
apropiarse de sus riquezas y recursos naturales. Es la injerencia e
intervención en asuntos internos de otros países. Con esas acepciones puede
decirse que la revolución cubana ha practicado y practica distintas modalidades
de imperialismo desde que llegó al poder. Venezuela es, quizá, la víctima más
paradigmática. La Patria de Bolívar fue intervenida por Cuba con acuerdo de sus
gobernantes Hugo Chávez desde 1999 y su sucesor desde 2013, en muchos ámbitos,
especialmente en inteligencia, represión, asuntos militares y recursos económicos.
Hoy en día esa situación no es un secreto para nadie,
como tampoco lo es que su sistema de gobierno, al decir de Cabrera Ynfante, es
una dictadura autocrática de base plebiscitaria edificada sobre la Asamblea
Constituyente el 30 de julio de 2017 mediante fraude a la Constitución y a
espaldas de la auténtica soberanía popular.
Para el autor venezolano Cuba "obra con pretensiones
imperialistas, delineando el intervencionismo militar en asuntos internos de
otros Estados como una política de Estado sostenida desde 1959 hasta hoy. La
tiranía cubana cuestiona que los EE.UU. promueven la "industria de la
guerra" con toda hipocresía puesto que, desde 1959, la tiranía cubana no
ha hecho otra cosa que convertirse en un país exportador de guerras y conflictos
a distintos países de América y Africa. Cuba, y su política exterior, están
basadas en la propia "industria de la guerra" que tanto se lamenta
promueven los EE.UU.".
INJERENCIAS CUBANAS
No sé cuántos lectores de esta columna conocen las
injerencias cubanas que citaré a continuación, ya que desde 1959 Fidel Castro
promovió invasiones o intromisiones en países de América Latina y África, con
fuerzas regulares o irregulares, propias o ajenas.
Sintetizaré algunas. En abril de 1959, cuatro meses
después del triunfo de la revolución, Castro ordenó una invasión a Panamá con
combatientes cubanos, que fue delatada y derrotada. En junio le tocó a la
República Dominicana, con más de 200 cubanos. También fue delatado y derrotado.
En mayo ordenó invadir Nicaragua, usando como país de paso a Costa Rica;
también fue derrotado. En agosto ordenó la invasión de Haití, denominada
"Operación Haití". Entre los invasores había dos venezolanos. Fueron
derrotados y casi todos masacrados. A raíz de ello Haití rompió relaciones
diplomáticas con Cuba. Años después, en 1962, el gobierno cubano intervino en
la llamada "Guerra de las Arenas" del lado de Argelia, con más de 500
combatientes en una disputa territorial contra Marruecos. Al año siguiente,
Castro quiso exportar su modelo a Africa, que se hallaba en plena campaña
anticolonialista frente a Europa. En 1965, atraído por los recursos naturales
africanos, envió al Che Guevara al Congo con combatientes cubanos pero luego de
dos años el Che reconoció que había fracasado. Sin mengua de su ambición, en
1965 Castro se dirigió a Angola como fuente de recursos naturales, también con
el Che, para respaldar al líder del MPLA, Agostinho Neto frente a Portugal, que
continuó diez años después en con la denominada "Operación Carlota"
desde 1975. La campaña de Angola demandó quince años y contó con vehículos
blindados rusos y aviones MIG de combate. Llegó a tener más de 50.000
combatientes en Angola y más de 2200 murieron en combate. La URSS ponía las
armas y Cuba la sangre, todo ello muy lejos del Caribe. En esa época también se
intervino en Guinea Bissau, con suerte adversa.
Ya en 1963 Castro impulsó la incursión guerrillera en
nuestro país con el ingreso por Salta de hombres al mando del "Comandante
Segundo", el argentino Ricardo Masetti, fundador de la agencia Prensa
Latina y precursor del Che Guevara en Bolivia. Ambos intentos fracasaron.
Durante su extensa visita a Chile de 1971 (el programa decía 10 días y se quedó
24), Castro intentó sin éxito convencer a Allende de desandar su camino legalista
y pacífico aunque apoyaba el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). El
periodista chileno Pedro Schwarze, en una nota de La Tercera de 2016
(https://www.latercera.com/noticia/fidel-castro-chile-los-hitos-una-relacion-mas-medio-siglo/)
cuenta que en un momento, el presidente chileno, molesto con el discurso
extremadamente radical de su visitante, llegó a pedirle a un intermediario que
le dijera a Fidel que ya estaba bien, que podía irse.
Semanas después del golpe de 1973 del General Pinochet,
cuenta Schwarze que Castro, en un discurso en la Plaza de la Revolución de La
Habana, "reescribió la historia de la muerte de Allende, al relatar con
detalle cómo el mandatario chileno murió combatiendo. En una sola frase, Fidel
reflejó por qué lo describía muriendo con una metralleta en las manos:
"ahora, los chilenos ya saben que no hay ninguna otra alternativa que la
lucha armada revolucionaria".
"SOLIDARIDAD SOCIALISTA"
Desde mediados de los años 90 del pasado siglo Castro
mutó esa convicción al crear el "Socialismo del Siglo XXI". Decía que
ya no era tiempo de revoluciones armadas y admitía que había otras maneras de
conseguir el poder. Podía iniciarse con elecciones libres y pluralistas pero a
partir de allí debían crearse las bases de una permanencia eterna en el poder,
con mucho de Gramsci. Así ocurrió en Venezuela, Nicaragua y casi en Bolivia. El
imperialismo caribeño de izquierda o castro-chavismo se adapta, pero sigue
siendo imperialismo. Y no cesa.
Los argentinos sabemos bien lo que vino en los años 70 y
80 del siglo XX, cuando Cuba entrenó y promovió a los Montoneros y el ERP,
dotándolos de armas, entrenamiento y dinero. No envió a combatientes cubanos
pero La Habana se convirtió en epicentro de la formación ideológica y la
financiación.
En Bolivia se apoyó al Ejército de Liberación Nacional y
en Perú a Sendero Luminoso. En los años 80, el actual presidente venezolano fue
entrenado en la academia política „ico López del Partido Comunista de Cuba. No
fue casual su elección para suceder a Chávez en 2013. La lista es larga, sólo
elegí algunos ejemplos. Si todo eso no es imperialismo... Quizá también podría
llamarse "solidaridad socialista", aunque no en todos los casos el
otro país solicitó la asistencia cubana.
* Pedro Cornelio von Eyken ,Doctor en Ciencias Políticas
y diplomático retirado.