La violencia yihadista tensa al Sahel pero no a Gabón, donde los militares se levantaron contra un autócrata.
La inestabilidad es contagiosa. Desde 2020, la sucesión
de golpes de Estado en siete países africanos se ha agravado con la guerra de
Ucrania y la pugna entre bloques por extender su influencia en un continente
con recursos clave. El último se ha producido en Gabón, un pequeño país del
África central sometido desde los años 60 a la dictadura de la poderosa familia
Bongo. El derrocamiento de su presidente, Ali Bongo, y la toma del poder de uno
de sus militares más cercanos, el general Brice Oligui Nguema, parece añadir un
nuevo eslabón a la cadena de violencia que en julio también asfixió a Níger,
pero hay que tener cuidado con las conclusiones precipitadas. Lo que ha
ocurrido en Gabón y en Níger no es lo mismo. Por eso, las reacciones ante lo
sucedido en ambos países también han sido diferentes.
Matices clave
Preguntado el jueves por la situación en Gabón, el Alto
Representante de la UE, Josep Borrell, explicó que hay dos tipos de golpes de
Estado, los militares y los institucionales, y que la práctica de elecciones
fraudulentas auspiciada por Bongo en el país africano se situaba en esa última
categoría. El jefe de la diplomacia europea también exigía que se respeten «el
Estado de Derecho, el orden constitucional y la democracia», pero el tono no
era nada parecido al empleado con Níger, donde la guardia presidencial derrocó
al presidente, Mohamed Bazoum, que había sido democráticamente elegido, y los
ciudadanos salieron a las calles agitando pancartas a favor de Rusia y de los
mercenarios de Wagner.
El contexto regional de ambos países -Níger, al igual que
Mali, Chad o Burkina Faso, donde también se han producido recientemente golpes
de Estado, se ubica en la región del Sahel- ayuda a comprender las diferencias.
«En Gabón se ha producido una reacción a un régimen
autocrático, a una dinastía política, la de los Bongo, que llevaba 56 años en
el poder. En los 90, muchos regímenes africanos intentaron practicar cierto
aperturismo, pero en los últimos años se restringió el papel de los grupos
opositores y los procesos electorales eran claramente fraudulentos», cuenta
Óscar Mateos, profesor titular de la Facultad de Comunicación y Relaciones
Internacionales Blanquerna-Universidad Ramón Llull. «El Ejército de Gabón destituyó
a Bongo y a su familia y tomó el poder, pero esos militares eran muy cercanos
al régimen. La gente lo ha celebrado con júbilo, aunque estamos ante un cambio
de cúpula de un sector del Gobierno por otro del Ejército que tampoco hace
augurar grandes avances políticos», añade.
Para el también investigador del Cidob, la situación de
Gabón es, por lo tanto, muy diferente a la de Níger y a otros países del Sahel,
donde los golpes militares no están motivados por la ausencia de democracia,
sino por las dificultades propias de una región con población mayoritariamente
musulmana y duramente golpeado por la violencia yihadista. «Las cúpulas
militares de Mali, Burkina y Níger han utilizado la sensación de falta de
control en la lucha contra los grupos terroristas. Y que los gobiernos derrocados,
a pesar del apoyo de la UE, EE.UU. y la ONU, no han logrado frenar a esos
grupos. Argumentan ineficacia y falta de control para gestionar esa situación.
Eso no pasa en Gabón», matiza.
Todavía se puede abrir más el plano. Además de los
matices de Borrell, algunas informaciones sobre Gabón muestran un panorama muy
distinto al de los países del Sahel, donde los golpes han provocado la retirada
de las tropas francesas del territorio para ser sustituidas por los mercenarios
de Wagner. Sin ir más lejos, Europe 1 informaba el jueves de que el contingente
francés de Gabón no está en la diana de los golpistas. «Por el momento -se
podía leer en ese medio-, el Ejército francés no está afectado. Esperan que
continúe siendo así, y, por eso, la orden es la discreción, sobre todo para no
llamar la atención. El Ejército quiere evitar que este golpe de generales en un
contexto electoral se convierta en un golpe de Estado anti-francés».
Por si el cuadro no fuera lo suficientemente complejo,
Rusia, que ha sido acusada de sacar partido del golpe en Níger, reaccionó con
pesadumbre ante lo sucedido en Gabón, según expresó la portavoz del Ministerio
de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova. «Moscú ha recibido con preocupación
informes sobre un fuerte deterioro de la situación interna en el país amigo
africano», afirmó. Una búsqueda en otros medios da más pistas: una nota de la
agencia Tass de mayo de 2021, que recoge cómo el Kremlin estaba interesado en
estrechar sus vínculos con Gabón, y una noticia de abril de 2023 del medio
oficialista chino 'The Global Times', sobre una visita hecha por Bongo a Pekín
para reunirse con Xi Jinping.
El papel de París
La siguiente pregunta es si, como ha sucedido en el
Sahel, donde un golpe de Estado parece haber motivado el siguiente, la
situación en el África central también puede agitarse. Cabe recordar que Guinea
Ecuatorial, antigua colonia española, y Camerún, ambos países gobernados por
longevas dictaduras, comparten frontera con Gabón. «África central es el último
bastión de la Françafrique. Sus mandatarios, como Paul Biya y Teodoro Obiang
Nguema, están temiendo que lo que le ha pasado a Bongo también les afecte a
ellos. Si están ahí, es porque Francia lo permite. Se vio en las últimas
elecciones de Camerún, cuando París apoyó los comicios, aunque estaban
amañados», explica el africanista e historiador Dagauh Komenan.
«Rechazo todos los golpes de Estado. La violencia genera
violencia. Nosotros abogamos por un sistema de libertades, que hemos aprendido
en Occidente. Sin embargo, Occidente se tiene que replantear en estos momentos
qué quiere ser de mayor. Cuando el sur tiene problemas, al norte le afecta.
Tiene que haber una reformulación de cooperación positiva por ambas partes,
entre los países africanos y los de la UE. Nos tienen que ayudar a reconciliar
a nuestros pueblos y a tener estabilidad», pide Armengol Engonga Ondó,
presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial, formación opositora
al régimen de Obiang. «Lo que pasa en Gabón repercute en Guinea Ecuatorial.
Estoy esperando a que Francia haya entendido el mensaje. La han echado del
Sahel y la mayoría de sus antiguas colonias no la pueden ni ver, porque les ha
dado un techo de cristal con el que no pueden crecer», denuncia. «Si se coopera
con África técnica, social y culturalmente, se hará un socio muy sólido y
bueno».
Por lo pronto, Camerún y Ruanda, informaba 'Africa news',
han llevado a cabo varios cambios en la cúpula militar y del Ministerio de
Defensa de sus respectivos países. El propósito parece ser preventivo, tras lo
sucedido en Gabón. Los próximos meses serán decisivos para el futuro de África.