Inteligencia y Seguridad Frente Externo En Profundidad Economia y Finanzas Transparencia
  En Parrilla Medio Ambiente Sociedad High Tech Contacto
Sociedad  
 
07/01/2007 | ''La sociedad occidental padece una crisis de identidad gigantesca '': Martin Alonso (Escritor)

Mauricio Sánchez Rubio

¿Qué razonamiento le motivó a escribir un libro sobre el 11-S y su repercusión para Occidente?
-Fue más bien un sentimiento. Todos tenemos una experiencia del 11-S igual que con el asesinato de Kennedy.

 

¿Qué razonamiento le motivó a escribir un libro sobre el 11-S y su repercusión para Occidente?


-Fue más bien un sentimiento. Todos tenemos una experiencia del 11-S igual que con el asesinato de Kennedy. Yo estaba junto a unos colegas viendo por televisión cómo ardían los edificios y, entonces, una persona que estaba a mi lado dice, mientras caían lo cuerpos en llamas precipitados al vacío: «esto es por el imperialismo americano». En ese momento te das cuenta de que no tienes unas nociones comunes de humanidad como pensabas que tenías con gente de tu misma cultura. Hay un divorcio en la percepción de la realidad. En ese momento surge una intuición para investigar lo que hay detrás de esa fractura sobre lo que es real y lo que no lo es.


-¿A partir de ahí, cuál es el proceso de
investigación?


-Voy de lo más evidente hasta el análisis de por qué ocurren las cosas. Lo primero fue constatar la fractura con la realidad que se plasma muy rápidamente en las teorías conspiratorias. Norman Mailer dijo que los atentados fueron orquestados por la Casa Blanca para movilizar a la sociedad y acabar con la libertad sexual de los americanos. Después aparece el libro de Thierry Meyssan «La Terrible Impostura», el más vendido sobre el 11-S, que denuncia que todo fue una confabulación de un régimen militar-industrial. Cuando ves que hay un 30% de alemanes de menos de 25 años que cree que, efectivamente, todo fue dirigido, te das cuenta de lo que nos hemos alejado de la realidad. La segunda capa es el descubrimiento del antiamericanismo y el antisemitismo que subyace debajo de las teorías conspiratorias. El tercer espacio es el de analizar el estado de la cultura occidental que propicia este tipo de reacciones socialmente patológicas.


- ¿Y la conclusión?


- La idea principal del libro a la que llego es que la sociedad occidental padece una crisis de identidad gigantesca. Hasta los años 60, los ejes centrales de Occidente eran el cristianismo, la familia y la noción de nación estado que nos habían acompañado durante siglos. Este tronco de comportamiento ya no está presente, pero no hemos sabido inventar una identidad nueva. Estamos en una sociedad en transición. El problema es que el cambio climático o el uso horario gallego o la fraternidad universal pueden ser ideas muy loables, pero no conforman el contorno de una identidad. Ese punto intermedio entre lo antiguo y lo nuevo, aún sin decidir, es la base de lo que yo creo que ha ocurrido durante los últimos cinco años desde el 11-S.


- Pero hay gente que considera que el mundo ha cambiado muy poco desde el 11-S ¿Marcará el futuro de la siguiente generación?


- Hay datos objetivos que no auguran un buen futuro para Occidente. Un elemento especialmente grave es el descenso vertiginoso de la tasa de natalidad. Desgraciadamente, en Europa no existe una cultura de la vida. La gente no piensa que tiene una vinculación hacia el pasado y no piensa que haya un pacto intergeneracional con las personas que te preceden y las que te suceden a las que les tienes que legar una sociedad viable. Se vive el momento presente. Cuando vinculas esto con el hecho de que nuestra sociedad del bienestar está rompiendo ese pacto intergeneracional y que probablemente la siguiente generación no será capaz de soportar el pago de nuestra jubilación y necesidades de seguridad social, entonces la crisis identitaria acaba siendo una crisis de magnitud considerable desde el punto del modelo de sociedad en el que vas a vivir, porque el que tenemos ahora no va a ser sostenible dentro de una generación.


- ¿Esa futura generación será también multicultural?


- Lo será. Desconozco si eso será bueno o malo. Lo que está claro es que no va a ser como ahora porque habrá varias culturas que convivirán en Europa. Las poblaciones inmigrantes aumentan al mismo ritmo que bajan las locales. Lo que es absurdo es fingir que no van a tener ningún tipo de consecuencia respecto al estilo de vida y de sociedad o al modelo cultural en el que van a vivir.


- ¿Se acabó la prosperidad en la que vivimos?


- Es absurdo pensar que la prosperidad que hemos disfrutado va a durar para siempre. Las dos últimas generaciones hemos disfrutado de una prosperidad sin precedentes en la historia. Creo que es un interludio respecto a una situación de futuro más problemática.


- ¿Será esta situación especialmente grave en Europa?


- ¿Por qué debería luchar la sociedad europea? ¿La semana de 35 horas? ¿La última teoría científica sobre el cambio climático? ¿La paridad de género? Todas son muy loables, pero no son elementos movilizadores de tu identidad. Si no hay voluntad de perseverar en afirmar tu identidad, entonces cualquier cosa que ocurra se convertirá en un síntoma más de ese malestar cultural. Este modelo parece ser más grave en Europa que en EE UU.


- ¿Cómo asimilará EE UU este cambio?


- La sociedad americana todavía vive en torno a los valores y principios que la sociedad europea crecientemente ha abandonado. En EE UU, el 70% de la sociedad está en los valores tradicionales. En Europa ese porcentaje está sobre el 30%. En América la mayoría social sigue instalada en la lógica de la unidad, mientras que en Europa el paradigma actual es el del secularismo radical.


- ¿Sigue EE UU siendo una superpotencia ?


- La hegemonía cultural americana es engañosa. La gente ve la apariencia física de las cosas y el hecho de que la tecnología y los artefactos americanos, al igual que la ropa, el cine y la música que usamos, dominan. Todo esto da una imagen falsa de un grado mayor de vinculación del que realmente existe. Sin embargo, la concepción cultural profunda, la religión, la forma de ver el mundo, la concepción del Gobierno, no son las mismas.


- ¿Hasta qué punto están arraigados el antiamericanismo y el antisemitismo en Occidente?


- Vivimos en un mundo en el que algunos de los creadores de opinión crecieron en el paradigma cultural que se produjo en los años 60. Una buena parte del odio hacia EE UU procede de EE UU. Este fenómeno se puede comprobar en Europa donde los libros más vendidos, los de Noam Chomsky o Michael Moore, etcétera, proceden de EE UU. En la sociedad norteamericana convive una contracorriente cultural auspiciada en parte por los líderes de opinión formados en los 60. Esto se transmite desde las universidades, desde la industria del entretenimiento y los medios de comunicación. Ese estado de opinión se traslada a Europa donde existe un caldo de cultivo animado por elementos de ansiedad y frustración que sienten los europeos, que probablemente proyectan sobre EE UU. La cultura americana es tan hegemónica que la mayoría de la gente opina y toma posiciones en relación a ella. Cualquiera que sea tu prejuicio, te lo encuentras en EE UU.


- ¿Y el antisemitismo?


- El antisemitismo es un fenómeno relativamente extraño a la cultura de Oriente Próximo con una evolución extraordinariamente reciente en los últimos cincuenta años, que en parte se explica, quizás, por la creación del Estado de Israel, pero también en la asimilación de un antisemitismo procedente de Europa que se gestó en el siglo XIX y que se fue filtrando con el nazismo hacia Oriente Medio. El elemento antijudío siempre aparece en Europa en momentos de ansiedad ante el futuro, como ocurre ahora tras el 11-S.


- ¿Qué piensa del intento de borrar los símbolos de la Navidad?


- En determinados distritos escolares de Nueva Jersey, se han prohibido no sólo las representaciones de la Navidad clásica, sino que se ha prohibido la música clásica que contenga palabras como Dios, Cristo y otras, sobre la base de que eso representa un prejuicio para las personas que no profesan esa fe. Cargarse la cultura occidental con ese tipo de pretextos es una barbaridad.


- ¿Le sorprende que Benedicto XVI haya asumido una buena parte de la defensa de los valore s tradicionales de Occidente?


- O nos concentramos en definir lo que tenemos que sacrificar o empezamos primero por definir lo que tenemos que preservar antes de decidir lo que estamos dispuestos a ceder. Probablemente, el Papa esté en la tarea de concentrarse primero en definir lo que tenemos que preservar.


- ¿Hasta qué punto ha conseguido la Presidencia de Bush exacerbar lo peor de la cultura occidental, especialmente en el mundo árabe?


- Bush es una figura polarizadora. En buena medida porque le han tocado tiempos polarizadores. Clinton se marchó de la Presidencia con un 65% de aceptación popular. ¿Por qué? El Dow Jones estaba en unos niveles extraordinarios. La gente disfrutaba de un grado de prosperidad amplio y porque los grandes problemas de esa administración fueron si los carriles para bicicletas debían tener un ancho u otro o si los uniformes de los colegios debían tener uno u otro ribete y de qué color. La popularidad de una administración u otra viene determinada por el grado de ansiedad o comodidad de la gente en un determinado periodo histórico. El presidente más impopular de la historia en Estados Unidos fue Abraham Lincoln, porque le tocó la guerra civil americana. La popularidad de una administración no es medida de lo que será el juicio histórico.


- ¿Es el islamismo radical originado desde los atentados de Nueva York y Washington el enemigo de Occidente de los próximos años o veremos surgir otro nuevo del que todavía no sabemos nada?


- El libro lo he titulado «La guerra civil occidental» porque creo que el verdadero enemigo de Occidente es Occidente. Si Occidente tiene la voluntad de continuar, continuará independientemente de a quién tenga como enemigo.


- ¿Es más débil Occidente desde que no tiene un enemigo tan grande y con la amenaza potencial que tenía la Unión Soviética?


- Superficialmente sí, pero realmente no lo creo. Muchos aquí han olvidado ya que una buena parte de la sociedad occidental, de sus intelectuales, de sus medios de comunicación y de sus medios académicos, no remaban en la misma dirección de la libertad y la democracia que representaba Estados Unidos y sus aliados durante la Guerra Fría. Muchossimpatizaban con el lado comunista. Es curioso cómo eso se ha olvidado tras la caída del Muro de Berlín, como si Occidente hubiera sido una especie de monolito por la libertad. No lo fue en absoluto. Ahora hablamos de antiamericanismo, pero la mayor histeria contra América se vivió cuando Reagan decidió desplegar los misiles Pershing en Alemania.


Un sentimiento convertido en libro

Martín Alonso tiene una mirada muy profunda, casi atraviesa cuando se carga de los argumentos de su primer libro, una apuesta arriesgada, rompedora y políticamente incorrecta hoy en día. Su motivación es sencilla. ¿Cómo es posible que alguien de nuestra propia civilización sea capaz de encontrar atajos para justificar una barbaridad como los atentados del 11-S? Pues como las meigas, haberlos hailos, y además muchos. De ahí nace una intuición que se convierte en fuerza investigadora para llegar a una conclusión demoledora. El proceso creativo le ha llevado a interesarse por muchos aspectos de la sociología y la filosofía contemporáneas. Nos hemos quedado sin referentes que defender, como sí tenían nuestros padres y nuestros abuelos. Por tanto, Alonso denuncia que somos una sociedad en transición y urge encontrar y rápido, algo que motive y movilice a una sociedad sin referentes fuertes. Toda una conclusión. De su fuerza e interés intelectual nacido de un hecho atroz, sale a borbotones un texto punzante donde nada queda sin analizar o comentar para que el lector llegue a sus propias conclusiones. Alonso ha descubierto el auténtico secreto. El único y verdadero enemigo de Occidente es Occidente y ya puede comenzar su autodefensa, o de lo contrario no durará otra generación.

«El buenismo ha trivializado el discurso político»

-¿Qué piensa del «buenismo» político que impera hoy en la izquierda?

-Se ha producido una cierta trivialización del discurso político. La sociedad occidental ha abandonado los elementos críticos encarnados en Marx, Freud y Nietzsche. Por alguna razón, la gente no ve las relaciones humanas en términos de voluntad de poder. Fingen no ver que existen conflictos en el mundo que obedecen a razones objetivas e históricas para ver si así desaparecen de nuestras vidas. Los buenos sentimientos no deben ser la única respuesta posible a problemas históricos de gran envergadura. Si algo debemos hacer en la cultura de Occidente es volver a determinadas fuentes de los pensadores críticos que definen la forma de ser occidental en el último siglo.


-¿Qué papel juega Hollywood en la articulación de esa banalización?


-No demasiada. Es el contrapunto histriónico y abundantemente grotesco. Hollywood es como el chiste de Zsa Zsa Gabor cuando un pedigüeño le pide una limosna para comer ya que lleva tres días sin alimentos. Ella le contesta: «No sabe cómo admiro su fuerza de voluntad». Esto me lleva a pensar en una de las últimas acciones de los sospechosos habituales. Michael Moore, Susan Sarandon, Tim Robbins y Sean Penn, a quienes se les ocurrió convocar una jornada de ayuno contra la guerra en turnos de tres horas, no de quince días para llegar al límite del cuerpo. ¿Pero cuánto de ridícula no es una cultura que ha infantilizado a tal extremo el discurso político?

La Razón (España)

 



Otras Notas del Autor
fecha
Título
29/01/2007|
29/01/2007|
12/12/2006|
12/12/2006|

ver + notas
 
Center for the Study of the Presidency
Freedom House