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26/03/2007 | Para qué sirve Europa

Andrea Rizzi

Las cosas podrían ser mejores, pero algo parece claro: que sin la Unión Europea serían mucho peores. Para España, por supuesto, cuyo desarrollo en los últimos 21 años se ha financiado en buena parte con fondos comunitarios.

 

Pero también para Irlanda, Portugal, Grecia o los 12 últimos recién llegados, muchos de ellos ex miembros del bloque comunista. Han sido 50 años de avances y conquistas excepcionales que han cambiado la vida de millones de personas. La Unión Europea es un organismo político y administrativo único, absolutamente original. Y aunque hoy parezcan normales, muchos de sus logros eran inimaginables poco antes de su fundación. Este diario ha elegido 10 de los logros más significativos de este recorrido, muchos de ellos con impacto en la vida cotidiana, y también tres importantes problemas pendientes. Y todo ello sin un inmenso aparato burocrático. Por ejemplo, la Comisión, el órgano ejecutivo de la Unión, tiene 25.000 funcionarios. Menos que la comunidad autónoma de Asturias. Y los Estados miembros sólo destinan al presupuesto europeo el 1,05% del PIB.

Paz: La guerra ya no cabe en la Unión

Una foto de 1984 en la que Mitterrand y Kohl se dan la mano simboliza que la guerra ya no tiene cabida en Europa... al menos dentro de las fronteras de la UE. Las viejas heridas, como las de la I y II Guerras Mundiales, están totalmente cerradas. La UE, sin embargo, no logró impedir que, a sus mismas puertas, se rompiese en sangre y fuego la antigua Yugoslavia.

Democracia: Votar es ya algo normal en las viejas dictaduras

La España de Franco, la Grecia de los coroneles o el Portugal salazarista eran dictaduras hace apenas unos minutos de historia. Los tres países entraron en la UE cuando esos regímenes habían sido derribados o cayeron por su propio peso. El sueño europeo tuvo mucho que ver con ese cataclismo.

Otro tanto cabe decir de Estados del centro y el este de Europa sometidos durante décadas a la férula de Moscú (Polonia, Hungría, Rumania...), cuando no integrados en la URSS (Letonia, Lituania y Estonia). Hoy, votar en libertad es tan normal como lo era antes someterse al partido único. Paradójicamente, los avances en la democratización interna de la UE no han sido tan espectaculares, como muestran las limitadas atribuciones del Europarlamento.

Prosperidad: Con un pan debajo del brazo

España e Irlanda son los mejores ejemplos de que, para algunos países, la UE viene con un pan debajo del brazo. Cuando España ingresó en la Unión en 1986, su renta per cápita era un 70% de la media de los doce. En 2004, llegaba al 90% de la media de los Quince. Y hoy ya está en la media de los Veintisiete. Por sus propios méritos, pero también gracias a los fondos comunitarios, en 20 años, el saldo neto de España asciende a 100.000 millones de euros.

El caso de Irlanda, un país retrasado durante décadas, con alto índice de desempleo y una emigración sangrante, no es menos notable. Hoy, tan sólo Luxemburgo le supera en renta per cápita.

Ahora es el turno de los recién llegados. La UE ya se está volcando con ellos.

Sin fronteras: De Lisboa a Berlín sin pasaporte

¿Alguien se acuerda de las colas en La Junquera o los controles de acceso en los aeropuertos europeos? Hoy se puede conducir desde Lisboa hasta Berlín sin tener que mostrar el pasaporte. Incluso, con un poco de suerte, sin que nadie te pida el DNI. Trece países de la Unión (y dos exteriores, Noruega e Islandia) forman parte del espacio de Schengen. En el resto de la UE, la puerta está casi tan abierta para los ciudadanos comunitarios. Y también es más fácil trabajar, cobrar una pensión o recibir asistencia médica.

Mercado único: Un estímulo a la libre competencia

Sin fronteras para las personas (con limitaciones para recién llegados) y sin fronteras también para las mercancías. Europa es el mayor mercado integrado del mundo, un enorme espacio en el que los bienes circulan sin aduanas ni aranceles interiores.

Ese gran mercado y sus reglas representan una gran oportunidad para las empresas y un estímulo a la competencia, que permite a 500 millones de consumidores tener más y mejores opciones. Y si vuelos y telecomunicaciones son más baratos que hace años, la culpa es en buena medida de la UE.

El euro: Un café en París sin cambiar pesetas

Trece países, 315 millones de personas, una sola moneda. La introducción del euro ha sido en algunos países la ocasión para redondeos discutibles, para subidas de precios alarmantes, pero eso no impide que sus ventajas sean también visibles: facilidades para el comercio, tipos de interés bajos, hipotecas menos duras, precios transparentes y comparables entre países, pocas fluctuaciones imprevistas, freno a la especulación... Y poderse tomar un café en Roma, Berlín, París o Amsterdam sin tener que cambiar pesetas.

Erasmus: Becas para meterse Europa en la cabeza

Es más que un complemento educativo: es una ventana abierta a nuevos horizontes. Casi dos millones de estudiantes han podido vivir y aprender en otro país europeo con los programas Erasmus y Leonardo. Lástima que las becas no sean generosas, aunque sí lo suficientemente estimulantes para que los aspirantes sean legión. Resulta difícil no llegar a la conclusión de que la Europa unida en la diversidad querida por los fundadores se forja también con este flujo de universitarios que vuelven a casa con Europa metida en la cabeza.

GSM: Móvil sin fronteras

La UE hará que bajen las tarifas de los móviles utilizados en el extranjero. Será la guinda que coronará el pastel que se empezó a cocinar en 1987 cuando la UE estableció un estándar común para la telefonía móvil. Un impulso decisivo para desarrollar nuevos productos contando con un enorme mercado potencial.

Medio Ambiente: Sin la Unión Europea sería aún peor

No es como para tirar cohetes, porque las amenazas al medio ambiente en la Europa comunitaria son alarmantes, pero algo parece claro: que, sin la vigilancia y la normativa de la UE, la situación sería mucho peor. Si, por ejemplo, playas, ríos y mares son un poco más limpios que antes (o menos sucios de lo que podrían ser), se debe a la legislación europea sobre tratamiento de aguas residuales. Y si algo se mueve en la lucha contra el calentamiento global es porque la UE -a diferencia de Estados Unidos- firmó el Protocolo de Kioto.

Política agraria: Para que el campo no quede vacío

Muchos agricultores habrían dejado de serlo, muchos paisajes se habrían degradado y muchos campos estarían baldíos de no ser por una política comunitaria que ha salvado, con sus subvenciones, grandes sectores productivos. Pese a todo, la política agrícola es muy criticada y polémica, sobre todo fuera de la Unión, por excesivamente cara y proteccionista.

LOS PROBLEMAS DEL SUEÑO EUROPEO
Tratado constitucional: Lo malo de ser 27: ¡qué difícil es tomar decisiones!

El estancamiento del proceso para dotar a Europa de un Tratado constitucional es una de las nubes más pesadas en el cielo de la Unión.

El no al texto aprobado en 2004 por los gobiernos de los Veinticinco se impuso el año siguiente en los referendos celebrados en Francia y Holanda. La incapacidad a retomar eficazmente el proyecto evidencia el aspecto negativo de la ampliación: la fuerte heterogeneidad de los Vein-tisiete. Mientras no haya acuerdo, la Unión se ve obligada a funcionar con una arquitectura constitucional diseñada para un organismo de otras dimensiones y características.

La economía: Poco I+D, crecimiento lento y baja competitividadEn marzo de 2000, los gobiernos de la UE acordaron en Lisboa una estrategia para "convertirse en la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor cohesión social". La estrategia establecía objetivos -llegar a un 3% del PIB invertido en I+D, lograr una tasa de empleo cercana al 70%...- que se deberían cumplir en 2010. A tres años de la meta, está claro que no se logrará buena parte de ellos. La distancia entre deseos y realidad describe las dificultades económicas y sociales de varios países miembros.

Política energética: Entre apagones, OPA y el chantaje de Putin

Entre apagones, cortes de suministro desde el Este, subidas de precios y OPA -hostiles o no-, el mercado de la energía no deja de dar disgustos a clientes y accionistas europeos.

Europa no es autosuficiente y una política común sería aconsejable para proteger a empresas y ciudadanos, según la mayoría de los analistas. Los mercados energéticos siguen siendo sustancialmente nacionales y lograr una posición común frente a desafíos exteriores, parece una empresa titánica. Por eso andan países como Alemania cortejando por su cuenta a la Rusia de Putin, que chantajea a Europa con su gas.

El Pais (Es) (España)

 


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