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17/04/2007 | Cambio climático - Las oportunidades: El calentamiento global es una amenaza para la economía, pero brinda también ocasiones para las empresas

Miguel Jimenez

Hasta hace bien poco, pocos podían imaginar conceptos como el cambio climático o el calentamiento global en los manuales de economía. Las herramientas clásicas para estudiar problemas como la contaminación u otras externalidades han quedado de repente desbordadas por una amenaza que cobra fuerza.

 

En los últimos meses el cambio climático se ha convertido en materia de estudio no sólo para economistas académicos, sino también para analistas financieros, firmas de inversión y compañías de seguros que tratan no sólo de medir el riesgo y el impacto de la amenaza, sino también de adivinar los ganadores y perdedores de la nueva situación. El cambio climático es también una gran oportunidad de inversión.

El primer ministro británico Winston Churchill se quejaba de que cuando pedía consejo a dos economistas tenía dos opiniones contrapuestas, o tres, si uno de ellos era lord Keynes. Medio siglo más tarde, Tony Blair ha encargado un único estudio a sir Nicholas Stern sobre el impacto económico del cambio climático. Stern no se ha librado de las críticas de muchos otros economistas, pero su conclusión básica es ampliamente compartida: "Nadie puede predecir las consecuencias del cambio climático con absoluta certeza", señala, "pero sabemos lo suficiente como para entender los riesgos que supone".

En su opinión, si no se toman las medidas adecuadas, el cambio climático puede hacer retroceder hasta un 20% la economía mundial. Stern, con todo, califica su análisis de optimista, porque pone el énfasis en que aún se puede frenar el cambio climático. Tomar las medidas apropiadas para detener ese calentamiento costaría un 1% del PIB mundial.

Hay un consenso científico generalizado en que es la actuación humana la que a través de la emisión de gases con efecto invernadero está provocando un calentamiento del planeta que amenaza con tener consecuencias catastróficas, casi apocalípticas. Aumento del nivel del mar, sequías, pérdida de cultivos, desaparición de especies, hambrunas, deforestación, proliferación de fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor, tormentas o huracanes...

Impacto económico


Aunque el calentamiento puede beneficiar tangencialmente a las regiones más frías del planeta, esos beneficios serían mínimos en comparación con los perjuicios que conllevaría incluso en esas zonas. Si las emisiones se controlan, concluyen los expertos, el calentamiento será moderado, aunque ya inevitable, y las consecuencias menos dramáticas. Si la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera se dispara, los impactos serán negativos en todas las regiones y sectores, según ha explicado hace una semana el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, en sus siglas en inglés), dependiente de la ONU.

En paralelo al debate científico sobre el cambio climático, se ha ido abriendo una reflexión sobre su impacto económico.

Firmas de análisis bursátil, bancos de inversión, entidades aseguradoras y otras instituciones financieras se han sumado desde diferentes perspectivas al debate sobre el cambio climático y sus consecuencias económicas.

Identificar a los sectores más perjudicados por el cambio climático es una de las tareas de estos analistas. Pero también lo es encontrar a los ganadores. "El cambio climático también implica nuevas oportunidades de negocio, desde la participación en los mercados energéticos, el uso y desarrollo de nuevos recursos energéticos más limpios, hasta la mejora del posicionamiento, el aumento de la reputación, etcétera", según un informe de Marsh, el principal intermediario mundial de seguros.

Hay varias empresas españolas entre las ganadoras del cambio climático. Iberdrola, Gamesa, Abengoa y Acciona han visto premiada en Bolsa su apuesta por la energía verde con fuertes revalorizaciones.

En general, las empresas favorecidas son aquellas que encajan con lo que se perciben como soluciones al problema.

El propio Stern proponía cuatro maneras de recortar las emisiones: reduciendo la demanda de bienes y servicios intensivos en emisiones, incrementando la eficiencia, actuando en emisiones no energéticas (como la deforestación) y promoviendo tecnologías limpias en electricidad, calefacción y transporte.

Una de las medidas en que casi todos coinciden es poner precio a las emisiones de carbono. Los derechos de emisión son la moneda del cambio climático. Limitar los permisos y permitir que se negocien esos derechos, permitirá que las emisiones se reduzcan del modo más barato posible, explica Chris Rogers, analista de JP Morgan. Poner precio a las emisiones supone que el que más contamina, más paga y eso conduce a la eficiencia a través del mercado.

"Mientras que los derechos de emisión dan una señal de mercado, las energías renovables aportan una solución tecnológica", añade Rogers. JP Morgan sitúa entre las empresas favorecidas por el comercio de emisiones a FPL, Fortum y British Energy, y considera perjudicadas a RWE y Drax. En cuanto a las renovables, advierte del riesgo de sobrevaloraciones. Elige a FPL Group y recomienda vender los títulos de EDF Energies Nouvelles. Además, incluye a Enel y Edison entre potenciales beneficiarias por sus métodos de gestión de la demanda.

Potenciales ganadores
Por su parte, Citigroup ha identificado las oportunidades que pueden surgir en los próximos tres a cinco años como reacción a la amenaza de calentamiento global. Edward Kerschner, su analista jefe de inversiones, clasifica las implicaciones para los inversores en tres grandes categorías (físicas, regulatorias y de conducta) y selecciona a los potenciales ganadores en un amplio informe que incluye a 74 compañías de 18 países.

El calentamiento, la sequía y los huracanes beneficiarán a empresas de sectores como el gas natural, el agua (cita a Aguas de Barcelona) y aseguradoras especializadas. Desde el punto de vista regulatorio, el foco hay que ponerlo, según Kerschner, en los sectores de generación eléctrica, transporte y construcción, grandes emisores de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero. Las eléctricas con mayor peso de las relativamente limpias tecnologías nuclear y de ciclos combinados de gas (EDF, Fortum, FPL) están mejor situadas a largo plazo que las sucias centrales térmicas (RWE), explica Kerschner.

Dentro de las implicaciones regulatorias está también el apoyo al uso de energías alternativas y fuentes de energía renovables. Entre ellas están las centradas en el etanol y el biocombustible, de un lado. De otro, las regulaciones gubernamentales "deben beneficiar a las compañías que aprovechen el poder del sol y del viento", señala Kerschner, que incluye entre potenciales beneficiarios a Ebro Puleva (biocombustibles), Acciona, Iberdrola y Gamesa (energía eólica). Las implicaciones sobre la conducta de los diferentes agentes son más especulativas, pero pueden favorecer a empresas con una estrategia climática adecuada. Citigroup incluye a Ence en este grupo.

El propio cambio climático se ha mostrado como "el mayor fracaso del mercado", según las conclusiones del informe de Stern. Entre las soluciones hay, sin embargo, mecanismos de oferta y demanda. Y en muchos casos el mercado ha ido por delante del análisis y las recomendaciones premiando por anticipado -quizá a veces en exceso- a las empresas mejor situadas para aprovechar las oportunidades del cambio climático.

Los daños de la meteorología extrema

El último informe avalado por la ONU sobre el cambio climático especifica los impactos que tendrán los fenómenos meteorológicos extremos con sus efectos en diferentes sectores.

El calentamiento aumentará las cosechas en las zonas más frías y las reducirá en las más cálidas. Habrá menos agua dulce por deshielos y aumentará la tasa de evaporación del suelo. Descenderá la mortalidad por frío extremo. En muchos lugares caerá la demanda energética para calefacción, pero aumentará la refrigeración. En paralelo habrá más olas de calor, lo que reducirá las cosechas en las zonas templadas y aumentará los incendios forestales. Habrá mayor demanda de agua potable. Será mayor el riesgo de muertes por olas de calor.

Las lluvias torrenciales supondrán daños en las cosechas y erosión del suelo. Los efectos pueden ser adversos también en el agua dulce por la contaminación. Habrá mayor riesgo de enfermedades y de inundaciones.

La sequía afectará a la degradación de la tierra, mermará las cosechas, aumentará la mortalidad del ganado y el riesgo de incendios forestales. En muchas regiones habrá más problemas asociados a la alimentación y a la escasez de agua, y disminuirá la producción hidroeléctrica.

Aumentará la intensidad de las tormentas tropicales, con daños en cosechas, bosques y arrecifes de coral. La destrucción de infraestructuras puede afectar al suministro eléctrico y de agua dulce. Aumentará el riesgo de muertes, heridas traumáticas y enfermedades. La subida del nivel del mar provocará la salinización del agua dulce en estuarios y zonas costeras. Aumentará el riesgo de muerte, heridas y daños por las inundaciones. Provocará grandes migraciones.

Empresas en guardia frente a los pleitos :Las aseguradoras advierten del riesgo de demandas climáticas similares a las de las tabacaleras

El año 2005 pasó a la historia como el de los peores huracanes, especialmente por Katrina, Rita y Wilma, tres tormentas que generaron 2,8 millones de reclamaciones por un importe conjunto de 49.200 millones de dólares a las aseguradoras. Las compañías han avisado ya del riesgo de que el cambio climático suponga un aumento de los daños por desastres naturales, pero también han advertido de otro posible vendaval, el de pleitos y demandas contra las empresas causantes del cambio climático.

En un caso límite, sería algo así como la reproducción de los juicios colectivos de los fumadores contra las tabacaleras. Pero hay una serie de riesgos legales intermedios que conviene no despreciar.

"Una compañía que ignore el cambio climático puede encontrarse con unos costes de energía más altos, quedarse atascada en una tecnología anticuada, verse envuelta en pleitos planteados por sus accionistas, y en un entorno medioambiental hostil", advierten desde la aseguradora Marsh.

Cuanto más aumenta la percepción de los efectos negativos que provoca el cambio climático entre el público, los funcionarios, y los hombres de negocios, más crecen las probabilidades de sufrir un pleito, explica Marsh en su estudio Riesgos y soluciones empresariales del cambio climático. "En un futuro cercano, las demandas interpuestas por accionistas, asociaciones, administraciones o por el público en general pueden sumir a las empresas en batallas legales con varios frentes abiertos a la vez", añaden.

Los analistas de Citigroup recuerdan precedentes en que las empresas han ido modificando su comportamiento por la presión de los consumidores, como en el caso de los clorofluorocarbonos (CFC) que amenazaban la capa de ozono o el boicot al atún para lograr un cambio de las artes de pesca con el fin de proteger a los delfines. Se lamentan de que Estados Unidos y China, los dos grandes emisores de dióxido de carbono, sean dos de los países menos concienciados sobre el problema del calentamiento global, pese a los esfuerzos del ex vicepresidente Al Gore en el primero de ellos.

Pero además de la presión de los consumidores, ha habido otros casos en que la regulación de sectores económicos ha venido a golpe de demandas y pleitos. En Estados Unidos es el caso del tabaco, el asbesto o los implantes de silicona en el pecho. Los casos judiciales fueron con frecuencia por delante de la regulación.

Accionistas


La regulación es la primera fuente de preocupaciones legales ahora para las empresas. Las que la incumplan o se vean perjudicadas por ella deberán hacer frente al importante coste de las multas, luchar contra la regulación o bien intentar alegar su inocencia en un tribunal, con el coste económico y el desgaste de imagen que esto conllevaría.

Los gestores de las grandes compañías también deben preocuparse, según Marsh, de posibles demandas de sus accionistas en caso de que sufran pérdidas financieras que directa o indirectamente puedan relacionarse con una falta de planificación sobre riesgos climáticos. Marsh indica que pronto la Comisión del Mercado de Valores de EE UU (la SEC) exigirá a las compañías incluir advertencias sobre esta clase de riesgo.

Pero las empresas afrontan sobre todo el riesgo de demandas directas por parte de administraciones y consumidores, entre otros.

Cinco grandes empresas (American Electric Power, Southern Company, Tennessee Valley Authority, Xcel Energy, y Cinergy) ya tuvieron que hacer frente a una demanda de ocho Estados y la ciudad de Nueva York por ser los cinco mayores contaminadores de Estados Unidos. El juez archivó el caso en septiembre de 2005, pero antes lo convirtió en un tema público de debate nacional, asegurando que no era un asunto para los tribunales sino un asunto político. Los demandantes han apelado.

También se acabó archivando una causa interpuesta tras el Katrina, que señalaba a las emisiones contaminantes de numerosas compañías como causantes de que el huracán llegara a ser tan extremadamente fuerte.

En septiembre pasado, California demandó a los seis mayores fabricantes de automóviles del mundo (General Motors, Toyota, Ford, Honda, Chrysler y Nissan) por el daño medioambiental provocado al Estado de California mediante las emisiones de CO2 de esos vehículos a la atmósfera (289 millones de toneladas anuales). El juicio está pendiente.

En Australia también las compañías energéticas han sido amenazadas con juicios por demandas colectivas relacionadas con el cambio climático.

Pero el más dramático de todos los pleitos, en caso de salir adelante, es el que, según la firma Marsh, promueven los residentes de varios archipiélagos (entre ellos Tuvalu y las Maldivas) contra las compañías y los Gobiernos a los que culpan del cambio climático. Temen que sus hogares se vean engullidos por el océano si el nivel del mar sube.


Seguros contra el cambio climático


Ante una gran catástrofe queda la duda de si las compañías de seguros saldrán perdiendo mucho por las indemnizaciones a pagar o ganando por el negocio inducido hacia el futuro. No hay una póliza contra el cambio climático, pero las aseguradoras ya afinan su respuesta al incremento de riesgos derivado del mismo, que afecta a casi cualquier clase de seguro. Swiss Re Munich Re, Marsh, AIG o Allstate están entre las compañías que han modificado su estrategia ante el cambio climático. A aumento de riesgo, seguros más caros. Ésa es la premisa esencial.

Según Marsh, es probable que el sector desarrolle seguros específicos para el cambio climático, ajuste la exposición de sus productos actuales y trabaje para mitigar los daños. Estos productos pueden incluir incrementos en las primas para cubrir los acontecimientos y catástrofes provocadas por el clima y un aumento de las exclusiones aplicables a pérdidas asociadas con el cambio climático.

El Pais (Es) (España)

 



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