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28/03/2005 | Ahora es Bolivia - Los siguientes en turno, somos nosotros

Fernando Londoño Hoyos

Carlos Marx vaticinó que sería en los países industrializados donde empezaría el proceso dialéctico que terminaría en la dictadura del proletariado. Error. Los países industrializados resolvieron el problema social mediante la infalible receta del desarrollo económico.

 

La lucha de clases habría de empezar en pueblos empobrecidos, en los que una vasta clientela de los que nada tenían para perder se asociaba al partido único, hijo dilecto de un golpe armado que se establecería en el poder y lo ejercería mientras lograba la destrucción de las superestructuras que tanto estorbaban la llegada del paraíso comunista.

La ignorancia y la miseria han sido la condición sine qua non de todos los totalitarismos socialistas, que después se las arreglan para perpetuarse. Así pasó en Cuba y así está pasando en Venezuela, donde el camarada, coronel, comandante y paracaidista Presidente se alzó con todo el poder, previa la bendición que del fraude electoral le hicieran Carter y Gaviria, cuyos nombres maldecirán varias generaciones de venezolanos.

Ya declaró Chávez su tránsito final al socialismo, desde luego el del siglo XXI, puesto que todos los demás ya tuvieron tiempo de fracasar, y desde luego que muy "autóctono", como conviene a la prédica del pintoresco caudillo. Y eso supone, cómo no, exportar la revolución a los vecinos, que la generosidad ha sido siempre la virtud característica de los comunistas. Tantas cosas buenas no son para dejar en casa. Por eso, el comunismo es una cruzada con muchos infieles para someter, en cuyo número nos contamos los primeros. Pero como las cosas andan por aquí un tanto complicadas, valía la pena ensayar en Bolivia. Y en Bolivia la revolución está en marcha.

No hay la menor duda de que es Bolivia geopolíticamente estratégica para implantar una segunda gran aventura comunista en América del Sur. Ya lo había entendido Fidel Castro, después de fracasar en Colombia y mucho antes de descubrir que contaría, en la frialdad de su otoño, con un tan sorpresivo compañero de ruta como Hugo Chávez. Ese fue el sentido de la expedición del Che Guevara, mucho más insensata, militarmente hablando, que el propósito final que la alentaba. Pero hoy las uvas están maduras. Las mismas masas ignaras y miserables, de millones de indígenas que apenas hablan español y para quienes el mundo moderno es tan lejano como improbable.

La misma coca de hace años, cuando se producían centenares de toneladas que la mafia colombiana traía para los cristalizaderos y la posterior exportación a los Estados Unidos. Una democracia arrinconada, porque renunció al uso de la fuerza para sostenerse, que ese fue el precio que pagó el presidente Mesa para suceder a Sánchez de Losada. Finalmente, el hombre preciso para una revolución de este linaje. Evo Morales lo tiene todo. Es astuto, ignorante, irresponsable, capaz de cualquier locura y manso corifeo de Castro, de Chávez y de los demás compañeros de viaje en esa arca de la nueva alianza que es el Foro de Sao Paulo.

Ya Bolivia es ingobernable. Los indígenas, cocaleros y comunistas se tomaron impunemente la carretera económicamente neurálgica y se saben capaces de repetir la hazaña cuando les venga en gana. La mayoría nacional -en todos los países comunistas hay una mayoría sacrificada y un Kerensky que la traiciona- no sabe qué hacer y algunas voces se levantan para exigir el ejercicio de la autoridad. Pero cuando la autoridad deja de ejercerse a tiempo, solo la salva la fuerza tardía, que es una guerra civil.

Por ahí aparece en el horizonte un tal Samuel Doria Medina, que sería hombre para librarla. ¿Pero a qué precio? Será entonces cuando entre en la escena la numerosa clientela de los arreglos humanitarios, acaso con Rodríguez Zapatero a la cabeza de la Unión Europea, y Bolivia quedará lista. Sin derramamiento de sangre, Evo Morales, el hombre de la coca, será el dueño del poder, en mancomunidad con Chávez y con Castro. El viejo sueño está a punto de cumplirse. Y en la lista seguimos los colombianos. Nadie lo dude.

flondonohoyos@latinmail.com

El Tiempo (Colombia)

 



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