Ella ha resurgido a causa de las intempestivas e inconsultas declaraciones del embajador boliviano en Lima, las que fueron refutadas posteriormente por el canciller de la República.

Como se tiene conocimiento, el proyecto de una Arica trinacional data de más de cuarenta años atrás, sobre todo a raíz de la ruptura de las relaciones diplomáticas con Chile, debido al desvío del río Lauca. En esa época, al no sentirse apoyada por los países del continente, Bolivia llegó a retirarse de la OEA, quedando completamente abandonada y desamparada. Fue entonces que emergió esta peregrina concepción de constituir en la zona ariqueña un territorio con soberanía compartida entre esos tres países. Los que la sustentaban creyeron seguramente que con ello se obtenía por lo menos el apoyo peruano a la causa marítima, y además, se eliminaba el llamado “veto peruano”.

Lamentablemente, los anteriores sostenedores de la teoría de la soberanía trinacional, como los actuales, pareciera que no hubiesen tomado en cuenta la complejidad de un gobierno tripartito, el cual, en vez de fomentar la paz y la amistad entre los tres países, por el contrario, podría provocar grandes tensiones en la zona. Cabe destacar que al internacionalizar Arica, para efectuar cualquier construcción, sobre todo obras relativas al puerto boliviano y sus dependencias, Bolivia tendría que pedir permiso no sólo a Chile, como lo hace actualmente, sino también al Perú. Y es menester señalar por último, que con ese régimen trinacional, nuestro país perdería para siempre la posibilidad de obtener una salida propia y soberana al océano Pacífico. En otras palabras, Bolivia estaría remachando su enclaustramiento definitivo.

Pero el escollo fundamental para que esta hipótesis se haga realidad es la oposición chilena a aumentar la injerencia peruana en Arica, aparte de la concedida en el tratado chileno–peruano de 1929. Basta recordar su rechazo terminante al Memorándum de 18 de noviembre de 1976, en donde Perú planteó precisamente la conformación de una zona similar en la zona costera del norte de Arica.

Lo lógico es que Bolivia obtenga una salida propia y soberana al Pacífico, mediante la concesión de un corredor al norte de Arica. Ahora bien, una vez solucionada la cuestión del corredor, se podría considerar la posibilidad de una mayor participación peruana en el puerto de Arica, mediante la administración tripartita del mismo. Esto podría efectuarse tomando en cuenta que el Gobierno de Chile ha construido un muelle en Arica para uso del Perú. Ese muelle está administrado por el gobierno peruano, el cual lo utiliza simbólicamente, porque no tiene carga ni visos de mejorar en el futuro. Precisamente, si Bolivia contase con un puerto al norte de esa ciudad, eso podría dar lugar a la constitución de un megapuerto, conformado por el puerto boliviano, el peruano y el que Chile regenta actualmente.

Lo que se “internacionalizaría” no sería pues la ciudad de Arica ni el corredor que pretende Bolivia, sino la administración de los tres muelles, que integrarían el mencionado megapuerto. En otras palabras, se podría establecer una entidad autónoma, preferentemente privada, con capitales de los tres países, para que se hiciera cargo del control de los muelles, lo que determinaría que éstos no fuesen competitivos entre sí, sino complementarios.