Antes, se solía decir que Bolivia no tenía recursos para financiar su desarrollo; ahora que los tiene, se dice que no los puede usar pues podrían generar inflación. Es decir, sin ingresos o con ellos, estamos condenados a seguir siendo pobres.

Se ha hecho la nacionalización de los hidrocarburos como una forma de recuperar la propiedad de los bolivianos, mas, se ha decidido no utilizar los recursos adicionales que genera y guardarlos celosamente en el Banco Central. Mientras tanto el desempleo y la pobreza siguen igual.

Se habla de colocar los recursos generados por los hidrocarburos en depósitos en bancos del exterior; simultáneamente, se sigue estirando la mano para conseguir préstamos y donaciones.

Se afirma que la inflación es el peor flagelo de los pobres, pues, carcome sus ingresos. Para que ello pudiese ocurrir, los pobres tendrían que tener un ingreso. Para tener un ingreso, es necesario tener un trabajo. ¿Qué es mejor, que la inflación se coma el 8 por ciento de sus ingresos o no tener trabajo, es decir, tener un ingreso igual a cero?

La inflación tiene sus orígenes en el aumento de la demanda provocada por el aumento de las exportaciones y las remesas. Antes se decía “exportar o morir”. Consecuentemente con la afirmación que la inflación es el peor flagelo de los pobres, ahora, se aconsejaría morir antes que seguir exportando (las remesas son el producto de una forma particular de exportación: el trabajo).

Los precios han subido, casi exclusivamente en el sector alimentos. Puesto que el empleo ni los salarios se han modificado, ni la situación de los pobres, se concluye que la presión de demanda se origina en una mayor demanda de alimentos de los ricos. Con lo cual podemos esperar que los ricos estén cada día más gordos.

Según los gremios empresariales, el sector privado ha dejado de invertir, sin embargo, depósitos y créditos de los bancos han crecido en más del 25 por ciento el último año y se han inscrito más de 7 mil nuevas empresas en el registro de comercio, ¿en qué gastaron entonces los que se prestaron más de mil millones de dólares el año pasado?, ¿será en alimentos?, ¿se confirmaría que los ricos estarían cada día más gordos, esta vez, con base en el endeudamiento bancario?

La disminución del precio del dólar no afecta a las exportaciones ni al crecimiento, pero disminuye la demanda externa de nuestros productos, aliviando la presión sobre los precios internos. ¿Cuál demanda? ¿Será posible encontrar argumentos para apoyar esta sentencia?

Escuchamos todos los días éstas y otras perlas pronunciadas con tono eclesiástico por políticos y economistas. A mis alumnos de economía suelo decir que cuando no entiendan algo, pregunten a sus mamás, puesto que ellas sí tienen el sentido común que a veces nos falta en el mundo político y en la academia.