"La descentralización reforma al Estado porque con ella el pueblo construye gobiernos regionales y locales que ejecutan las obras, deciden las inversiones y administran los servicios sociales", dijo García durante su discurso por los 188 años de la independencia de Perú.

El objetivo es "llegar a una descentralización popular no burocrática en favor de los humildes" pues esta es "la mejor manera de poner fin a las protestas y reclamos al hacer que el pueblo mismo gaste en su beneficio".

Perú ha sido escenario en el último año de decenas de manifestaciones por parte de los indígenas, que se oponen las concesiones que hizo el Gobierno a las multinacionales para que explotaran parte de la selva amazónica. En abril murieron más de 30 personas en enfrentamientos entre nativos y fuerzas de seguridad.

García ha propuesto que sean grupos de jóvenes los que lleven las riendas de las pequeñas obras que se realicen con parte del presupuesto que no haya sido utilizado por las administración central. "Esta es la respuesta para la reforma del Estado, más recursos para el pueblo y más descentralización popular", indicó.

Actualmente el 70 por ciento del presupuesto nacional está en manos de los gobiernos locales, recordó el mandatario peruano, al reconocer que las administraciones regionales "tienen tropiezos y problemas pero es un largo proceso que debemos profundizar".

García también pidió perdón por "los errores cometidos" y aseguró que el pueblo peruano le "absolverá" con los resultados obtenidos al finalizar su mandato que tendrá un "balance positivo". Así, destacó que hasta la fecha ha ejecutado 3.000 obras en localidades rurales, mientras 1,4 millones de personas tienen electricidad.

DIÁLOGO SIN AMENAZAS

Su discurso por la independencia de Perú sirvió además de contexto para hacer un llamamiento a los indígenas al diálogo, pero "sin amenazas ni violencia", con los sectores sociales que han promovido las recientes protestas y con aquellos que exigen el cumplimiento de ciertas demandas sociales.

García confesó haber hecho una reflexión "autocrítica" de los hechos ocurridos en la localidad de Bagua --donde en abril murieron más de 30 personas-- así como de las protestas realizadas por nativos en los departamentos de Apurímac y Cusco (sur del país), y aseguró que no permitirá que hechos similares se repitan.

"En democracia todos están capacitados para protestar, para proponer y para escoger a nuevos gobernantes, pero no hay nada que justifique que un reclamo devenga en violencia", dijo el presidente. "No hay sitio para las tomas de carreteras ni el crimen", insistió.

Así, ratificó su disposición a dialogar "para tratar los pedidos, pero con plazos concretos, sin violencia ni amenazas, y en términos legales", a fin de evitar que estas circunstancias sean aprovechadas "por los agitadores y quienes le mienten al país".