Los presidentes Felipe Calderón y Barack Obama y el primer ministro Stephen Harper se reúnen dos días a negociar y a dialogar. Esta será la primera reunión trilateral del presidente estadounidense. Recordaremos que justamente fue Felipe Calderón el primer mandatario en ser recibido cuando todavía era presidente electo. Harper, a su vez, fue el primero en tener un encuentro bilateral días después de que Obama tomara posesión. Así, desde el 20 de enero del presente, los tres se han encontrado en diversos foros multilaterales pero esta será la primera vez en que se reúnan en el marco del Acuerdo para la Seguridad y la Prosperidad en América del Norte (ASPAN).

Con una mirada histórica, el mecanismo de ASPAN comienza en 2005. Se funda cuando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) superaba los 10 años.

Se inaugura con el objetivo de profundizar sus alcances en dos aspectos: competitividad y seguridad. Surge también en un escenario en el que después del 11 de septiembre del 2001, todo giraba en un ambiente de miedo bajo la bandera de “No al terrorismo”. La mayor preocupación de EU era la seguridad de sus fronteras y de la región. Así, la administración de George W. Bush propone el foro de ASPAN como una herramienta de control para la seguridad de América del Norte. Es claro que los temas de competitividad y prosperidad se desplazan a niveles secundarios.

Hoy, la situación es otra. La sociedad estadounidense cuestionó fuertemente las medidas paranoicas tomadas por su ex presidente. Obama representa una propuesta distinta frente a los retos internacionales de seguridad. De ahí que sea obligado cuestionar si ASPAN debe mantenerse como está o si se construye otro mecanismo.

Los tres jefes de Estado tienen nuevas preocupaciones. Enfrentan retos de otra naturaleza: una crisis económica global con repercusiones locales y trilaterales; amenazas del tráfico de drogas y del crimen organizado que sin duda afectan a la región; desacuerdos y encuentros varios en las dos relaciones bilaterales: comercio, transporte, energía, entre otros.

Además, lo interno tampoco está resuelto. Precisamente estas dos últimas semanas han sido delicadas para el mandatario de EU dado que no se ha aceptado su proyecto para el sistema de salud; esto le ha ocasionado una caída de popularidad a nivel interno. El caso del Presidente mexicano dista mucho de ser amable. El país respira aires de violencia, inseguridad, desempleo, pobreza y corrupción. Ambos mandatarios enfrentan la composición de sus congresos nacionales con mayoría opositora.

La preocupación canadiense es doble: por un lado le interesa la integración institucional y normativa de México a la región, y por el otro, se inquieta por no desdibujar los privilegios alcanzados con Estados Unidos.

Así, para enfrentar los retos actuales es obligada la propuesta presentada este año por el Centro Woodrow Wilson de Washington: crear una “sociedad estratégica”. Es urgente también —como concluyeron la semana pasada los tres representantes de relaciones exteriores, Patricia Espinosa, Hillary Clinton y Lawrence Cannon— “hacer de América del Norte la región más próspera, segura y competitiva del mundo”. Esto no será fácil pero crear mecanismos de cooperación adecuados puede ser parte de la solución.

Varios son los temas regionales y múltiples los bilaterales que afectan a los tres: uno sin duda es el de revisar la política laboral en el marco de los flujos migratorios de la región. La construcción de muros, el establecimiento unilateral de visas o la expulsión de mano de obra no resuelve una realidad que, lejos de ser un problema, se antoja como paso necesario para llegar a ser “la región más competitiva del mundo”.

Otro es el de la violencia que resulta del tráfico y consumo de drogas y armas. Instaurar certificaciones para el respeto a los derechos humanos; mantener niveles de consumos de narcóticos; cuestionar la inviabilidad de la región trilateral no responde a una realidad inminente: se requiere acabar con las inestabilidades que afectan los tres espacios: local, bilateral y trilateral. América del Norte demanda fronteras seguras, competitivas y estables.

Por otra parte, es de interés también regional contar con niveles suficientes de sustentabilidad en energía, agua y cambio climático. Sólo con mecanismos de cooperación institucionales responderemos a los retos del siglo XXI. Si no acordamos su construcción, riesgos y costos serán cada vez mayores. Ejemplo de lo anterior fue la cooperación establecida respecto del surgimiento del virus A(H1N1). Esta confirmó la importancia del trabajo conjunto y la necesidad de tomar medidas para estar preparados ante los retos.

Múltiples son los ejemplos y mayores las preocupaciones que se plantean. Pocas las horas de encuentro. Es entonces fundamental diseñar y proyectar acuerdos comunes a pesar de las dificultades.

**Investigadora del Tecnológico de Monterrey, Campus Santa Fe