Tan solo en el campo de Tupí, frente a las costas paulistas, hay petróleo
para extraer entre 5.000 y 8.000 millones de barriles que, según expertos,
tienen una calidad extraordinaria. En total podría tratarse de 50.000 millones
de barriles.
La alianza con Sarkozy, además, significa el acercamiento de Lula a Europa y
consolida un acuerdo estratégico con uno de los principales líderes de esa
región. La decisión del mandatario brasileño no fue apresurada. Se meditó entre
tres socios comerciales: además de Francia, Rusia y Alemania protagonizaban la
lista.
El ex sindicalista metalúrgico optó por no irritar a un viejo y gran aliado:
Washington. Se buscó comenzar con buen pie las relaciones con el flamante
presidente Barack Obama, y continuar por el camino amistoso que tuvieron ambos
países en la era del texano George W. Bush. Estados Unidos no ve con buenos ojos
la venta de armamento por parte de Moscú al gobierno venezolano de Hugo Chávez y
aún están candentes las nostalgias de la Guerra Fría que se reavivaron con el
conflicto entre Rusia y Georgia en agosto de 2008. La otra opción, Alemania, era
inviable ya que aún pesan las restricciones impuestas tras la Segunda Guerra
Mundial sobre Berlín. Limitaciones que le hubieran impedido, por ejemplo, vender
a Brasilia la tecnología que comercializará París para que se pueda construir un
submarino nuclear en el país sudamericano. Este será el primero de estas
características en la región.
Francia, además, tiene una importancia trascendental en la cruzada llevada
adelante por Brasil, que insiste en ocupar una silla en el Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas. Aunque Sarkozy no expresó palabra sobre la presencia de
su nuevo aliado en el núcleo duro de la organización, sí llamó a cambiar el G8
(Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia),
por el G14, incluyendo así a México, China, India, Sudáfrica y Egipto. Y a
Brasil.
"El G8 ya resulta insuficiente. Si queremos que sea eficaz y siga siendo
legítimo debemos ampliarlo", manifestó el mandatario galo en una entrevista
concedida al diario brasileño O Globo, en la cual llamó a Brasil "nuevo
gigante". Y agregó: "No podemos prescindir de un país como Brasil para resolver
los grandes problemas del mundo (...) Juntos somos portadores de la idea de un
nuevo orden mundial más justo y solidario".
El acuerdo con Francia significó el desembolso por parte del gobierno de Lula
de 12.000 millones de dólares. Además del submarino nuclear, se exportará el
material para construir en Brasil cuatro submarinos convencionales Scarpene de
combustible diesel y 51 helicópteros Cougar EC-725. También se prevé la futura
compra de 36 cazas Rafale, transacción que costaría unos 7.000 millones de
dólares. Esto también significaría la pérdida de la batalla comercial por parte
de Suecia y Estados Unidos, que compiten en la licitación brasileña con sus
respectivos modelos: el Gripel y el caza F/A 18 Super Hornet, de Boeing (ver
aparte).
El acuerdo con París también incluye la cooperación militar para renovar la
capacidad de combate del ejército brasileño. El gobierno de Lula da Silva
informó la semana pasada que planea volcar 30.000 millones de dólares a la
modernización de su armamento y confesó que espera para 2020 convertir su fuerza
naval en una de las mejores del mundo, equipándola de submarinos, navíos de
pequeño porte, corbetas, misiles de largo alcance, torpedos, aviones y
helicópteros. Brasil figura en la lista de compradores de armamento
estadounidense. Es el único país sudamericano que ocupa un lugar en la
enumeración que The New York Times publicó la semana pasada.
"Siempre debemos tener presente que el petróleo ha sido la causa de muchas
guerras", advirtió Lula da Silva tras anunciar el acuerdo con Francia. E intentó
tranquilizar: "Nosotros no queremos guerras ni conflictos. Brasil ve en el
presal (yacimientos profundos de petróleo) su oportunidad de transformarse en
una economía mundial en 10 o 15 años".
El gobierno brasileño, indagado sobre si daría alguna explicación a la Unión
de Naciones Sudamericanas (Unasur) sobre el nuevo armamento, señaló que no tiene
problemas en conversar con los gobiernos de América Latina sobre el tema.
Brasil, aunque no presentó reparos en la reciente cumbre de Bariloche sobre las
siete bases militares colombianas en las que operarán militares estadounidenes y
que despertó las críticas de Ecuador y Venezuela, pidió que el tratado entre
ambas naciones "contenga alguna garantía jurídica que permita que cualquier país
que se sienta amenazado pueda apelar a foros internacionales". Por otro lado,
Brasilia reavivó sus planes de rearme cuando EE.UU. anunció, en 2008, la
reactivación de su llamada "IV Flota".
En menos de una semana Lula, además de sellar su transacción con Francia,
aprobó el primer paquete de la Nueva Estrategia Nacional de Defensa, que
significó la reactivación del Estado Mayor Conjunto. La medida condiciona las
acciones de la Marina y la Fuerza Aérea y les da la potestad de actuar como
policías en las fronteras. El objetivo es darle un mayor resguardo a los
yacimientos descubiertos y, además, proteger la selva amazónica. La medida debe
ser ratificada por el Congreso, quien modificaría la Ley de Defensa que data de
1999.
Lula también envió al Congreso una ley a la que consideró determinante para
lograr "la nueva independencia de Brasil". Esta semana el mandatario retiró el
carácter urgente de la norma, lo que obligaba a que se vote en los próximos 45
días. Lo hizo a pedido de la oposición que prometió sufragar antes del 10 de
noviembre.
La nueva ley petrolera advierte que lo que se obtenga de los yacimientos será
administrado por una nueva empresa estatal, Petrosal. Ésta dividirá las
ganancias con las empresas encargadas de extraer el crudo. Además advierte que
el 30% de lo que se explote de ese petróleo deberá estar a cargo de Petrobras.
El gobierno prevé capitalizar esta empresa estatal de capital abierto, para
quedarse con la mayoría de las acciones.
Lula quiso apurar la ley para evitar las discusiones prolongadas, que podrían
coincidir con el inicio de la campaña electoral. En octubre de 2010 culmina el
segundo y último mandato consecutivo del presidente, y no quiere que este tema
se convierta en un problema para su favorita Dilma Rousseff, la candidata del
oficialismo, el Partido de los Trabajadores (PT).
Es mucho el dinero que está en juego con los yacimientos, lo que hizo a Lula
enfrentarse con los gobernadores de los Estados donde están ubicados los mismos.
Esto puso el tema dentro del mapa político y las críticas opositoras ya se
hicieron oír. Entre los más enojados está José Serra, gobernador de San Pablo y
quien será un peligroso rival para Rousseff en las presidenciales del año que
viene.
El motivo de la pelea es uno solo: el reparto de la ganancia del crudo. El
gobierno de Lula pretende dosificar los beneficios que den los yacimientos en
los 27 estados brasileños, mientras que San Pablo, Río de Janeiro y Espíritu
Santo reclaman una mayor compensación. Además de que los yacimientos están en
sus aguas, los gobernadores de estas ciudades sostienen que los trabajos de
sondeo y perforación significarán daños medioambientales a sus territorios.
Ante la crítica Lula contestó que estas tres regiones recibirán una
compensación especial, aunque no precisó en qué consistirá. De todos modos
señaló, según citó El País de Madrid: "No tenemos derecho a tomar el dinero que
vamos a ganar con ese petróleo y quemarlo en los presupuestos federales".
El mandatario adelantó que las ganancias serán utilizadas en proyectos
relacionados con la educación y el desarrollo científico y tecnológico. Una
parte se dedicará a la erradicación de la pobreza.
Acuerdo ignora la licitación
Brasilia | El anuncio del presidente Luiz Inácio Lula da Silva de iniciar
negociaciones para la compra de 36 aviones caza franceses desató la confusión en
Brasil, y llevó a los militares a ratificar que sigue abierta la licitación en
la que también participan EE.UU. y Suecia.
Luego de que Lula y su par francés Nicolas Sarkozy anunciaron el lunes en
Brasilia la apertura de negociaciones para la compra de los cazas franceses
Rafale, el ministro de Defensa, Nelson Jobim, afirmó que la licitación no se
cerró y que siguen las negociaciones con firmas de los tres países.
"El proceso de selección (...) conducido por el Comando de Aeronáutica,
todavía no concluido, proseguirá con negociaciones con los tres participantes",
señala el comunicado difundido por el ministro.
La nota sigue sugiriendo la preferencia brasileña por la oferta francesa para
suministrar los aviones, al destacar la disposición parisina de proveer los
aparatos a "precios competitivos", "comparables a los que pagan las Fuerzas
Armadas de Francia" y el compromiso francés de adquirir aviones de carga
brasileños.
El caza Rafale de Dassault compite con el Gripen de la sueca SAAB y el F18 de
la estadounidense Boeing, por un contrato evaluado por fuentes de la Presidencia
francesa en unos 7.000 millones de dólares.
La confusión se desató sobre todo porque -como recordó este miércoles en
portada el diario O Globo- la apertura de negociaciones fue comunicada antes de
que el presidente Lula recibiera el informe técnico de la Fuerza Aérea Brasileña
(FAB) que sustenta la elección de uno u otro aparato.
"Creo que nuestro presidente fue un poco apresurado. Estaba definido que el
informe final sería entregado a fines de octubre", remarcó el general de reserva
y analista militar Álvaro Pinheiro.
"Queda muy claro que el Presidente vio la oportunidad de que (el millonario
contrato ya firme de comprar cinco submarinos y 51 helicópteros a Francia) se
haga extensivo" a los aviones de combate, añadió.
Lula anunció el lunes, junto a Sarkozy, "la decisión de la parte brasileña de
entrar en negociaciones con el GIE (Grupo de Interés Económico) Rafale, para la
adquisición de los 36 aviones de combate".
La decisión, explicó, fue adoptada basándose en "la amplitud de las
transferencias de tecnología" francesa, que según el canciller Celso Amorim
incluyen la fabricación en Brasil de los aparatos y la posibilidad de vender en
América Latina. Para Brasil, esos puntos son claves para desarrollar su
industria armamentística.