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02/05/2012 | Argentina - Expropiaciones y apropiaciones

Rut Diamint y Laura Tedesco

¿YPF fue expropiada para el Estado argentino o reprivatizada para beneficio de unos pocos?.

 

Es posible entender la lógica oculta detrás de la expropiación de YPF? La presidenta Fernández de Kirchner parece fortalecerse políticamente articulando la totalidad delas acciones políticas ante la impavidez dela oposición, mezclando necesidades reales con retórica juvenil, y gritando a sus enemigos mientras seca una lágrima por su marido extinto.

El escenario para el anuncio de la expropiación de YPF estaba bien estudiado: la presidenta de negro, detrás un mural de Eva Perón, los seguidores de siempre ansiosos por aplaudir y las consabidas referencias a él –su difunto esposo que parece guiarla en cada paso que toma–; todos elementos infaltables en cada cadena nacional. Se puede agradecer que Fernández de Kirchner no haya repetido la osadía de Chávez que, en 2009, despidió a los directores de PDVSA por televisión.

La expropiación seguirá por un tiempo en los periódicos. Será, sin duda, un fuerte dolor de cabeza para los directivos y empleados de Repsol por varios meses más. Y terminará languideciendo en distintos fueros como el Tribunal de Tasación de Argentina que determinará el precio a pagar, y el Banco Mundial ante el cual Repsol demandará a Argentina. Esta última instanciase lleva ante el CIADI, Centro Internacional sobre Diferencias relativas a Inversiones, un organismo conocido por el Gobierno argentino ya que ha tenido que dirimir conflictos con otras empresas como Telefónica, Endesa o Gas Natural. Dentro de algunos meses, sólo los más afectados, positiva o negativamente, seguirán denostando o celebrando la expropiación. Sin embargo, para Argentina cada uno de estos actos políticos deja huellas.

Entre defaults históricos y expropiaciones, los gobiernos democráticos argentinos han generado una imagen de mal pagadores. En el 2001 los legisladores aplaudieron el default de la deuda, celebrando que el Estado argentino fuese incapaz de cumplir con sus obligaciones internas y externas. El anuncio de la expropiación fue festejado con aplausos que Fernández de Kirchner intentaba controlar con gesto severo. El mismo partido político que celebró la privatización de YPF, celebra su expropiación y reafirma con orgullo tanto su volatilidad ideológica como su tendencia a no cumplir con los acuerdos.

Hay muchos laberintos políticos detrás de estas decisiones. Y no hay santos y demonios bien definidos. Por un lado, se puede enfatizar el incumplimiento de Repsol, la negativa a reinvertir los fondos y la caída de su producción. Por el otro, se encuentran los argumentos de las provincias petroleras que retiraron concesiones de áreas. Y finalmente, el Gobierno nacional con sus problemas de liquidez frente a una recesión inminente y una inflación creciente que se fusionan para aumentar su voracidad por recursos. Esta combinación explosiva culminó en un acto político con fuertes tintes populistas que creó dudas sobre la medida:¿YPF fue expropiada para el Estado o reprivatizada para beneficio de unos pocos?.

La dramatización de la expropiación se entiende en el lenguaje peronista donde siempre se encuentra un lugar para una gesta patriótica que en este caso es la recuperación del petróleo para todos. Pero si la dramatización es estudiada, el cuidado de las formas de procedimiento no parece ser la especialidad del Gobierno argentino. Basta recordar que un funcionario asistió a una reunión con la empresa productora de papel prensa con guantes de boxeo. Fernández de Kirchner encontró en Repsol su nuevo enemigo después de probar con los productores rurales argentinos, los diarios Clarín y La Nación, Papel Prensa o el Gobierno del Reino Unido.

De esta forma, una medida que podría tener fundamentos racionales y que según algunos era altamente negociable, se contamina del desprecio por las formas y las reglas, y muestra una vez más que los gobiernos argentinos se niegan a asumir responsabilidades por sus hechos y desechos.

Los Kirchner también expropiaron a muchos argentinos de sus ideas progresistas. Sus formas han despojado de sentido un debate válido sobre la necesidad de lograr que el Estado recupere, legalmente, el control y la propiedad de sus recursos naturales.

**R. DIAMINT y L. TEDESCO, directoras del Estudio sobre Liderazgo en América Latina

La Vanguardia (España)

 


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