De las condiciones de competitividad que logren desarrollar las ciudades mexicanas dependerá, en buena medida, la celeridad y alcances del desarrollo económico y social del país.

Hoy en día las ciudades mexicanas compiten entre sí e incluso algunas de ellas lo hacen con otras ciudades en el mundo. La competitividad de los centros urbanos está en función de las condiciones que ofrecen (físicas, tecnológicas, sociales, ambientales e institucionales, entre otras) para atraer actividades económicas generadoras de riqueza e impulsar su desarrollo. En esencia, las ciudades competitivas son aquellas capaces de generar un ambiente propicio para captar y retener inversiones, ampliar su participación en los mercados, elevar la productividad, generar empleos y ofrecer una mejor calidad de vida para sus habitantes.

Una investigación reciente del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) difundido por la prensa nacional apenas la semana pasada, aporta información valiosa acerca de la competitividad de las ciudades mexicanas. El estudio revela que los centros urbanos más competitivos del país, entre los que se encuentran algunas ciudades medias, se localizan principalmente en las regiones norte y centro. A la cabeza de la lista están Monterrey, Chihuahua y ciudad de México. Le siguen, en el ranking de las diez primeras, San Luis Potosí, Ciudad Juárez, Tijuana, Aguascalientes, Hermosillo, Saltillo y Toluca. Si el ordenamiento se extiende a las primeras quince ciudades, hay que considerar adicionalmente a Guadalajara, Querétaro, Durango, Mexicali y Reynosa.

Esta misma investigación revela que algunas ciudades mexicanas mejoraron en los años recientes su posición en el ordenamiento de la competitividad urbana, mientras que otras muestran un desempeño más bien mediocre o una tendencia a quedar a la zaga. Esto significa que la competitividad de las ciudades no está predeterminada ni depende exclusivamente de sus ventajas de localización o aglomeración. Para mejorar su competitividad, es preciso que las ciudades mexicanas se esfuercen en potenciar sus fortalezas y encarar sus debilidades.

En el marco de un verdadero “federalismo cooperativo”, los gobiernos locales deben desempeñar un papel central (tanto o más importante que el de los órdenes de gobierno estatal y federal) para mejorar la competitividad de las ciudades mexicanas. Esa instancia se encuentra en una mejor situación para comprender las necesidades locales y responder de manera flexible a las oportunidades económicas o a las cambiantes circunstancias. Por eso, a los gobiernos locales debe corresponderles la tarea de definir y acordar un plan estratégico y ponerlo en marcha para generar un entorno propicio dirigido a detonar el desarrollo de las ciudades.

Sin embargo, la investigación del CIDE (a cargo de Enrique Cabrero, Isela Orihuela y Alicia Ziccardi) resalta un hecho preocupante: los gobiernos municipales no están “suficientemente equipados” para atender con eficiencia la agenda de la competitividad urbana en nuestro país. Por eso, sus autores llaman la atención acerca de la urgente necesidad de superar las “debilidades estructurales” del ámbito municipal y apuntalar por esta vía las capacidades competitivas de las ciudades mexicanas.

Para lograrlo se requiere impulsar (como lo señalan también otras investigaciones, destacadamente la del Instituto Mexicano para la Competitividad) un conjunto importante de reformas legales e institucionales dirigidas tanto a mejorar la eficiencia de la gestión pública en las ciudades (otorgar atribuciones más amplias a los municipios, valorar la conveniencia de la reelección inmediata o revisar la duración de los periodos de gobierno), como a institucionalizar los instrumentos de colaboración y coordinación intermunicipal.

Sólo así cobrará cabal vigencia en México la regla de oro para las ciudades: la de pensar globalmente y actuar localmente.

r_tuiran@yahoo.com.mx

Analista y subsecretario de Educación Superior de la SEP