Si en Estados Unidos el fraude energético de Enron fue lo que propició un cambio radical en las políticas de responsabilidad corporativa, en Europa el escándalo de la leche —Parmalat— está a punto de hacer lo mismo.

El gigantesco fraude de la firma italiana Parmalat, todavía en plena fase de investigación, está revolviendo los cimientos de bancos de inversión, compañías auditoras y juntas corporativas de las mayores empresas del continente.

Los ministros en el Consejo Coordinador de Políticas Económicas de la Unión Europea (Ecofin) están ya estudiando las medidas legales que se han de poner en práctica con el ánimo de evitar otros escándalos financieros similares.

Por ahora, los ministros han acordado crear tres comités para estudiar las medidas concretas a implementar. Para salvaguardar la integridad e independencia de estos comités se han propuesto tres sedes con competencias distintas: el comité de valores tendrá su sede en París (Francia), el comité de bancos lo tendrá en Londres (Inglaterra) y el comité de seguros en Francfort (Alemania).

Los europeos se están ahora acostumbrando a dejar de mirar los toros desde la barrera; los escándalos ya no son materia exclusiva de Estados Unidos.

El caso Parmalat, con un agujero negro superior a 10,000 millones de dólares según todos los cálculos, así lo ha impuesto como quien dice de la noche a la mañana.

El holandés Fritz Bolkestein, comisario de Mercado Interior, explicó esta semana en Bruselas la necesidad de crear una legislación que trascienda los límites fronterizos de cada país miembro de la Unión Europea. Así por ejemplo, a partir del mes de marzo el control de detalles financieros y resultados de las auditorías pasará a considerarse como tema de urgencia.

Se pretende que los auditores sean plenamente responsables de las cuentas consolidadas que ellos verifican y para ello se crearán auditorías independientes que podrán, entre otras cosas, endurecer las sanciones a imponer. La cooperación entre auditores de distintos países adquiere una relevancia especial en este apartado. Aunque la culpa no solamente recaerá en los auditores, sino en primer lugar en los propios ejecutivos de las compañías auditadas.

Según reporta el diario El País, “todos los directivos serán colectivamente responsables” de la contabilidad y habrán de conocer la estructura empresarial y las relaciones internas de la firma.

Los bancos deberán evitar las fallas de supervisión acontecidas en el caso Parmalat, fallas que por ahora no están claras del todo. Es el caso de Bank of América, que de nuevo esta semana ha negado tener o haber tenido cuenta alguna con Parmalat, en la que figuraban cientos de millones de dólares.

En este sentido, la cooperación entre la justicia italiana y la Comisión de Valores y Cambio (SEC) estadounidense prosigue su curso tratando de esclarecer la venta de bonos de Parmalat a inversionistas de EU basada en información falsa. Este es un primer paso en cuanto a otra acción que pretenden instaurar los ministros de Ecofin: un sistema de control internacional.

No está claro en qué consistirá dicha cooperación internacional, pero el objetivo sí lo está: evitar el abuso y el fraude que perjudica a pequeños inversionistas y a otros participantes en el mundo global de las finanzas.

Para ello, los ministros han lanzado al aire algunas ideas como un foro de estabilidad financiera que se encargue de las transacciones que las grandes empresas realizan en paraísos fiscales, o un instrumento similar dentro del seno del G-7 (los siete países más industrializados del mundo).

En Detalle: Parmalat y los bancos

Capital expuesto aproximado (en millones de dólares)

 ABN Amro 88.44 millones

 Bank of America 279.21

 Barclays 82.12

 UBS 530.63

 Unicrédito 189.51

 Banca Intesa 454.82

 Banca Lombarda 44.22

 Banca Monte del Paschi de Siena 231.20

 Banca Nacional del Trabajo 138.97

 Banca Popular de Lodi 126.34

 Banco Popular de Verona y Novara 44.22

 Banca Popular Unida 126.34

 Capitalia 775.73

 Creedme 63.17

Fuentes utilizadas: El País, Reuters.