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30/09/2008 | México - Terrorismo sí o no

Sara Sefchovich

A lo sucedido en Morelia el pasado 15 de septiembre se le ha calificado de terrorismo. Así lo denominaron desde el gobernador del estado hasta los senadores de la República y desde la asamblea de representantes del DF hasta los medios de comunicación y la mayoría de los analistas políticos. Incluso hubo enojo porque el presidente Calderón habló de una “situación límite” y no metió el caso cuando recientemente habló en Nueva York del terrorismo.

 

Dilucidar si el atentado fue o no terrorismo no es un asunto de semántica, sino que tiene que ver con las acciones concretas que se supone se tomarán después tanto para investigar los hechos como para combatirlos, pues no es lo mismo considerarlo un pleito entre grupos de narcos o de distintas filiaciones políticas que un acto terrorista y en función de que, cómo se le defina, así se decidirán desde las acciones policiacas o militares hasta una determinada legislación y también la urgencia o no de emprenderlas. Edgardo Buscaglia pone un ejemplo que hace evidente la importancia de aclarar el concepto: si se declara terrorista a un grupo, se le pueden congelar sus cuentas bancarias, lo cual no es poca cosa.

Para algunos, no hay duda de que lo fue. El presidente de la Academia Mexicana de Ciencias Forenses y ex investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales Ángel Gutiérrez Chávez asegura que “desde la lógica forense y penal fue un acto terrorista”. En cambio, para John Horgan, un académico estadounidense experto en el tema, “el de Morelia fue un ataque de aficionados” hecho por un grupo que está experimentando con tácticas terroristas que supone pueden ser eficaces para lo que a él le interesa, pero no un acto terrorista.

¿A quién le debemos creerle?

Barry Davies explica el porqué de las diferencias: “Soy un inglés que vive en Occidente y el terrorismo significa una cosa. Pero si fuera un musulmán viviendo en el Medio Oriente mi forma de entenderlo sería diferente”. Y tiene razón, porque el concepto se presta a muchas interpretaciones (incluso en Occidente mismo) y lo único que cabe en todas es el hecho de que siempre involucre violencia.

No podemos ignorar que para algunos el terrorismo es un acto criminal mientras que para otros es legítimo (y hasta revolucionario) como forma de conseguir fines que se consideran importantes. Por eso Gabriel Guerra escribe que “aunque parezca paradójico, el verdadero terrorista es alguien que está luchando por su país o por su pueblo, por su libertad o por sus creencias, pero nunca, nunca se puede catalogar así a un criminal, a un delincuente común, por sanguinario y cruel que pueda ser”.

Al llamar terrorista al atentado de Morelia, se pone fin a la afirmación de varios estudiosos mexicanos en el sentido de que en nuestro país no existe el terrorismo y que llamar así a cierto tipo de hechos violentos es en función de los intereses estadounidenses. Según ellos, a los vecinos les interesa hacer ver como si México ya tuviera el terrorismo dentro de su territorio, para así convencer al país de alinearse inmediata y contundentemente a sus decisiones en materia de lucha contra él, al que han colocado como su prioridad.

Recordemos que México forma parte de lo que ellos llaman “su perímetro de seguridad”, y por ello hacen todo lo posible para conseguir que el gobierno mexicano participe de una concepción de seguridad elaborada por ellos, que prioriza ciertos problemas, establece ciertas hipótesis del conflicto posible, fija los objetivos deseables y las medidas y acciones pertinentes, entre ellas, proporcionar capacitación, equipamiento, logística y asesoría a las Fuerzas Armadas, tanto para recolección de información como para todo un sistema de organización militar.

A esta hipótesis abonaría el hecho de que cuando sucedieron hace algunos meses varias explosiones en ductos de Pemex, en un programa de televisión que se transmitió en Estados Unidos unos días después, los entrevistados se mostraron “sorprendidos” de la poca reacción que hubo en el país frente a esos hechos, al punto de preguntarse “qué era necesario hacer para mover a los mexicanos”.

Claro que también puede ser que efectivamente se haya tratado de terrorismo y que ahora ya lo tengamos dentro del territorio con lo cual, como afirma José Fernández Santillán, “estamos frente a un nuevo paradigma” que exigiría cierto tipo de respuestas.

¿Cómo se va a saber esto? Es la gran pregunta, porque hasta ahora no hay más que discursos indignados pero poco conocimiento real de las cosas.

sarasef@prodigy.net.mx

Escritora e investigadora en la UNAM

El Universal (Mexico)

 


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