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06/07/2005 | EEUU y Latinoamérica: una agenda vista desde la seguridad (III)

César Andrés Restrepo

"La agenda de los Estados Unidos con Colombia es una de las mas dinámicas en la región, como quedo demostrado con la solicitud del Departamento de Estado al Congreso de EEUU de recursos por U$ 734,5 millones para el sostenimiento de la Iniciativa Andina contra el narcotráfico en el año fiscal 2006."

 

Ésta solicitud del Departamento de Estado significa un aumento del 16% en la asistencia para la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. De manera complementaria a los temas asociados con el conflicto en Colombia, el gobierno estadounidense y el gobierno colombiano negocian un Tratado de Libre Comercio, que reemplazaría los beneficios arancelarios temporales -ATPAotorgados como retribución por la lucha contra el narcotráfico. En esta negociación fueron involucrados Ecuador y Perú.

La estabilidad democrática de Ecuador y Perú, es un tema de alta preocupación para EEUU, por lo que podría significar su colapso para la seguridad de la región. Aunque la inestabilidad democrática en estos países no signifique una presión muy grande en el tema migratorio para los Estados Unidos, el esfuerzo por controlar la amenaza del narcotráfico y el terrorismo en Colombia podría verse afectado.

En el caso ecuatoriano, el país ha vivido siete cambios irregulares de gobierno en los últimos 9 años, con los cuales la institucionalidad se ha visto seriamente deteriorada y el descontento social aumenta progresivamente. El último hecho grave ocurrido allí, tiene que ver con la declaración de abandono del cargo del presidente Gutiérrez, por parte del Congreso ecuatoriano, y el nombramiento del Vicepresidente Alfredo Palacio como nuevo Presidente, bajo las dudas de una posible violación a la Carta Democrática Interamericana.

La cooperación del gobierno del Ecuador en los asuntos de seguridad prioritarios para los EEUU en la región es clave. El Comando Sur de los Estados Unidos mantiene una base de operaciones avanzadas en el puerto de Manta, de gran significado estratégico en la recolección de información para la lucha contra el narcotráfico. Adicionalmente, si bien el Ecuador no es un productor significativo de narcóticos, si se ha convertido en un puerto de embarque importante de estos y en una de las principales plazas para el lavado de activos generados por el narcotráfico, dada su economía dolarizada.

Por su parte Perú, que hace 10 años era el principal productor de hoja de coca - materia prima para la producción de cocaína- en Suramérica, también enfrenta una situación política preocupante, debido a la continua crisis institucional y económica que ha tenido que enfrentar el gobierno del presidente Toledo. Durante el primer mandato del presidente Bush, el gobierno estadounidense actuó en defensa del orden democrático en Perú, alterado por el gobierno de Alberto Fujimori que pretendía perpetuarse en el poder.

Sin embargo, el punto más importante de la agenda con Perú sigue siendo la lucha contra el narcotráfico. Durante el gobierno de Fujimori los cultivos de coca en el Perú fueron disminuidos a su mínimo histórico, con la cooperación del Gobierno de los Estados Unidos. A partir de la elección del presidente Toledo esos mínimos se habían sostenido, hasta el último año en el cual los proyectos de desarrollo alternativo empezaron a ser reemplazados de nuevo por cultivos de coca, aumentando en un 14% las hectáreas cultivadas según información gubernamental. Adicionalmente, Perú y EEUU están en proceso de reanudar un programa conjunto de interdicción aérea.

Ecuatorianos y peruanos también se han beneficiado de recursos de cooperación para fortalecimiento institucional, desarrollo alternativo y derechos humanos principalmente, aunque estos programas no tengan un peso muy significativo en la agenda.

Aunque informaciones de prensa dan cuenta del aumento de los cultivos en Perú y Bolivia, del flujo de hojas de coca y de pasta base hacia Bolivia para su procesamiento y del tráfico de drogas procesadas desde estos países, así como la aparición de laboratorios de procesamiento en los parques naturales de Bolivia y en la frontera de Ecuador con Colombia, el Departamento de Estado solicitó una disminución de los recursos para la lucha contra el narcotráfico en Ecuador, Bolivia y Perú de un 16%. Esta medida fue recibida negativamente por los gobiernos de los tres países quienes expresaron su preocupación por el futuro de los programas de lucha contra el narcotráfico en sus países y de la efectividad de sus políticas al respecto.

Según los funcionarios del gobierno estadounidense, ésta decisión se justifica por la efectividad del plan de erradicación en Colombia y la inexistencia del efecto globo en los cultivos de coca en Bolivia y Perú, es decir que no ha ocurrido una migración de los cultivos erradicados en Colombia hacia estos países.

La atención estadounidense sobre Bolivia ha aumentado en la medida que se profundiza la crisis institucional y la fragilidad democrática en ese país. Además del narcotráfico, tema que ha liderado la agenda durante por lo menos los últimos 20 años, los interese energéticos y el sostenimiento de la democracia sobresalen en la agenda bilateral.

En lo referente al narcotráfico la relación bilateral gira en torno al apoyo a las fuerzas de seguridad encargadas de la lucha contra el narcotráfico y a los programas de sustitución de cultivos y desarrollo alternativo, que pretenden disminuir permanentemente los cultivos excedentarios de hoja de coca.

No obstante, el Departamento de Estado disminuyó los recursos de cooperación para este año, lo que el gobierno boliviano no ha dudado en calificar como muy preocupante para el futuro de la campaña antinarcóticos en su país.

En cuanto al sostenimiento de la institucionalidad democrática, el gobierno estadounidense ha mostrado especial atención a la situación después de la renuncia del presidente Sánchez de Losada en 2003, brindando su apoyo su sucesor el presidente Mesa, el cual continuamente se ve amenazado por los graves problemas de gobernabilidad en el interior del país, los deseos autonómicos de algunas regiones y las presiones ejercidas por el Movimiento al Socialismo, en cabeza del líder cocalero Evo Morales.

Para el Gobierno de Bush, Morales representa un factor clave de inestabilidad, en la medida que asocia su eventual acceso al poder como un factor contrario a una exitosa política antidrogas y al sostenimiento de los estándares democráticos en Bolivia. No en vano, el ex comandante del Comando Sur de los Estados Unidos, lo relacionó públicamente con el presidente venezolano Hugo Chávez, a quien el gobierno estadounidense considera un mandatario con una idea de democracia soportada en bajos estándares de libertad y respeto de los derechos humanos.

En cuanto al tema energético, hasta la dimisión de Sánchez de Losada, el gobierno de Bush había negociado la venta de gas licuado a través del puerto chileno de Arica, para abastecer el mercado energético de California. Sin embargo, la renuncia del presidente y la aprobación del referendo del gas, con el cual se busca la nacionalización de los negocios de hidrocarburos y el privilegio del consumo interno sobre la exportación, echó atrás la negociación. El punto energético en la agenda podría considerarse como congelado.

Por último queda ocuparse del Cono Sur. La agenda con Chile es de las más serenas en el hemisferio. Su relación esta liderada por el tema comercial, las ventas militares y la política internacional. En cuanto al tema comercial los dos países comparten un recién firmado acuerdo de libre comercio y en el tema de ventas militares, el gobierno de Bush autorizó la venta de aproximadamente 10 aviones caza F-16, para la modernización de la Fuerza Aérea Chilena. En cuanto a la política internacional, el gobierno del Presidente Lagos no apoyó la intervención estadounidense en Irak, lo que causó la negativa del apoyo estadounidense a la candidatura del ex ministro del Interior chileno, José Miguel Insulza, para la Secretaría General de la OEA. En este tema también es importante el reconocimiento de los EEUU al apoyo que ha brindado el gobierno chileno con el envió de tropas para la conformación de la fuerza de estabilización en Haití -MINUSTAH-.

En el caso argentino, el gobierno de Bush durante su primer periodo, dedicó su trabajo en la agenda bilateral con Argentina al apoyo irrestricto al Estado argentino, que se veía en peligro tras el fallido mandato del presidente De La Rua. La agenda estadounidense se concentró en el apoyo ante los organismos financieros internacionales, frente a los cuales el gobierno argentino debía incumplir sus compromisos financieros, con el fin de mantener la unidad del Estado y la institucionalidad, prácticamente colapsada.

La llegada del gobierno del presidente Kirchner a la presidencia, marcó la reactivación económica del país y la construcción de una relación diferente a la impuesta por el presidente Menem, que definía a la Argentina como un aliado incondicional de los Estados Unidos.

Con el inició del segundo mandato, la agenda se ha visto enriquecida por nuevos temas como la lucha contra el narcotráfico, el fortalecimiento de la seguridad regional, la participación de Argentina en la MINUSTAH, el desarrollo de tecnología de defensa y la preocupación por la creciente presencia de intereses chinos en ese país.

Durante la última visita del Secretario de Defensa estadounidense a Buenos Aires en marzo de 2005, estos puntos fueron reiterados. En lo concerniente a China, el General Craddock, actual comandante del Comando Sur expresó que "Los crecientes intereses económicos chinos y su presencia e influencia en la región no representa una amenaza (para EE.UU.), pero son componentes claros de una situación que deberíamos reconocer y evaluar cuidadosamente cuando planteemos nuestros objetivos, nuestras políticas y nuestro involucramiento en la región"14.

Asimismo, los dos gobiernos iniciaron una nueva relación en términos de ciencia y tecnología para lo cual durante la vista de Rumsfeld se realizó una reunión entre miembros del pentágono y las Fuerzas Militares argentinas sobre el desarrollo de productos y tecnologías para la defensa y la seguridad.

La visita del Secretario de Defensa, permitió hacer una evaluación actualizada de lo que el gobierno de Bush considera importante en sus relaciones con Argentina: la conjunción de dos pilares de su política exterior, la seguridad y el sostenimiento de la democracia, como base para el desarrollo económico. Esto quedó demostrado con la sentencia de Rumsfeld: "La falta de seguridad y de un ambiente pacífico es contraproducente para la actividad económica"15.

Adicionalmente algunos funcionarios de la delegación dieron elementos adicionales para la configuración de la nueva agenda bilateral con el país austral. Al respecto indicaron que "en el caso de la Argentina, lo más relevante para los Estados Unidos es colaborar en lo que deseen los funcionarios argentinos en las áreas de seguridad y desarrollo, que están muy relacionadas entre sí"16 y reconocieron una creciente preocupación por una relación evidente entre el crimen organizado, el terrorismo y el narcotráfico en la región.

Aunque esos elementos son de reconocida importancia para el gobierno de Washington, el trabajo en temas de ciencia y tecnología, y la disposición del Departamento de Defensa a colaborar con el gobierno de Kirchner en lo que considere necesario, estaría dilucidando una nueva estrategia para mejorar el estatus de las relaciones bilaterales con el gobierno de Washington, apoyada en el efecto que causa la posibilidad de que una potencia extracontinental, asuma roles protagónicos en el ámbito continental.

Finalmente, Brasil cierra la agenda de los Estados Unidos hacia la región. Desde la posesión del Presidente Lula como mandatario de Brasil, las relaciones de este con el gobierno de Bush han sido constructivas, respetuosas y amigables.

Brasil enfrenta la mayoría de las problemáticas presentes en la región. El narcotráfico, el tráfico de personas, la violencia urbana, la corrupción, la infiltración de terroristas internacionales, la presencia creciente de bandas de crimen organizado transnacional, la pobreza, entre otros, conforman un peligroso cóctel.

Sin embargo, Brasil es una democracia estable, con una población superior a los 180 millones de habitantes, un poderío bélico considerable para la región, desarrollos nucleares pacíficos y una representatividad internacional importante. Esto lo ha llevado a convertirse en un líder natural de Suramérica y a aspirar a una silla permanente en el Concejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Esta situación es la que marca la naturaleza de las relaciones bilaterales entre los dos países, y pone en un plano secundario la problemática interna para concentrase en los asuntos de seguridad global. En este sentido, vale la pena recordar como el Secretario de Estado Powell anunció el apoyo de los EEUU a la aspiración onusiana de Brasil, y la reciente denominación de éste por parte del Secretaria Rice como el socio principal de los EEUU en América Latina17.

Para los EEUU, Brasil debe ser su principal aliado en el mantenimiento de la democracia en el sur del continente, promoviendo sus ideales y valores; en el impulso del Área de Libre Comercio de las Américas como su copresidente; en la atención de crisis de seguridad como la haitiana, remplazándolos mientras se encuentran concentrados en otras regiones del mundo; y debe asumir un rol de liderazgo regional que limite los alcances de la aproximación china18 a Suramérica.

La atención de estos asuntos globales, no significa el descarte de la agenda local, pero la naturaleza de la relación bilateral permite que la ingerencia del gobierno de Bush sea menor, limitándose a recomendaciones y el ofrecimiento de ayuda para la solución de problemas específicos, como sucedió con la verificación de la planta nuclear de Resende.

Otro punto de la agenda estadounidense hacia esta subregión es el relacionado con la triple frontera que compromete territorios de Argentina, Brasil y Paraguay. Este asunto, es uno de los puntos de mayor preocupación para el gobierno de Bush en cuanto a la guerra mundial contra el terrorismo concierne.

La triple frontera es un territorio que sufre la presencia de organizaciones criminales transnacionales, y repetidamente informes de inteligencia de las agencias estadounidenses señalan la presencia allí de miembros de las redes internacionales del terrorismo y de células especializadas en la financiación de dichas redes. Es en este sentido, que se sindica a grupos pro iraníes asentados en esta región como los responsables del atentado terrorista contra la Asociación Mutual Israelí de Argentina (AMIA), perpetrado en 1994 en Buenos Aires.

Fuente: Fundación Seguridad y Democracia (Colombia)

Diario Exterior (España)

 



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