Al hacerlo, el ha respaldado el Protocolo de Kyoto de la ONU sobre el calentamiento global, el cual no hace nada mesurable sobre la temperatura planetaria, pero que costaría a EE.UU. entre uno y dos por ciento de su producto interno bruto (PIB) anual.

El London Telegraph recientemente reportó que los ministros ambientales del Sr. Blair han propuesto cuotas individuales de energía debido al calentamiento global. Eso haría de Cuba, Corea del Norte y el Reino Unido las únicas naciones en la Tierra que racionan el combustible. Uno pensaría que los eventos recientes hubieran añadido algo de perspectiva.

Comparen y contrasten el calentamiento global y el terrorismo. El terrorismo mata a personas inocentes. No alarga la vida de nadie.

Mientras que la Tierra se calentó en los últimos 100 años, la expectación de vida en las naciones desarrolladas se duplicó.

El terrorismo consume enormes cantidades de capital privado. Los ataques del 11 de septiembre del 2001 en EE.UU. se llevaron consigo un 20 por ciento del Dow. Las cuentas de retiro opcionales (401(K)s) entonces liquidadas nunca fueron recuperadas.

El calentamiento planetario desde 1900 ha ocurrido mientras el PIB per capita real ha aumentado de $4,130 a $35,790, o un aumento de 830 por ciento en EE.UU.

El terrorismo impone un costo substancial y un costo continuo, mediante la seguridad aumentada, la productividad perdida y la asignación de recursos de ingresos impositivos y personal de servicios públicos, los cuales son de naturaleza finita.

No se sabe si el calentamiento global extrae algún costo neto. El dióxido de carbono, la emisión que muchos piensan que es la principal causa para el calentamiento en las recientes décadas, causa que muchas plantas agrícolas crezcan mejor. Hay literalmente miles de experimentos documentando esto en la literatura científica referenciada.

Una estimación razonable es que de 5 al 10 por ciento del aumento global en la producción agrícola en la última mitad del siglo 20 fue directamente causado por las emisiones industriales de dióxido de carbono.

El terrorismo apunta específicamente a las naciones ricas porque aquello consigue atención global.

El calentamiento global afecta poco o nada a los ricos, mientras que podría (enfaticen “podría”) ser un negativo-neto en las sociedades pobres. Consideren el leve aumento del nivel del mar, unas pocas pulgadas en el mejor de los casos, concurrente con el calentamiento de los últimos 100 años. Ahora hay pocas (si es que hay algunas) muertes causadas por las oleadas oceánicas en Carolina del Norte que es rica y con tendencia a huracanes, mientras que una tormenta modesta puede matar a decenas de miles en Bangladesh.

Finalmente, uno puede mitigar (pero no detener por completo) al terrorismo. No ha sido olvidado por los ciudadanos estadounidenses que no ha habido un solo incidente serio en los EE.UU. desde el 11 de septiembre del 2001 y ni siquiera un solo terrorista suicida.

Pero uno no puede hacer nada mesurable acerca del calentamiento global. Si cada nación en la Tierra cumpliría con los requisitos del Protocolo de Kyoto, el calentamiento prevenido sería muy pequeño para ser medido dentro de los próximos 50 años.

Estos intentos fútiles de disminuir el calentamiento tienen costos muy altos para la sociedad. En general, las naciones europeas más vocales sobre el Protocolo de Kyoto tienen las peores economías. Además, la atención burocrática al calentamiento podría ser dirigida en vez hacia el terrorismo.

Finalmente, hay el costo social de aquellas cartillas de racionamiento, emitidas porque el calentamiento global es tal amenaza. No se equivoquen: Cuando las personas no pueden pagar la energía, usarán menos de esta. Sus hogares urbanos estarán más calientes, y serán más difíciles de enfriar durante las olas de calor del próximo verano. La energía para los aires acondicionados no estaba disponible en 1995 por causa de una tormenta de rayos durante la ola de calor en Chicago, y cientos murieron. Dos años atrás, un disgusto cultural hacia el aire acondicionado costó en Paris miles de vidas. La mortalidad estadounidense relacionada con el calor en las ciudades ha disminuido dramáticamente gracias al aire acondicionado, el cual es potenciado con abundante energía.

El terrorismo tiene el costo de vidas inocentes, y de cantidades masivas de capital social e individual. El calentamiento global ni siquiera puede ser demostrado como un negativo neto, y ponerlo en la misma categoría que el terrorismo solo desvía de manera ineficiente los recursos. Este análisis podría haber sido realizado antes del 7 de julio pero debería parecer dolorosamente obvio ahora.

Este artículo apareció originalmente en el Washington Times, el 1 de agosto del 2005.

Patrick Michaels es Académico Titular de Estudios Ambientales para Cato Institute.