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19/08/2010 | Combate y legalización de las drogas (II)

Godofredo Rivera

Un asaltante, secuestrador, ó defraudador no crea riqueza por la simple y sencilla razón de que al delinquir no da nada a cambio, al contrario, despoja arbitrariamente a su víctima. Nadie en su sano juicio demanda ser asaltado, secuestrado ó defraudado.

 

Un asaltante, secuestrador, ó defraudador no crea riqueza por la simple y sencilla razón de que al delinquir no da nada a cambio, al contrario, despoja arbitrariamente a su víctima. Nadie en su sano juicio demanda ser asaltado, secuestrado ó defraudado.

Para que se cree riqueza en economía, se requiere del intercambio voluntario de al menos dos personas. En la medida en que ambas partes salgan beneficiadas, se completa la creación de riqueza. En la medida en que una persona satisfaga necesidades de no sólo a una persona, sino de varias, más riqueza crea. En la medida en que se satisfacen más y más necesidades se crea más riqueza. En la medida en que se satisfacen más y más necesidades con calidad y a menor precio más riqueza se crea.

Por tanto, un narcotraficante que únicamente se dedica a satisfacer las necesidades de sus clientes, dotándoles de la droga demandada, crea riqueza. En el acto voluntario no se despoja a nadie.

¿Por qué sí legalizar las drogas y no la pornografía infantil? Porque el acto de vender droga, cuando es estrictamente voluntario, beneficia a ambas partes. Ojo, no estoy a favor del consumo de drogas, estoy describiendo el evento económico. Un productor de pornografía infantil ciertamente puede satisfacer la necesidad de ciertos adultos enfermos, pero viola un principio liberal que es el derecho a la libertad, pues en dicho negocio se trastoca y afecta la libertad de menores de edad. Lo mismo podemos decir de la prostitución voluntaria y forzada entre adultos. En el primer caso ambas partes se benefician. En el segundo caso, una parte se beneficia pero acosta de aplastar la libertad de su contraparte. Ésta última naturalmente debe ser prohibida y sancionada. Nuevamente, no estoy a favor de la prostitución, ni voluntaria y menos forzada, pero me queda claro que aquellos países que la prohíben, simplemente crean mercados clandestinos. Otra vez, más que la prohibición, lo más importante en estos mercados es la educación sexual. Lo mismo para las drogas.

Así que aquellos analistas u opinadores que hacen el comparativo ridículo, de si al legalizar la droga, estamos a un paso de legalizar otros delitos, como el homicidio, la extorsión ó la pornografía infantil, simplemente desconocen los fundamentos de los principios liberales como son el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad privada. Estos últimos delitos, a diferencia del comercio de la droga, son involuntarios. Hay una víctima y un victimario. Nadie en su sano juicio paga por ser asesinado, extorsionado ó esclavizado sexualmente.

Una posición liberal auténtica se inclina por la legalización de las drogas, no por favorecer su consumo, sino porque se defienden los principios de libre elección de los individuos, aún en el caso en que se dañen a sí mismos (caso contrario si dañan a terceros). El punto es que lo que debe ser penalizado sólo debe circunscribirse a los actos involuntarios, en donde una parte se beneficia a costa de violar los derechos a la vida, a la libertad y a la propiedad de la otra parte.

Quienes están en contra de la legalización de las drogas usualmente se refieren a las externalidades negativas (efectos negativos sobre terceros) que pueden causar éstas. Ahí estamos en un terreno delicado en donde pueden aplastarse los derechos individuales esenciales. No es papel del gobierno prohibirme si me tomo ó no una botella completa de alcohol (lo que naturalmente dañaría severamente mi cuerpo), sino estrictamente sancionarme, con la ley en la mano, si cometo un delito bajo los influjos de una bebida alcohólica, como sería agredir ó atropellar (por manejar ebrio) a una persona inocente.

Cuando el alcohol estuvo prohibido en EU, no sólo el consumo no bajó, sino que se seguían cometiendo delitos bajo los influjos de éste. Hoy día queda claro que el gobierno aunque quiera, no puede evitar el consumo de tal ó cual droga, pero sí desincentivar cualquier externalidad negativa relacionada con el consumo de las mismas mediante castigos ejemplares a quienes las cometan.

Llegado a éste punto debemos preguntamos, ¿debemos legalizar la droga en México? Depende.

Antes que nada seamos realistas, el Presidente Calderón no va a legalizar ningún tipo de droga, no sólo por las presiones de EU, sino por los costos políticos. No obstante, es importante desde ya debatir por que en un futuro cercano será factible legalizar al menos el consumo de la marihuana en México.

El argumento liberal sobre legalización de las drogas es contundente. Ahora, ello ya conlleva más dificultades si nos metemos a las complejidades de política pública instrumentada para la legalización de cualquier droga.

Así las cosas, hoy no tiene caso debatir si se legalizan ó no drogas duras como la cocaína ó la heroína en México, pues el principal centro de consumo es EU. En tal caso, el terreno ideal sería una legalización en toda Norteamérica, pues ahí si habría un efecto en los precios. Hoy día, los golpes que se dan al narco, han llevado por los cielos a los precios de la cocaína. La agencia antidrogas estadounidense (DEA), y otros expertos estiman que el precio de un kilo de cocaína en distintos estados de EU hoy puede rondar entre los 15 y 25 mil dólares (no hace mucho difícilmente rebasaba los 10 mil dólares), y más espectacular, un kilo de la misma coca en España puede llegar a cotizarse y rebasar los 50 mil dólares y en Nueva York hay quien afirma que hasta 80 mil dólares llegan a pagar lo ricos por consumirla. Que chequen estos datos aquellos que piensan que la estrategia calderonista no ha tenido efecto alguno en los precios de las drogas duras. No considerar el efecto de los precios en un mercado negro es un error letal. Creer que la violencia del narco sólo se ha intensificado por que Calderón simplemente “destapó la cloaca” es sólo ver un ángulo del problema. Cierto, el PAN no creo el actual estado de chueco (muchas veces en complicidad con el narco) en México (creación priísta), pero la estrategia única de meter más y más soldados tampoco ha sido la panacea. Los precios son los precios y su cambio ha influido fuertemente en el incremento de la violencia del narco.

En el caso de la marihuana la situación es distinta. No es para empezar costosa como la cocaína y heroína puras; hasta cierto punto compite con las llamadas drogas artificiales baratas; ya cerca de una veintena de estados de la Unión Americana tienen legalizada su producción y el consumo; asimismo se aprecia una tendencia creciente de legalización que sobrepasará los periodos de Calderón y Obama. Por tanto no es descabellado pensar en una futura y cercana legalización de esta droga tanto en EU como en México. Si EU llegará a legalizar la marihuana en la mayoría de sus estados (que hoy ciertamente no es aún el caso), no tendría caso que México tercamente siguiera persiguiendo este delito a nivel de pena corporal.

En materia de drogas es crucial la cooperación internacional, pues si unos países legalizan y otros no, persisten las altas ganancias y con ello las grandes mafias del narcotráfico.

Por tanto para quienes ya están dando por hecho la legalización próxima de la marihuana en México, simplemente pecan de bisoños. Una legalización exitosa se tendrá que dar por la vía de políticas públicas inteligentes. Por tratarse de drogas, la legalización implica regulación, lo que sería más exitoso para ver qué drogas son más letales que otras y cuáles definitivamente (por ser veneno instantáneo) se prohibirían. Legalizar es poner reglas y establecer sanciones para quien no las cumpla. Hoy en el mercado negro de las drogas, no hay reglas, ni certeza, ni mecanismos para crear reputación, ni marketing, ni competencia, por lo que el caos y la violencia reinan.

Hay quien con razón teme que si se legaliza hoy la marihuana en México, la violencia ligada al narco no se detendrá. Sí, puede ser cierto, pero ello depende como se instrumente la legalización. Me queda claro que hoy un narco lleno de sangre en las manos, no será mañana un respetable empresario de drogas. Por ello es necesario un sólido estado de derecho, que garantice la transición de la legalización. Hoy ese estado de derecho es débil en México. Curioso que ni los ministros de la corte pudieron dar respuesta al Presidente sobre el por qué hay tanta impunidad (que sólo termine en castigo uno de cada diez delitos) en el sistema jurídico mexicano. Deberían leer a Gary Becker.

Esto es un asunto que incluye reformar al estado de derecho (en realidad de chueco) en México y ello no sólo involucra al Presidente, sino al Congreso, a gobernadores, a magistrados, a jueces y ministerios públicos. Insisto, políticas públicas inteligentes.

La semana próxima señalaré por qué es absurdo y peligroso que haya una única policía federal todóloga, dedicada a combatir tanto al narco como a otros delitos que, como ya he señalado, son de distinta naturaleza delictiva. Cuando hablamos de crimen organizado, hay que separar al comercio de drogas, en donde hay intercambio voluntario, a diferencia de delitos como el terrorismo, el secuestro, el homicidio ó el robo. La separación es necesaria, pues en el mercado negro de drogas se manejan cuantiosos recursos que son capaces de sobornar e incluso poseer a los gobernantes.  

Señalaremos por qué fue un grave error el que Vicente Fox haya debilitado al CISEN y también por qué fue otro grave error del actual gobierno calderonista el haber terminado de desmantelar a la AFI. Es un hecho que la violencia ha aumentado en México desde la llegada de Calderón. Quien sostiene lo contrario, uno, ó miente por mala fe, ó no vive en el país. A veces me toca viajar por trabajo al interior de la República y jamás había atestiguado tanto retén (en donde ya han muerto incluso inocentes), oír balazos y atestiguar el miedo de la gente a tener vida nocturna, especialmente en el norte del país. También me lo han hecho saber familiares que trabajan y viven en el norte.

Asuntos Capitales (Mexico)

 


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