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17/02/2006 | Prisioneros de los buscadores de renta

Godofredo Rivera

En los últimos días estamos siendo testigos los mexicanos del poder formidable que tienen los llamados buscadores de rentas. Sólo hay que ver al grupo de gasolineros y la forma en que han impuesto el fraude como regla ante un gobierno que simple y sencillamente es incompetente para defender los intereses de los consumidores. Vale la pena recordar qué significa el concepto de buscadores de rentas.

 

El concepto lo creó un académico norteamericano llamado Gordon Tullock, que junto con el economista James Buchanan, ha contribuido de manera trascendental a la construcción de la llamada Economía Institucional. Para Tullock, el término "buscadores de rentas" es útil para referirnos a los grupos de interés que tratan de influir sobre las decisiones políticas para que las reglas se elaboren e interpreten en su propio beneficio. Gordon Tullock ha demostrado que en cualquier sistema que permita la adopción de decisiones mediante mayorías no unánimes será posible y habrá una tendencia a que, mediante intercambio de votos, se alcancen coaliciones de grupos de interés mayoritarias que consigan aprobar los proyectos que les benefician aunque los costos totales sean mayores que los beneficios totales resultantes. Es decir, los buscadores de rentas tratarán de capturar al gobierno y las instituciones para la consecución de distintos beneficios propios que definitivamente no coinciden con el beneficio de los consumidores.

En la economía mexicana estamos llenos de estos buscadores de rentas. Como ya decíamos, el caso de los gasolineros es simplemente patético. Ahora resulta que además de amenazar con paralizar las gasolinerías (que son franquicias otorgadas por Pemex a compadres y amigos), además se niegan al cambio de tecnología más moderna que permita verificar de manera más clara si nos despachan ó no litros de a litro (y no los 900 mililitros con que hoy día nos estafan a los consumidores). En todo caso, dicen, sólo harán el cambio de equipo si el gobierno les da créditos. O sea, nuevamente a ver si se deja expoliar el contribuyente para fines de lucro de esto grupos. La verdad causa impotencia la impunidad con la que se mueven estos grupos y cómo el gobierno parece coludido con los intereses de estas mafias.

En fin, no debe sorprendernos. Los buscadores de rentas tienen su origen en buena medida en el México corporativo de más de 70 años que creó monopolios de todo tipo. La unificación de los gasolineros para presionar al gobierno y expoliar aún más al consumidor, es una manera ilustrativa (y ciertamente una tragedia) de cómo operan estos buscadores de rentas. Pero hay que ver el fondo y no la forma. Estos grupos se crean a partir de que Pemex es un monopolio del petróleo. Así, un día se decidió que Pemex otorgara concesiones para ciertos grupos gasolineros (muchas veces coludidos con el gobierno) que sin competir tienen ganancias extraordinarias (y tendrán más, pues Pemex planea aumentarles el margen de ganancia). Es el poder monopólico de Pemex el causante de todo esto.

En México los consumidores simple y sencillamente estamos inermes ante el poder de los monopolios del gobierno (y de algunos monopolios privados). Sea en el sector eléctrico, petrolero, educativo, telecomunicaciones, etc., simple y sencillamente los mexicanos somos presa de las mafias de los buscadores de rentas. ¿Cómo escapar? Se ve difícil, pero no imposible.

De acuerdo con Tullock, una manera es creando un nuevo contrato, nuevas reglas institucionales. En este caso, lo ideal sería que los consumidores ejercieran también presión para romper de una vez por todas con el monopolio petrolero y crear un marco institucional (cambiando el artículo 28 de la Constitución Mexicana) que garantice una sana competencia en el sector. Pero el problema es que como los consumidores somos todos, es muy difícil que un grupo grande se ponga de acuerdo. En esto es donde sacan ventaja los buscadores de rentas.

Por desgracia, ningún candidato a la presidencia hasta hoy se ha manifestado por romper con los monopolios del gobierno. Parece que incluso, lo que desean estos políticos es reforzarlos aún más. Sólo los grandes estadistas se ponen del lado del consumidor y no de los intereses privados.

Probablemente esto es resultado de toda una educación que nos inculcó a los mexicanos que el gobierno es el que debe solucionar todos nuestros males. Nada más falso. Los gobiernos son en buena medida los causantes de que los consumidores no tengamos la libertad de elegir en muchos aspectos de nuestra vida.

En México hablar de acabar con los monopolios del gobierno genera que la clase política se rasgue las vestiduras. Se olvida que ahí está la causa de nuestros males. Monopolios del gobierno generan una especie de “fauna” de funcionarios que lo que menos les importa es el consumidor. Para estos empleados de cuello blanco lo primordial son sus intereses y la forma en que se pueden aliar con distintos agentes privados para que, a costa del consumidor y el contribuyente, puedan generar jugosas ganancias. A grandes males como estos, grandes remedios.

La única solución de raíz es de una vez por todas acabar con los monopolios gubernamentales (y con su fauna por supuesto). Esto significa que el gobierno saque las narices de los distintos bienes que monopólicamente produce y deje que sea la sana competencia entre las empresas la que produzca energéticos (y todos los bienes privados en la economía).

Ya veremos si los ciudadanos y consumidores mexicanos somos capaces de entender esto, ó si apostamos a elegir a un presidente que refuerce la maquinaria vetusta de los monopolios del gobierno, y con ello, seguir siendo esclavos de los buscadores de rentas. Nadie escapa al padre tiempo.

El Cato (Estados Unidos)

 



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