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23/11/2010 | Efectos sociales y culturales de la migración doméstica e internacional

Tom G. Palmer

Hay muchos asuntos importantes y complejos involucrados en este tema, pero quiero empezar con unos relativamente simples que deberían ser incluidos en la discusión y muchas veces son ignorados.

 

Primero, cuando las personas emigran, lo hacen por sus propias razones. Tal vez ayudaría preguntarles cuáles son esas razones. Gran parte de los negociadores internacionales y de los tratados entre estados ignoran esa pregunta y asumen que el propósito de los negociadores o de las élites es lo que importa, más no el propósito de las personas que toman la decisión de migrar.

Es importante recordar que esas personas, quienes decidieron emigrar en busca de un trabajo que pague mejor, o por amor o para reunirse con su familia, o para escapar de la persecución debido a su religión o etnicidad, lo hacen por sus propias razones. No nos pertenecen y no son fuerzas de la naturaleza sin una mente propia. Cuando los proteccionistas y activistas anti-inmigración hablan de las regiones o países siendo invadidos con migrantes o con productos importados, alguien debería recordarles que lo que ellos llaman una “invasión” es, en realidad, simplemente una gran cantidad de transacciones, en las que las partes actúan voluntariamente en ambos lados. Las transacciones son creadas por los vendedores y compradores de productos; cuando los productos hechos en China “invaden” un país, esto es porque las personas en ese país eligieron comprarlos, no porque una fuerza de la naturaleza los arrojó en el país, así como una tempestad. Los migrantes económicos no “invaden” una región; personas individuales y familias toman decisiones para buscar mejores condiciones y lo hacen porque esperan que personas individuales, familias y empresas en las regiones a las cuales ellos se dirigen estén dispuestas a ofrecerles dinero a cambio de su trabajo.

Las personas emigran para beneficiarse así mismos y a sus familias y cuando ofrecen sus productos y servicios a compradores dispuestos, ellos benefician a otros también. El comercio genera ganancias, no solo cuando transfiere bienes de una parte a otra, sino cuando transfiere servicios, incluyendo los servicios laborales, de una parte a otra, y eso, algunas veces, implica que las personas elijan migrar a los lugares donde su trabajo es más productivo.

Segundo, muchas veces escuchamos a las personas ricas criticar el deseo de los pobres de obtener salarios más altos. Tales personas dicen que los pobres son atraídos por la ostentosidad, que son maravillados con la riqueza, que no comprenden sus propios intereses. Recientemente vi una película en la cual una señora adinerada criticaba el deseo de las mujeres pobres que decidían emigrar y al hacerlo buscaban aumentar sus ingresos desde 500 rublos indios al mes a 20.000 rublos —como si un aumento por un factor de 40 no tuviese relevancia alguna para la capacidad de uno de vivir una mejor vida. La arrogancia era notable. A mi me gustaría experimentar un aumento por un factor de 40 en mi ingreso. ¿No le gustaría a usted? Me imagino que sería un incentivo todavía más poderoso cuando usted considera un cambio de 500 a 20.000 rublos, o de $11,25 dólares a $450,60. Esa mejora en el ingreso podría evitar el analfabetismo y la enfermedad para sus hijos; equivale a un acceso a los libros escolares y a medicinas que son asequibles con un ingreso de $450,60, pero no con uno de $11,25.

Tercero, las personas emigran por una variedad de razones, pero aquella que enerva a los críticos de la migración es que gran parte de ellos desean ganar salarios más altos. ¿Qué significan los salarios más altos? ¿Será que los migrantes simplemente están buscando empleadores más caritativos o leyes laborales más favorables? No, por supuesto que no. Los empleadores en los países ricos pagarán salarios más altos no porque son más caritativos y no porque la ley los obliga, sino debido al valor del producto marginal del trabajo del empleado, y ese valor del producto marginal es más alto cuando hay más capital disponible, esto es, en un país más rico. Un agricultor que vive en la subsistencia y, de percibir $2 al día llega a obtener en promedio $40 al día, no está ganando más dinero porque los consumidores son más caritativos, sino porque ese agricultor ahora está produciendo más riqueza. Los salarios son determinados por la productividad del trabajo y cuando el trabajo es más productivo —esto es, cuando produce más riqueza, este se paga mejor.

Cuarto, el trabajo que está siendo recompensado con salarios más altos, dicho de otra manera, trabajo llevado a cabo en una región o país con mayor capital, representa una adición neta a la riqueza disponible para el consumo, no solamente para los asalariados, sino también para otros. Cuando los migrantes o trabajadores migratorios son pagados por trabajar en una carretera, no solo se benefician así mismos, sino también a todos los que utilizan esa carretera. Lo mismo sucede con el trabajo agrícola o el trabajo de manufacturas, entre otros. El abundante movimiento de personas en China a lo largo de los últimos treinta años, tal vez el movimiento más grande de seres humanos en la historia mundial, no ha “invadido” las regiones costales con un exceso de humanidad; esa migración es el resultado de las decisiones de cientos de millones de personas de aumentar sus ingresos al aumentar su productividad y todo esto ha enriquecido a China y al mundo.

Quinto, el abundante aumento de la riqueza que ha sido posible gracias a los migrantes que emigraron de donde su productividad era más baja adonde es más alta ha enriquecido a personas en las regiones y países hacia donde migran y también a personas en los países y regiones de donde vinieron. Cuando ellos envían dinero a casa, una transferencia conocida como “remesa”, están transfiriendo riqueza que ellos han creado a sus familias y comunidades. Las remesas actualmente son solo superadas por la inversión extranjera directa en importancia como fuente de financiamiento externo para los países en vías de desarrollo. Esas remesas financian tanto el consumo en países pobres —conforme las personas envían dinero para respaldar a sus padres y a sus familias— como la inversión —conforme las personas colocan dinero en negocios, casas y mucho más. Además, las remesas van más allá de los flujos de dinero, ya que también comprenden herramientas, ropa y medicinas. Esos ítems generalmente no son contabilizados como parte de las remesas, pero seguramente son de un valor substancial. Poder proveer medicina para salvar la vida de su hijo tiene un valor enorme, aunque no esté incluido en los indicadores de las remesas.

Sexto, el impacto agregado de la migración es altamente sensible al marco institucional, como es el caso con el comportamiento humano en general. El comportamiento que busca avanzar el interés propio en condiciones en las que se respeta la seguridad de la propiedad, el Estado de Derecho y la libertad de intercambio generan beneficios enormes para todos. Pero cuando la propiedad no está protegida, el gobierno no respeta la ley y hay un intervencionismo arbitrario, tal comportamiento destruye riqueza, crea conflictos sociales y corrupción y generalmente empobrece. Las instituciones importan.

Si las personas emigran legalmente, disfrutan de la protección de la ley y el beneficio es casi general. Los casos normales de vendedores voluntarios y compradores voluntarios benefician a ambas partes. Pero si las personas no pueden realizar las transacciones legalmente, lo podrán hacer ilegalmente y sufrirán de una variedad de discapacidades que podrían generar consecuencias negativas tanto para los migrantes como para los habitantes de las regiones y países hacia donde se dirigen. Vivir ilegalmente es difícil. Se vive con un miedo generalizado de la policía. Uno está sujeto a un trato arbitrario. Uno no puede gozar de una existencia legal. Esto genera corrupción por parte de las autoridades —quienes se harán de la vista gorda a cambio de dinero—y una aplicación arbitraria de la ley, o dicho de otra manera, una erosión del Estado de Derecho. Vemos que donde los inmigrantes son ilegales, sufren de la falta de acceso a la ley, están expuestos a la explotación por parte de empleadores que podrían elegir no pagarles sus salarios a tiempo o del todo y de una exclusión general de la comunidad de personas que obedecen la ley. La inmigración ilegal de Centroamérica a EE.UU. ha generado muchas de estas consecuencias, no porque es una inmigración, sino porque es ilegal. Y eso ha generado un debate acerca de cómo lidiar con los verdaderos problemas causados por la ilegalidad. En vez de ingresar a EE.UU. en bus, como solía ser el caso, muchos inmigrantes ahora cruzan la frontera ilegalmente a través del desierto, lo cual los expone a un gran riesgo y además conduce a daños para las propiedades a lo largo de la frontera conforme grandes cantidades de personas atraviesan tierras agrícolas o incluso casas y eso genera resentimiento por parte de la población local.

Séptimo, la migración es un proceso inherentemente difícil y es complicado todavía más por restricciones al derecho de las personas a moverse. Por mucho tiempo, los mexicanos podían mudarse a EE.UU. para realizar un trabajo con un salario alto y luego, después de ganar el dinero, volver a México. El programa llamado “Bracero”, instituido en la década de los cuarenta en EE.UU., hizo posible que los mexicanos busquen trabajos con salarios más altos en EE.UU. y viajen libremente de idea y venida a través de la frontera. El Departamento de Trabajo estimó que solo alrededor de un 12% decidió establecerse permanentemente al norte de la frontera. Como las condiciones para los movimientos fueron restringidas y se volvió más difícil obtener permiso de entrada para trabajar en EE.UU., un porcentaje mucho más alto de aquellos que logran entrar deciden quedarse, simplemente porque si volviesen a México, sería mucho más difícil regresar la próxima vez. El tal llamado problema de “inmigración ilegal” en EE.UU. es en gran parte una creatura de las políticas estadounidenses que han hecho el viaje a través de la frontera mucho más difícil.

Octavo, las supuestas amenazas culturales presentadas por la migración son predominantemente exageradas y muchas veces, en mi opinión, son oportunidades más no amenazas. En muchos de los casos, los números de personas que eligen mudarse son de hecho relativamente pequeños, comparados con los grandes números de personas que deciden no hacerlo. Alrededor de 12% de los habitantes de las naciones miembros de la OCDE son nacidos en el extranjero, por ejemplo. Ese número no es lo que usted se imaginaría al escuchar a los discursos anti-inmigración de políticos populistas. Además, esos inmigrantes son fuentes de creatividad y de crecimiento económico. No solamente están produciendo riqueza por encima de lo que hubiesen producido en sus regiones o países originales, sino que también son innovadores. Richard Florida de Carnegie-Mellon University y Gary Gates del Urban Institute, en un estudio de las áreas metropolitanas de Norteamérica, descubrieron una correlación muy alta entre la productividad económica y la innovación de alta tecnología y el porcentaje de habitantes que eran nacidos en el extranjero. En EE.UU. las personas hablan de alguien que tenga iniciativa, esto es, alguien que inicie proyectos, cree riqueza e innove. Si quiere encontrar lugares con mucha “iniciativa”, vaya y busque las concentraciones de personas que tuvieron la iniciativa de emigrar. Eso es lo que Florida y Gates descubrieron en su estudio y yo sin duda lo he visto en visitas a las oficinas principales de Google, en el “Google Plex” en el norte de California, donde durante el almuerzo usted puede ver mesas llenas de personas hablando en ruso, chino y otros idiomas. Esto también es cierto en todos los tipos de empresas comerciales. En EE.UU., los indios —principalmente los de Gujarat— son muy prominentes en la industria de hoteles y moteles. Entre en un hotel agradable y bien mantenido en la remota Dakota del Sur y hay una buena probabilidad de que usted olerá un curry proveniente de la cocina de los propietarios. Los coreanos administran, al parecer, más de la mitad de los establecimientos de lavado en seco. Y la lista continúa, con una industria después de otra siendo revivida, innovada y mejorada por los inmigrantes.

Las culturas son enriquecidas con las influencias extranjeras; no existen las tal llamadas culturas puras en alguna parte del planeta. Todas las grandes culturas toman algo de otras culturas y luego lo adaptan y lo hacen suyo. Las historias de la música, la ciencia, el arte, la literatura y el comercio todas muestran que los más creativos son aquellos que no le temen a la influencia extranjera, sino que están dispuestos, no simplemente a copiar de otros, sino a adaptar y reformar y hacer de lo extranjero algo suyo, para su propio beneficio cultural. Las culturas que rechazan ese proceso mueren. Las culturas que son abiertas a la inmigración es más probable que innoven, sean dinámicas y prósperas.

Deberíamos escuchar a los inmigrantes. Ellos quieren producir riqueza. Ellos quieren la protección de la ley. Ellos quieren su libertad. Deberíamos trabajar para establecer instituciones de ley y justicia que les permita disfrutar de los beneficios de la libertad para moverse, la libertad para producir riqueza y la libertad para disfrutar la vida.

Este ensayo fue presentado en la conferencia "Inmigración y la riqueza de las naciones" que se realizó en Jakarta, Indonesia el 7 de octubre de 2010.

El Cato (Estados Unidos)

 



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