Zimbabue dio ayer una nueva vuelta de tuerca en su particular batalla contra el hombre blanco. Según informó ayer el régimen a través de su periódico oficial 'The Herald', el Gobierno de coalición acordó nacionalizar los yacimientos de diamantes de aluvión y hacerse además con el 51% de la propiedad de otros minerales "estratégicos" como el oro y el platino.
De
acuerdo con el rotativo, el Gabinete de unidad -formado por el partido del
presidente Robert Mugabe y los opositores liderados por Morgan Tsvangirai- tomó
el pasado martes la decisión "unánimemente", cerrando el paso a
especulaciones sobre las habituales diferencias que paralizan el gobierno
formado por otrora enemigos.
En
declaraciones al periódico, el ministro de Indigenización, Saviour Kasukuwere,
informó que la decisión deberá ser acatada "por todos los nuevos proyectos
del sector minero" una vez entre en vigor la norma a través de su
publicación en el boletín oficial de Zimbabue. La decisión responde a la
aplicación de la Ley de "Indigenización" aprobada en 2008 y por la
cual los inversores extranjeros deben dejar en manos de zimbabuenses negros el
51% de sus propiedades. La norma prevé una "indigenización" completa
de Zimbabue antes de 2013.
El
ministro Kasukuwere informó de que las empresas que actualmente explotan las
minas de Marange -en el este del país- "deberán sentarse a discutir [con
el Gobierno] la composición de la propiedad de las empresas", refiriéndose
a las dos compañías (una china y otra sudafricana) que trabajan en la zona
minera, situada en el este del país, cerca de la frontera con Mozambique.
Con una
extensión de 60.000 hectáreas, las minas de Marange han sido calificadas por el
régimen como el "mayor yacimiento de diamantes de aluvión de la historia
de la Humanidad". La primera dama de Zimbabue, Grace Mugabe, tiene además
acciones en una de las empresas que tiene licencia para prospecciones en las
minas de Marange, una explotación cuyos beneficios solo han beneficiado hasta
el momento a altos cargos del partido de Mugabe, ZANU-PF.
Los
diamantes de aluvión son aquellos que se hallan en la superficie de manera
natural, gracias a la erosión del suelo o a las lluvias, y según afirman los
expertos las minas de Marange tienen un potencial de entre 1.000 y 1.700
millones de dólares al año, cerca de la mitad de todo el PIB nacional de
Zimbabue. Grupos de derechos humanos han denunciado persistentemente que las
minas suponen el motor financiero de la campaña represiva que el régimen lleva
a cabo desde su llegada al poder, hace tres décadas.
A
finales del año pasado, el proceso de Kimberley (órgano que certifica que los
diamantes no provengan de zonas de conflicto) suspendió la exportación de los
minerales preciosos de Zimbabue tras las denuncias de abusos de derechos
humanos por parte de las fuerzas de seguridad del régimen. Sin embargo, el
régimen de Mugabe recibió un nuevo espaldarazo a su política en agosto pasado,
cuando el mismo órgano decidió levantar la prohibición, dando luz verde a los
diamantes de Zimbabue en el mercado internacional. El Proceso de Kimberley se
creó en 2002 con el objetivo de frenar la llegada al mercado de diamantes de
sangre, aquellos procedentes de conflictos en África.
La
nacionalización de los diamantes y las minas de Zimbabue responde a la política
de naturalización que Mugabe inició a principios de la década, cuando el
régimen inició una polémica reforma agraria que pretendía abrir el acceso a la
tierra de los campesinos zimbabuenses. Sin embargo, la caótica norma se tradujo
en la expulsión de facto de los granjeros blancos y la toma de las tierras por
parte de altos cargos del círculo cercano a Robert Mugabe, en el poder desde
1980.