Dos
terceras partes de las reservas mundiales de petróleo en condiciones de poder
ser explotadas, y la mitad de las reservas de gas natural del planeta, se
encuentran en el subsuelo del Norte de África y Oriente Medio, escenario de una
reciente y creciente inestabilidad a raíz de las revueltas populares en Túnez y
en Egipto, y que han tenido también sus respuestas en otros países de la
región, como Argelia, Yemen o Jordania.
Egipto
no sobresale por ser un gran productor de gasodepetróleo, pero es territorio de
paso de millones de barriles de petróleo diarios con destino a Europa, ya sea
en grandes petroleros por el canal de Suez o a través del oleoducto Sumed, que
conecta el mar Rojo con el Mediterráneo, atravesando el país, y con capacidad
para que circulen por su interior 2,5 millones de barriles al día, superando el
tráfico por el canal de Suez. Para proteger estas arterias, el ejército de
Egipto ha reforzado desde el inicio de la revuelta la seguridad a lo largo de
estos recorridos.
Si estas
comunicaciones fallaran la alternativa sería embarcar el petróleo para rodear
el continente africano, que alargaría el trayecto dos semanas y que supondría
un coste añadido al ya elevado precio de esta materia prima. "El impacto
de las revueltas y de la inestabilidad política en la economía global dependerá
del grado en que pueda afectar a los suministros de crudo y de gas",
afirma David Butter, director regional de Oriente Medio para EIU (Economist
Intelligence Unit).
La
posibilidad de escasez de petróleo y de gas natural, y las subida de los
precios de estas materias primas son una amenaza que pesa sobre la recuperación
económica de muchos países con dificultades, y podrían estrangular el
crecimiento de países emergentes, como China, con una demanda muy elevada de
productos energéticos y materias primas.
El
riesgo de un efecto de contagio o dominó de las revueltas a otros países de la
región, que comparten problemas de inflación, desempleo, y falta de democracia,
y los escenarios que puede desencadenar en el futuro son motivo de
preocupación. "Los países con mayor riesgo de contagio de la revuelta en
Egipto son sus vecinos, Argelia y Libia, y no prevemos que la escala de la
contestación alcance a otros países del Golfo, entre ellos algunos grandes
productores de petróleo como Arabia Saudí, o Irán, país en que difícilmente se
repetirían enfrentamientos populares tras la dureza de los que hubo hace un
año", afirma David Butter.
"El
mejor escenario -en términos de minimizar el trastorno económico y satisfacer
la preocupación del mundo occidental sobre la necesidad de reformas hacia la
democracia en la zona- sería un avance por parte de todos los regímenes hacia
más libertades civiles, que involucrara a todas las secciones de la sociedad
para debatir la importancia de introducir cambios constitucionales", opina
el analista de EIU. Pero el fenómeno no se circunscribe al crudo. Además de la
fuerte demanda que registran los países emergentes, en el caso de la energía, y
de las catástrofes naturales que minoran la oferta, en los alimentos, la
especulación también juega un papel nada desdeñable en ambos casos, aumentando
la presión al alza en el precio de las materias primas. El escenario ya lo
vivimos en el año 2008 y estamos en camino de repetir la experiencia.
De
momento, no queda más que esperar.