Y la comunidad internacional comienza a admitir en esta ocasión que quizá tenga que intervenir, aunque no lo apruebe Naciones Unidas, aunque sea ilegal, que era lo que decían Zapatero y una parte de los líderes de otros países sobre la intervención en Irak. Ahora como entonces, como en cualquier contexto dictatorial, las víctimas, libias, iraquíes, saudíes, quieren una intervención internacional, quieren ayuda, que detengan al represor, que acabe la represión, que les salvemos la vida.

Que esa intervención tenga o no tenga lugar no va a depender de la voluntad de los reprimidos, sin embargo, sino de la voluntad de sacrificio de la comunidad internacional. En costes de vidas humanas de sus soldados, sobre todo. He ahí donde está la cuestión, europea y americana, y no en la legalidad internacional dependiente de Naciones Unidas y de algunas de sus dictaduras decisorias y sobre la que tanta saliva hipócrita se ha gastado en el pasado.