Y si aún le sigue costando entender los argumentos éticos de los españoles en contra de su servicio propagandístico a De Juana, puede sustituirlo por los terroristas islámicos que asesinaron en Londres, o, simplemente, por un pederasta. Dudo que osara justificar ante los británicos el ofrecimiento de sus páginas a esos elementos argumentando, como lo ha hecho con De Juana, que son figuras controvertidas y que van a contribuir al debate.

Ocurre que la controversia sobre la figura de De Juana se produce entre el más del 90% de demócratas españoles y la minoría totalitaria que vota a los terroristas. Algo parecido a la controversia sobre Bin Laden entre demócratas y fundamentalistas. Y en democracia, las «razones» de los terroristas no forman parte de una controversia, forman parte del crimen. Por la misma razón, no forman parte del debate de los periódicos democráticos. Se exponen en Gara, o en el Zutabe, no en The Times. En el momento en que un medio como éste les da categoría de argumentos para el debate, les otorga legitimidad y publicidad.

A veces los periodistas me recuerdan a esos políticos pillados en falta que «lo hicieron por el bien de la nación» cuando esgrimen la verdad y el derecho de los ciudadanos a ser informados. Les valen para un roto y para un descosido. Para titular, por ejemplo, que el etarra pide la paz, sin añadir sus exigencias de negociación. O para no aportar ni un solo dato que no supiéramos.

Pero la explicación del despropósito ético es sencilla. Se trata de ideología, no de ignorancia. Basta leer el editorial de ayer de ese diario para entenderlo. Podría haber sido escrito por cualquier nacionalista vasco. Es que el Times sí cree que De Juana o ETA son asuntos controvertidos. Ése es el quid de esta cuestión. Nos sugieren paciente diálogo con los terroristas, y como nos encuentran un poco alterados emocionalmente para hacerlo, nos echan una manita ofreciéndonos el sincero testimonio de nuestro interlocutor.