En abril de 2010 se anunció la negociación, con el Banco de Desarrollo de China, de un préstamo por 20.200 millones de dólares, que serían cancelados en un plazo de 10 años. 

Para la cancelación de ese empréstito el ministro de Energía y Petróleo y presidente de Pdvsa, informó que se destinarían 100.000 barriles diarios de petróleo y derivados. 

Ya el país estaba comprometido con China en la entrega de otros 100.000 barriles diarios de petróleo, para pagar la deuda que se mantenía con el Banco de Desarrollo de China por sus dos aportes de 8.000 millones de dólares al Fondo Chino. 

Ahora, en marzo de 2011, se anuncian dos nuevos créditos de 4.000 millones de dólares cada uno, uno para el Fondo Chino y otro para el programa de construcción de viviendas. Si sumamos todo, la deuda con China llegará hasta los 36.000 millones de dólares. 

Esto es simplemente aterrador. Muchos de los dolores de cabeza de las finanzas públicas, entre los años 1982 y 1998, eran ocasionados por los compromisos de una deuda externa que se mantenía en aproximadamente 30.000 millones de dólares. 

El nuevo endeudamiento con China, seguramente obligará a Venezuela a entregar otros 100.000 barriles diarios de petróleo a China. 

Si lo anterior es cierto, con la recepción de estos nuevos préstamos habremos vendido y cobrado cerca de 300.000 barriles de petróleo diarios, que se tendrán que producir durante los próximos 10 años. ¡Qué futuro!... 

Siguen vigentes la mayoría de las preguntas que formulé el año pasado por esta vía, cuando se anunció el segundo préstamo con China: ¿Cómo puede un gobierno hipotecar de esta manera el futuro de un país? ¿Qué controles hará la Asamblea Nacional? ¿Cuál es el costo real de los préstamos? ¿A que precio se entregará el petróleo? ¿Cómo se van a utilizar los fondos y qué cuentas rendirán de su uso?